Hollande, el 'socialiberal' infiel
miércoles 15.ene.2014 por Estefanía de Antonio 0 Comentarios
La discreción que mantuvo este martes François Hollande sobre su vida privada ha encontrado eco en los medios franceses, para quienes la infidelidad más grave del presidente de la República no es la que ha cometido con la primera dama, sino con los ciudadanos que votaron un programa de gobierno socialista.
Dieciocho meses después de ganar las elecciones a Nicolás Sarkozy para liberar a Francia del secuestro de los mercados, y devolver el protagonismo a las políticas sociales, Hollande anunció ayer un plan económico que bien podría haber firmado su predecesor. Todas las portadas de los periódicos franceses son para este viraje.
Los ejes del programa para recuperar la competitividad de la economía gala, según detalló Hollande, pasan por un draconiano recorte de gasto público de 50.000 millones de euros hasta 2017, y un paquete de beneficios fiscales a las empresas para favorecer el crecimiento. Prometió suprimir las cotizaciones salariales que pagan los empresarios y los trabajadores autónomos para financiar las ayudas familiares, una medida que cifró en 30.000 millones.
La patronal está entusiasmada. Los centristas apoyan el anuncio. La derecha no ha podido sino reconocer que está de acuerdo en el fondo, aunque pide pasar a la acción para que las promesas sean creíbles las promesas. Y, desde el Frente Nacional dicen que ya advirtieron que en política economía conservadores socialistas terminarían aplicando las mismas recetas.
A la izquierda de Hollande critican el que consideran un violento giro a la derecha, y dentro de su partido, hay un sector que no ve con buenos ojos esta suerte de ‘socialiberalismo’.
La prensa concluye que al presidente se le veía incómodo, sin acabar de dilucidar cuál traición fue la responsable de esa actitud. Probablemente las dos. Aunque Hollande salió bastante bien parado, en lo personal, de una rueda de prensa que en Inglaterra podría haberse convertido en un escarnio público (escucha el análisis del corresponsal de RNE en París, Luis Miguel Úbeda).
Hoy los periodistas británicos se muestran desconcertados y muy críticos con la “deferencia” con la que sus colegas franceses trataron a Hollande respecto al caso Gayet.
Periodistas franceses, ¿respetuosos o serviles?
“Qué extraños nos sentimos todos”, asegura el correponsal del Daily Telegraph, Michael Deacon. “Durante siglos nos habíamos burlado de los franceses con el estereotipo de amantes locos. Cuando, en realidad, estas almas impecablemente abstemias tienen tan poco interés en el sexo que cuando su propio jefe de Estado es pillado en el escándalo más jugoso desde Clinton-Lewinsky ellos solo quieren preguntar sobre seguridad social”, se burla.
The Guardian señala que “los franceses hacen las cosas de otra forma”. “¿Se habría salido con la suya en Gran Bretaña o Estados Unidos? Posiblemente no?”, afirma el columnista del diario progresista, Jon Henley.
El Daily Mail califica a los encargados de interrogar a Hollande como los “espadachines más improbables desde el inspector Clouseau”.
The Times compara el affaire presidencial con el caso Profumo, un escándalo sexual que en 1963 forzó la renuncia del ministro de Guerra británico.
El periódico propiedad de Rupert Murdoch afirma que el periodista encargado de hacer la primera pregunta a Hollande sobre su amor secreto con la actriz Julie Gayet “tomó el micrófono y se puso de pie con la mirada de un hombre frente a un pelotón de fusilamiento”.
Albert Londres pardonne moi!
Como presidente de la Asociación de la Prensa Presidencial, Alain Barluet, periodista de Le Figaro, fue el responsable de hacer ese disparo, para algunos, poco certero.
“La publicación de un artículo que le concierne en una revista ha generado emoción, preguntas y curiosidad, es inevitable. Hay una necesidad de clarificación ante los franceses y ante aquellos que nos miran desde el extranjero. Usted va a ser recibido en Washington próximamente. Se lo pregunto sin rodeos: “¿Sigue siendo Valérie Trierweiler la primera dama de Francia?”
Apenas una hora después, Barluet se disculpó en Twitter por su intervención con un comentario muy tuiteado en la red: Albert Londres pardonne moi!, en referencia al difunto reportero de investigación que da nombre a los premios de periodismo más prestigiosos de Francia, pero sin aclarar si su arrepentimiento se debe a que la pregunta estaba pactada, a que fue poco directa, o a que era más propia de una revista del corazón.
¿Qué creéis que hubiera hecho Albert Londres?