Embarrada
Teclea su ordenador con las manos manchadas de barro. Porque hacer cerámica -tan añejo como suena- no supone renunciar a la modernidad. Tampoco significa imitar platos decorativos y figuras kistch de casa de la abuela. Es vanguardia parida mediante un oficio del pasado.
Laura Lasheras es Lusesita. La llamaba así su antiguo jefe, el dueño de un restaurante barcelonés: "Él era de Melilla, no pronunciaba bien la C, así que, con la broma, se me quedó Lusesita". Un alias muy adecuado porque Laura es luz y cercanía. Irradia más calor que el horno de su taller, donde cuece sus piezas:
De niña, en Calahorra, moldeaba plastilina mejor que cualqui...