Tri-impresionante
miércoles 27.nov.2013 por Julia Varela 1 Comentarios
Impreso o imprimido. Tanto monta, según los sabios del lenguaje. Escoge la denominación irregular o regular y ponte a crear tu entorno. Porque de eso se trata: el furor de la impresión 3D tiene bastante que ver con el afán demiúrgico, todopoderoso, de cada uno.
Ya está aquí, ya llegó la primera pistola parida en tres dimensiones por una impresora. El padre es un estudiante de Derecho de Texas, se llama Cody Wilson. El museo Victoria&Albert de Londres la exhibe desde hace un par de meses. Desmontada. El arma funciona, solo hay que atornillar:
Kieran Long, uno de los responsables de la adquisición, lanza la siguiente pregunta/respuesta en el vídeo: "¿Todas esas partes juntas pueden matar a alguien? La respuesta es sí ".
Cuando el gobierno de Estados Unidos se planteó la misma cuestión, era un poco tarde. Los del V&A museum ya habían imprimido los patrones del arma. Cody se los envió. No hizo falta licencia. Ahora, la pistola fragmentada se expone como un ejemplo de las posibilidades de la impresión en 3D y, sobre todo, del debate político que podría conllevar en el futuro.
Atención, nostálgicos: vuelve el zapatófono. Hay quien se pirra por lo retro, pero no ha considerado la recuperación del mazacote estilo Alcatel. Quizás este prejuicio cambie si resulta sencillo fabricarlo en casa.
Es lo que han hecho los chicos de F.A.T. , The Free Art and Technology Lab. Dentro de este colectivo de hackers, figura un viejo conocido de Yo, laggard, Evan Roth.
Entre la variedad de proyectos y herramientas que elaboran figura el BRICKiPhone , el artefacto añejo que aparece en la fotografía de la derecha.
Si encajas tu iPhone4 en el lateral y lo conectas a la clavija de auriculares que cuelga, ya tienes tu móvil ladrillo. Con mini-asa incluida para agarrar del cinturón.
Para los que tengan impresora 3D en casa: pinchando aquí te puedes enterar y descargar las instrucciones del BRICKiPhone. Todo lo que sale de F.A.T es Creative Commons, libre para compartir, copiar y modificar.
Existen tres procesos para la impresión 3D, según la información de Materialise, compañía pionera en este ámbito: modelado por deposición, láser y estereolitografía.
El material original (plástico, cerámica y, en ocasiones, metales) puede emplearse en formato líquido o en polvo. Sobre él, capa tras capa, se imprime el diseño tridimensional.
Las aplicaciones del invento son innumerables. Tantas como tu mollera alcance a imaginar. Piensa en joyas, que siempre es brillante. Diamonds are a girl's best friend. Brazaletes, collares y anillos grandotes en general.
Ya se venden en webs especializadas en 3D printing, como Shapeways y Freedom Of Creation. En esta última, puedes encontrar, por ejemplo, las sortijas que aparecen en la imagen de la izquierda. El precio oscila entre los 20 y 50 dólares.
El mercado de lujo también está probando la utilidad de esta herramienta. La firma Neiman Marcus, por ejemplo, ha decidido vender alhajas impresas en 3D dentro de su catálogo on line. Por cada colgante piden unos 300-400$.
Y a propósito de cifras, abróchense los cinturones, porque el negocio de la impresión 3D doméstica acaba de despegar. El pronóstico de la consultora Gartner dice que en 2014 las ventas crecerán más de un 70%.
Las empresas se gastarán 669 millones de dólares en estos dispositivos y los particulares invertirán 133 millones.
Pero no seamos superficiales, porque la economía no está para eso. Esta técnica de reproducción tridimensional apunta más allá de adornos caros, teléfonos vintage y armas susceptibles de multiplicarse y amenazar a tiros la raza humana.
Esta tecnología puede ayudar a superar traumas físicos. En eso consiste uno de los proyectos del británico Tom Fripp, fundador de Fripp Design and Research. Tom emplea impresoras 3D para elaborar narices y orejas.
Una prótesis de esta clase tarda alrededor de diez semanas en elaborarse. Las de Fripp se imprimen en 48 horas. Y cuestan bastante menos, unas 100 libras. No tienen tanta calidad como una prótesis autorizada, pero podría ser una solución intermedia mientras el paciente espera.
Las cámaras capturan al detalle los datos de la piel de la persona, el color exacto, su geometría. Los datos pasan al ordenador para realizar el diseño. La impresión 3D se plasma sobre una especie de tejido suave. El equipo de Fripp colabora con universidades como la de Sheffield y Manchester:
Cartílagos, lóbulos, tabiques. Trozos de otros (o de nosotros mismos) que somos capaces de esculpir toqueteando aparatos con manos manipuladoras. El Big Bang que sale de una impresora. El Génesis en casa. Creadores. Dioses en pijama que le dan al botón de print.
@VarelaJulia
Leopoldo dijo
Sin duda estamos antes una pieza importante en esta revolución digital que vivimos.
Por menos de 500eur puedes tener una impresora 3d en casa, todo depende del uso y la definición que necesites.
El problema que tengo yo es que todavía se está avanzando y no quiero comprarme una impresora de estas si en 6 meses va a costar la mitad o podré comprarme una con el doble de definición.
Buen post.