Jayne

Esta era la imagen que iba a presentar nuestro Facebook en la cuarta temporada.


No pensamos decir adiós

Imagino que la racionalidad, esa característica humana de la que adolece el ser humano, contribuye a que aprendamos a evaluar todo lo que nos sucede para sacar el mayor partido posible a ese indeterminado espacio de tiempo al que llamamos vida. En esa constante búsqueda de la satisfacción de los objetivos acumulados, (estoy hablando como un ministro de Economía) asimilamos tantas cosas que, de alguna manera, acabamos viviendo de hábitos. Y aunque el hábito no haga al monje, nos acostumbramos a todo, hacemos cosas, reaccionamos, siguiendo un manual de conducta sin tan siquiera detenernos en el instante que estamos viviendo. Pero siempre hay algo, algo de ese catálogo de emociones, que no hemos logrado domesticar. Yo, a pesar de haberlo hecho muchas veces, no logro acostumbrarme a las despedidas. No me gustan. Vulneran mi espacio físico más íntimo, me obligan a salir del caparazón y mostrar al ‘ser’ que habita dentro y eso…me incomoda. Mentiría si les dijera que no he aprendido a fingirlas pero, aún así, acabo agotado. O sea, que no les cuento lo que le pasa a mi estructura cerebral cuando tengo que despedirme de algo o alguien que me ha hecho disfrutar. Me gustaría ponerme en contacto con los genios que elaboraron la última reforma laboral y preguntarles qué hay que hacer para que una despedida le salga más barata a mi corazón, quién se encargará de darme 33 besos por año disfrutado, si incluso puedo despedirme libremente cuando existe una previsión de pérdidas emocionales, que siempre son las más difíciles de amortizar. Me gustaría poder despedirme como los que una noche dicen que se van a por tabaco y nunca vuelven. No sé si alguna vez, en su huída, sienten remordimientos por no haberse atrevido a decir adiós. Cuando era pequeño, sólo se decía ‘adiós’. Pero hubo un tiempo, quizá en los 80, en el que se puso de moda el ‘hasta luego’ y nunca más volví a pronunciar un ‘adiós’. Ni siquiera ante esas personas que, con dificultad, el destino volverá a poner en mi camino. Y como comprenderán, no lo voy a hacer ahora. Este es el principio del último programa y eso, no es un final. Al menos, no de momento.

...sin dejar de reírnos

Escrito en las paredes del viejo cine estudio Bogart, en Madrid.

Kurt y Courtney

Hola amiguitos:


¿Qué tal los primeros calores del verano? A los seres que habitamos La Transversal, que nos hemos criado en paseos marítimos, esta época del año nos trae emocionantes recuerdos de los concursos de 'miss camiseta mojada' que se celebran en las discotecas-lumpen de las zonas turísticas. Y con el calor, el sudor puebla nuestra piel y las camisetas se nos pegan a la epidermis y todo nos parece muy erótico, muy de especial televisivo del canal Playboy. De hecho, sólo nos falta limpiar un coche y salpicarnos, como quien no quiere la cosa, con la manguera para cumplir con todos los tópicos. Pero bueno, cambiando de tema, que no queremos poneros calientes,...Hace casi un año que el director del programa Carne Cruda, de Radio 3, Javier Gallego, y la directora de la cadena, Lara López, decidieron crear una tira de humor irreverente, indie y esquizofrénico. Y así nació "Kurt y Courtney", la tira cómica de Carne Cruda sobre el matrimonio Cobain. Una especie de 'Matrimoniadas' indie sobre una de las parejas más fascinantes del rock mundial. La serie se emite dentro del programa, los lunes, miércoles y viernes, y ahora, con motivo del verano, hemos decidido recuperar alguno de sus capítulos más divertidos para que formen parte de La Transversal. De hecho, Kurt y Courtney podrían habitar La Transversal perfectamente.
Ayer se emitió el capítulo "28 días después", un homenaje al género de zombies, que tanto nos gusta. Pero cada semana llegará a LT un capítulo nuevo.
De momento, os dejamos con este bonito tema musical que muy bien podría formar parte de nuestras propuestas transversales para un verano musical. Feliz Julio.



