Viva la abuela!
lunes 14.mar.2016 por Julia Varela 2 Comentarios
Es la alacena que tu abuela tenía en el pueblo. También llamada fresquera. Porque solían situarla a la sombra, donde corre el aire, junto al patio interior para que le diese el fresco. De esta manera, los alimentos se conservaban mejor.
La fresquera era la antigua nevera, provinciana y práctica. Hoy es un capricho entre la modernez de la ciudad. Y es, por encima de todo, un motor de negocio para estos dos artesanos jóvenes, Ana y Alberto. Madrileños, de 26 y 28 años, que sufrieron mucho hasta que esta moda colonizó su taller.
"Comenzamos restaurando viejas fresqueras y todavía lo hacemos. Pero la demanda ha aumentado tanto que se nos ocurrió recrearlas a imitación de las añejas. Ya hemos construido unas 50!". Por supuesto, son bastante más asequibles, unos 400 euros frente a los 1.000 que pueden alcanzar las auténticas, una vez reformadas.
Por si algún ingenuo lo dudaba, la fresquera fue un invento americano: "Se popularizaron en España en la década de los 50. Eran una copia de las metálicas que se fabricaban en Estados Unidos. Ellos metían hielo en la parte inferior. Aquí, pasamos a emularlas en madera de pino, porque era un material más barato".
Así que Alberto y Ana copian la copia, por lo tanto no hay pecado. Las hacen de todos los colores y tamaños, a gusto del cliente. Para que encajen en cualquier rincón de nuestras mínimas guaridas urbanas.
Son fresqueras igual de verosímiles, parecen sacadas del pueblo, y sacian el apetito de los abonados al vintage. "Te recuerda a la casa de tu abuela y eso toca la fibra", deducen.
No son coolhunters, pero esta vez sí han detectado y sacado partido de una tendencia que se enmarca dentro del fenómeno del todo vuelve. Como ocurre con la clásica formica, el conglomerado de papel plastificado y resina, habitual en sillas de cocina y pupitres escolares.
También lo idearon en USA -oh, surprise- y, junto a la fresquera, prolifera cubierto de polvo en rincones olvidados de nuestro país. Para encontrar lo demás, hay que irse fuera:
"La ausencia de una verdadera revolución industrial en España y la guerra posterior, no contribuyó a generar un tejido potente de fábricas de muebles como en otros países. Tenemos que viajar al resto de Europa para encontrar buenas piezas", explica Alberto.
Cada tres meses, se suben a la furgoneta y visitan a sus proveedores de Francia, Italia, Reino Unido, Dinamarca o Suecia. Cuanto más al norte, mejor. Porque, después de la formica y la fresquera made in spain, el mobiliario nórdico lo peta. Y no hablo de Ikea.
Se trata de aparadores y mesas escandinavas de autor fechadas en los años 60. Que, por ejemplo, suecos y daneses ya han desechado y sustituido por otras recién salidas de su imparable industria de diseño.
Vamos, que estamos comprando lo que arriba ya olvidan por antiguo. "Es un mueble que lo tiene todo para gustar siempre: líneas rectas, marrón sobrio, atemporalidad en general. El mueble nórdico ha llegado a España para quedarse", pronostican.
Saben del tema. Ana es licenciada en Bellas Artes y Alberto es carpintero. Ambos se especializaron en restauración y, después de dos años de negocio en el barrio más alternativo de Madrid, han investigado mucho e invertido todavía más para sobrevivir.
"Más que emprendedores, somos emperdedores", bromea Alberto. "No hemos contado con ningún tipo de ayuda económica institucional y todos conocemos lo caro que es ser autónomo en este país. El pago del IVA trimestral te parte en dos y cada poco necesitamos adquirir maquinaria. En resumen, ricos no somos".
Viven entre tienda y trastienda, de 9 a 21h. La madre de Ana entra a saludar, le da un beso rápido y se va. Están ocupados con el esqueleto de otro encargo de alacena retro. Otro y otro. "Podríamos decir que este mueble nos da de comer cada mes", comentan. Pues bienvenida de nuevo, fresquera. Y gracias, abuelas.
Nacache dijo
Estupendo Julia!
Me gustan estos autónomos de tu autonomía "putativa", jeje.
Les deseo mucha suerte con su trabajo, y es que me encanta
la carpintería. Soy zapatero. Hay que comer.
Carmen dijo
Enhorabuena a estos emprendedores emperdedores como ellos mismos dicen. Que pena que en este país haya que luchar tanto para poder subsistir siendo autónomo. En los tiempos en los que estos muebles eran un clásico en nuestras casas, una familia vivía de un pequeño negocio, ahora solo te da para ir pagando a duras penas. No es justo, aún así muchos ánimos de otra autónoma que a duras penas tira hacia adelante. Suerte!!