48 horas con Jordi Pujol
Tiene una altura política indiscutible y estar junto a él supone para cualquier periodista un continuo aprendizaje. Ha influido en la política española y su aportación a la democracia y a la estabilidad política está fuera de toda duda. Pero todo esto no se sabe todavía o, dicho de otra manera, no se conoce lo suficiente. La historia no tiene prisa y el tiempo pondrá en su sitio a un personaje que siempre ha manifestado con claridad lo que quería para Cataluña y que ha creído en el pacto y en el acuerdo como fórmula menos gravosa, especialmente, cuando hay dos partes en litigio.
Creo que España tiene una deuda con Jordi Pujol. Lo creo sinceramente después de años de interesarme por un personaje tantas veces mal entendido fuera de Cataluña. Allí lo ha sido todo y su sombra sigue siendo alargada. Pero Ebro abajo, no siempre se le ha tratado ni con justicia ni con respeto. Todavía me ruborizo cuando recuerdo eslóganes fáciles y vulgares como "Pujol enano, habla castellano" y otras chanzas irreproducibles.
Nunca he trabajado en Cataluña, salvo rodajes accidentales, de forma continuada y carezco de cualquier "síndrome de Estocolmo", pero en las tres ocasiones en las que he pasado varias jornadas junto a Pujol he tenido la misma sensación enriquecedora. La primera vez fue en sus últimos días como President de la Generalitat. Al igual que diseñó meticulosamente sus primeros actos como gobernante en la primavera de 1980, Pujol planificó una agenda muy concreta a modo de despedida: viaje a Paris para visitar la Casa de Cataluña; entrevistarse con el Presidente de la Unesco e impartir una conferencia en la Facultad de Ciencias Políticas y visita al corazón de Cataluña, a uno de los pocos municipios en los que no había estado durante su presidencia: Granyena de Les Garrigues.
La segunda vez que Informe Semanal pudo estar con Pujol ya era ex President. Había escrito la primera parte de sus memorias, fundamental para entender por qué el Doctor Pujol, -pocos saben que estudió medicina-, colgó la bata para encargarse en exclusiva del diagnóstico de Cataluña.
Ahora hemos vuelto a encontrarnos con motivo de la publicación de la segunda parte de sus memorias. Llama la atención el cuidado que pone para no hacer "ajustes de cuentas" aunque no hay que ser muy avezado para ver las heridas que todavía supuran en la piel del ex President. Tras leer el libro le comenté que me parecía en ocasiones, un poco triste y que a diferencia de la primera parte había menos ilusión. Su balance es positivo, pero Pujol cree que el encaje de Cataluña en España no se ha hecho bien y que se ha perdido una oportunidad histórica. Hay muchas cosas que se desconocen de Pujol, por ejemplo su admiración por Castilla, pero esto no le impide decir que se ha pretendido, injustamente, construir España desde una concepción exclusivamente castellana.
El rodaje con Pujol fue bien. Aunque es extremadamente disciplinado le gusta saber qué quieres hacer y enterarse sin que se note. Es divertido y cercano y la gente se acerca a él con total desinhibición. Cuando llegamos a Badía del Vallés, -sin previo aviso excepto al ayuntamiento cuya alcaldesa, Eva Menor se volcó con nosotros-, la gente venía espontáneamente a saludarle.
Aunque los vecinos no lo supieran, no era un buen día para el Ex president. Poco antes le habían comunicado que, en el curso de una operación del magistrado Baltasar Garzón, habían sido detenidos dos de sus Ex consejeros, Maciá Alavedra y Lluis Prenafeta. Pujol habló por teléfono en varias ocasiones. La información era en esos momentos confusa y por eso declinó hacer a cámara cualquier comentario. El equipo del programa se temió lo peor: que el rodaje acabase antes de tiempo. Nada de eso. Haciendo gala de su experiencia a la hora de pasar malos tragos recompuso el cuerpo y pudimos finalizar el rodaje comprometido.
Del otro tema, del de la trama de corrupción urbanística que afecta a Ex altos cargos de CiU y al Alcalde del PSC en Santa Coloma de Gramenet, hablaremos en Informe Semanal la próxima semana.