REGRESO A ANANTAPUR
Después de algunos problemas para conseguir el visado, que retrasaron nuestros planes, conseguimos volver a la India, a la región de Anantapur , donde el día 19 se conmemoraba el primer aniversario del fallecimiento de Vicente Ferrer. Un hombre excepcional que dedicó, como nos decía su esposa Anna, cada día, cada hora de su vida a pensar en los demás, a ayudar a los más necesitados. Por eso cuando llegó a Anantapur hace 40 años centró todos sus esfuerzos en ayudar a los dalits, los intocables, el nivel mas bajo en el sistema de castas, que vivían como seres inferiores. No podían beber agua de las fuentes, ni entrar en un banco o una oficina del gobierno, no eran admitidos en las escuelas, ni en los templos, tenían que bajar la cabeza ante las castas superiores y sólo podían desempeñar los trabajos más duros. Para las mujeres o los discapacitados la situación era si cabe aún peor, ellos no tenían derecho a nada. El sistema de castas está abolido en la India desde su independencia, pero la transformación de la sociedad va mucho mas lenta que sus leyes, especialmente en las zonas rurales, incluso ahora que se ha convertido en uno de los países cuya economía mas crece. Durante estos años el trabajo realizado por la Fundación Vicente Ferrer no solo les ha permitido acceder a la sanidad, la educación o mejorar sus cultivos, les ha dado sobre todo la capacidad para organizarse, para comprender que juntos podían cambiar su destino de parias y defender sus derechos de personas libres e iguales. Quizá por eso cuando les pedíamos que nos hablaran de la labor de Vicente Ferrer muchos nos decían “para nosotros es un dios que nos ha hecho mejores personas, mas fuertes, mas solidarias, mas humanas”. El les dio su ilusión, su fuerza, su convencimiento de que nada es imposible y ellos un año después de su muerte quieren demostrar que su espíritu sigue muy vivo. En este año los proyectos de la Fundación han seguido creciendo, también el número de colaboradores y padrinos. La candidatura al Premio Nobel de la Paz es sin duda otro estímulo. Fuimos con una cierta tristeza al pensar que ya no podríamos hablar con él como hicimos en 2006 y hemos vuelto (Rosa, Ricardo, María y yo misma) contagiados por la ilusión de su esposa Anna, de su hijo Moncho y de cada trabajador de la Fundación por continuar su labor, por mantener su fe en que otro mundo es posible, que la pobreza se puede erradicar desde la acción. Gracias a la ayuda de Silvia y de Mireia allí en Anantapur y de Maite desde España, y a la de Inti, nuestro traductor, hemos podido conocer esos nuevos proyectos y recoger las historias de personas que después de superar muchos sufrimientos ven ahora su futuro con esperanza. Historias que incluiremos en el reportaje que estamos preparando y que esperamos sirvan para comprender mejor lo que decía Vicente Ferrer: si ayudas al que sufre nunca te equivocas. http://www.fundacionvicenteferrer.org/esp/index.php http://www.nobeldelapaz.org/web/index.php