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Palabras de Juan Diego

    jueves 10.dic.2015    por Blanca Flaquer    2 Comentarios

Como decimos en el programa sobre Los Santos Inocentes de Mario Camus, Juan Diego nos explicó lo que para él significaba entrar en un personaje como el del señorito Iván pero también en cualquier otro. Siempre se pierden muchas respuestas y partes de entrevista en el montaje pero en este caso dejamos una pequeña explicación sobre el oficio transcrita porque creemos que vale la pena. ¡Disfrutadla!

Yo no odio a mi personaje, no lo he odiado nunca. Yo cuando lo hacía lo estudiaba, no lo puedo odiar. Lo que pasa ahora, con el paso del tiempo, evidentemente, es que aquel amor que le cogí yo al señorito…

Sabes lo que pasa, que vosotros no sabéis qué es el poder, ¿verdad que no lo sabéis? Sea un jefe de equipo de maquillaje mismamente o sea un jefe de algo, parece ser que se nota una especie de “subidón” de autoestima que te va llevando a tantas cosas de esas que ocurren en las oficinas y demás. O sea un señorito, el señorito Iván que llega por las mañanas y conduce quilómetros y quilómetros, y esa tierra es mía, y esta chica que es la mujer del pobre Agustín González y cuando llega a comer allí dice bueno pues ya ha llegado el momento de follármela, y se lo hace, y el día de la comunión de su hijo no respeta nada ni la iglesia ni nada y se la lleva a Madrid tumbada en el Mercedes… Claro eso es la hostia, como vas a querer dejar esa vida si no tienes conciencia del dolor, ni conciencia de nada, tienes conciencia del poder, y el poder no mira nada más que eso.

Para meterte en el personaje necesitas sentir esa facilidad. Pero es que yo soy el señorito Iván y soy Franco, y están dentro de mi esas cosas y está dentro de mi San Juan de la Cruz, y el Ángel y el homosexual y el “julandrón” y el “mangui”  y lo peor que puede haber en el mundo está dentro de mí. Y si no es así ¿de dónde aparecen esas malas enfermedades que están dentro de nosotros, de todos nosotros? Y en usted también espectador. No vienen de Marte estos sentimientos, eso está en todos nosotros. Afortunadamente  la cultura, la importancia de la cultura es que todas esas bestialidades de las que provenimos, de ese primer encuentro con el mundo, con la sinrazón del mundo, de los cromosomas, de las bacterias, todo eso que es absolutamente descolocado, eso está aquí (gesto en el pecho), lo construimos nosotros, nuestros antepasados, entonces todo eso lo tienes tú y tú y tú, todos.

El asunto del actor o de la actriz es tener conciencia de ello y buscarlo porque si además está escrito quiere decir que ese que lo ha escrito también lo tiene, ¿o no? El Sr. Delibes claro que lo tiene, y el Sr. Mario Camus y el otro, lo que pasa es que al actor es a quien le toca arañarse buscarse por dentro y sacarlo y hacerte daño, y otras veces hacer así y pasarlo muy bien. Por  ejemplo yo hice “La noche oscura”, en el que hice de San Juan de la Cruz y claro aquello era una maravilla, yo me dejé llevar no hice nada más que ir con los versos todo el día colocado como el místico. Tu eres Dios también y un ángel.

Para el señorito tener esa conciencia de que a tu alrededor hay seres humanos, ese es el poder y eso te hace profundamente feliz. Hasta que de pronto claro... que es la felicidad para un tirano es absolutamente distinta que para cualquiera de nosotros.

Gracias Juan por tu sinceridad y por compartir tu manera de entender el oficio de actor y la vida.  Hay veces que aprendes más que otras, que te hacen pensar más, que te llevas las palabras a casa. Esa tarde fue así para todo el equipo, yo al menos te seguía escuchando días después. Por eso creo que valía la pena compartir tus palabras, que ya no cabían en el programa de televisión. Gracias. 

Equipojuandiego

Blanca Flaquer   10.dic.2015 13:43    

2 Comentarios

Enhorabuena por el programa.
¡ Y hoy ya lo estáis bordando! Seguíd así.
Gracias,
Antonio

sábado 12 dic 2015, 20:24

¡Qué sabio este hombre!

Hace falta verdadera humildad para reconocer al mayor bestia dentro de uno, e incluso quererlo y abrazarlo. Pero sólo a través de esa aceptación se nos puede sanar este espíritu nuestro herido que todas tenemos.

El camino no es 'acabar con los malos' sino reconocer la parte de ellos que está dentro de nosotras. El mundo es un espejo de lo que tenemos dentro. Así, el odio a alguien o algo externo es odio a una parte de uno mismo escindida y no reconocida. Y ahí tenemos servidas nuestras esquizofrenias personales y colectivas (a nivel de grupo, de país... y de raza humana).

Somos hijas y nietas y descendientes de personas agresoras y agredidas, asesinas y víctimas... Todo eso está grabado en nuestros genes y en nuestras células, y sólo cuando afrontamos la terrible conciencia de ello es cuando empezamos a poner paz en medio de ese profundo desgarro existencial nuestro... Y nos empezamos a reconciliar con este mundo desquiciado... Y desde ahí lo empezamos a cambiar de verdad.

domingo 13 dic 2015, 21:36

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