Hackeando el mundo
lunes 10.jun.2013 por Julia Varela 3 Comentarios
Si quieres conocer el trabajo de Evan Roth solo tienes que googlear "bad ass mother fucker". La primera entrada que aparece es la de su web. Se posiciona, por tanto, como el bad-ass motherfucker más grande de Internet según el buscador.
Fue una manera de tocarle las narices a Google. De escapar de sus listas predeterminadas y decirle que Evan y solo Evan decidía su lugar en el ránking on line. Un hackeo para ganar cierta libertad de movimiento:
Nació en Michigan y vive en París. Es educado y silencioso, pero cuando habla, empieza a disparar con una contundencia de ametralladora. No entiende el hacking o piratería como una amenaza, sino como una vía para que el ciudadano adquiera poder. Hacking artístico, hacking social.
Gran parte de sus obras e intervenciones giran en torno esa idea. Por ejemplo, Free Speech. Se monta en la furgoneta y recorre capitales, Viena en este caso. La furgo tiene un número de móvil pintado y unos altavoces en el techo.
Los curiosos que llaman al teléfono creyendo que es una línea privada, escuchan de pronto sus palabras amplificadas por el barrio:
Ya vale de ser solo transeúntes receptores de mensajes publicitarios. Si marcas el número serás peatón y emisor de ideas en un radio de cuatro manzanas.
Sus obras e intervenciones tratan de hacer un poco más nuestro el entorno diario. El objetivo es localizar las fisuras, los puntos débiles del sistema para recuperar la sensación de control sobre él.
El procedimiento puede ser tan sencillo como atar dos asientos de un avión con una de esas comunes bridas de plástico:
Roth siempre tiene en mente la regla hacker básica: resolver un problema con el menor número posible de líneas de código. La aplicación fuera del escenario virtual se traduce en situaciones como el How to keep motherfuckers from putting their seats back que acabas de ver.
¿Travesura pueril? Puede. No obstante, pensemos en el ridículo espacio para las piernas que las aerolíneas establecen entre sus asientos de clase turista. Plazas económicas que quizás te han costado 200 euros y que te obligan a volar constreñido.
Si también te repatea el protocolo de seguridad de los aeropuertos, hay procedimientos para manifestarlo con elegancia e ironía. Evan Roth guarda en su mochila placas de acero inoxidable con frases perforadas y sorprende con un "métete en lo tuyo" al guardia que observa la pantalla del escáner:
Para los que hayan empezado a tacharle de delincuente en potencia, solo apuntar que algunas de sus piezas forman parte de la colección permanente del Museo de Arte Moderno de New York, ha expuesto en el Pompidou y en la Tate, ha participado en la edición 2012 de la feria de arte contemporáneo Arco y, para más caché, es un habitual de las conferencias TED. Que son muy cool.
También es el cofundador del Graffiti Research Lab, un laboratorio neoyorquino para la creación de herramientas destinadas a los artistas de la calle en general y a los grafiteros en particular. Estos últimos son, según Evan, los verdaderos hackers de nuestros días, como explica en el primer vídeo de este post. Software y hardware gratuito y en abierto para ellos, pueden copiarlo y modificarlo con libertad.
De ahí, han salido instrumentos como el Eye Writer, la tecnología que ha permitido volver a pintar a Tempt One. Está inmovilizado desde 2003 por culpa de la Esclerosis Lateral Amiotrófica.
Evan y un equipo de colaboradores acoplaron una cámara a unas gafas que registran los movimientos oculares de Tempt One. Desde 2009, este grafitero de Los Ángeles escribe de nuevo, pero con los ojos.
En los últimos años, Roth ha echado unas cuantas partidas al Solitario. Al del Windows 98. A "ese amigo que te permitía huir de la frontera del espacio de trabajo", dice. Llegó a intercambiarse correos con el creador de este juego que precedió a Internet y quiso rendir tributo a las horas de evasión que supuso para muchos.
Para homenajear a este fenómeno cultural, ha creado Solitaire.exe, que es la conocida baraja trasladada al mundo físico. Tal cual. En la imagen de arriba la tienes. Además, ha diseñado la obra de net art, When we were kings. A ver a quién le suena esta pantalla de ganador.
Lúdico y díscolo. Pero incluso en sus piezas de contenido crítico, este americano no se olvida del sentido del humor. Hasta se ríe de sí mismo y de las mencionadas charlas que imparte gente talentosa, como él, en el marco de TED.
Aquí lo tienes protagonizando una (muy recomendable). Lo que Evan propone es que cualquiera se monte la suya propia y la cuelgue en la Red. Y facilita material para la edición, incluidos aplausos registrados en esas conferencias:
Pues eso, solo tienes que grabar tu discurso e intercalarlo con las risas del público. Conviértete en el gurú de la tecnología y el diseño que siempre has soñado. Y puedes sentirte un poco hacker porque nadie demostrará lo contrario.
@VarelaJulia
Si quieres escuchar la entrevista que Evan Roth concedió al programa Siglo21, pincha aquí. La encontrarás a partir del minuto 39.
ElUli dijo
Gran artículo
paruz dijo
Lo que se monta sólo con las llamadas a un contestador automático!No quiero imaginarme lo que sería si puedes grabar todo un discurso!!
carmen dijo
Espero que admita todas las opiniones de aquellos a los que brinda esta forma de libertad. ¡no censurará los discursos que no comparte!