Canciones transversales para un verano inolvidable

Queridos amiguitos:


A estas alturas imaginamos que ya sabéis que estamos de vacaciones. Pero eso no significa que, de vez en cuando, algún ser se pasará por este blog y colgará algún detalle sobre su veraneo, se quejará del precio de las cañas en los bares turísticos, lamentará el abuso de calor o directamente dirá que un paparazzi le ha pillado en top less.

De momento hemos pensado que os vamos a preparar un playlist de canciones transversales que convertirán vuestro verano en un verano inolvidable. Nosotros sólo podemos poner la canción: el chulazo/a, las risas, las terrazas, las sombrillas y los gazpachos corren de vuestra cuenta.

Y empezamos con esta canción de CORAZÓN que se titula 'La reina de la pista'. Nos gusta porque detrás de ese melodrama que tanto nos gusta, esconde una letra optimista que nos pone mucho. Suena y uno no puede evitar imaginarse, volviendo de la playa, en el coche, tarareándola.

Lo que colgamos aquí es un videomontaje de Antonio Morales para la presentación del último disco de CORAZÓN -"Nuevo Futuro"- en la FNAC de Barcelona. Ni qué decir que un video que incluya imágenes de Marlene Dietrich, Mina, Divine, Nina Simone, Edith Piaf, Dolly Parton, Eartha Kitt y Bowie es para nosotros, seres que habitamos La Transversal, una especie de declaración de principios convertida en un Hall of Fame. Ideal.



Otro orgullo más

Un 28 de junio de 1969 un grupo de personas le plantaron cara a un sistema represor que les trataba como ciudadanos de segunda, como víctimas perennes de la burla, el escarnio y la prepotencia de los demás. Hasta ahí, todo bien. Pero cuando explicamos que aquello sucedió en el bar Stonewall de Nueva York y que las personas que se rebelaron contra la redada policial eran homosexuales y transexuales, la audiencia pone gesto de “ya estamos otra vez con lo mismo”. A nadie se le ocurriría poner esa cara cuando se habla de lo que significó el 'I have a dream' de Martin Luther King para los derechos civiles de los afroamericanos. Quizá por eso hay que seguir celebrando cada 28 de junio como si fuera el primero. Por eso y porque, por extraño que parezca, a medida que aumentan los logros del colectivo LGTB, crece la homofobia. Lo explicó el investigador estadounidense David William Foster en una universidad mexicana y las cifras de Amnistía Internacional lo confirman. Sólo en Brasil se asesinaron 190 homosexuales en 2008. La ONU tiene aprobada una declaración contra la homofobia pero no emite informes específicos porque algunos países miembros, como Egipto, lo verían como una imposición de los países occidentales. Eufemismo donde los haya. Y no hace falta mirar a los países musulmanes. En nuestra sacro santa Unión Europea, la homofobia planea sobre sus estados sin que a nadie parezca importarle mucho. Las ONG’s alertan de un aumento considerable en Gran Bretaña y las cifras de Italia son escalofriantes. No hay semana en la que algún homosexual o transexual no sea agredido gravemente en alguna ciudad italiana. Mientras, su parlamento se niega a condenar la homofobia por ley y la Unión Europea hace la vista gorda. En España tiene que aparecer una clínica que dice que cura la homosexualidad para que nos demos cuenta que la realidad no es tan amable, que en el fondo, si se rasca un poco, vivimos en un oasis donde toda esa libertad, toda esa aceptación social, es un espejismo.

Para un país, y sus habitantes, celebrar el orgullo gay no es un problema, celebrarlo en traje de chaqueta o en tanga no es un problema, tener pluma o no tener pluma no es un problema; pero ser homófono, sí es un problema. Y cuando hablo de homofobia no sólo me refiero al asesino que sale a la caza del homosexual y acaba de titular sensacionalista de las páginas de sucesos; también señalo al grupo de niñatos que, de botellón, gritan “maricones” a una pareja de chicos que pasa a su lado. Incluso me parece que hay mala intención en la consulta que aparecía la semana pasada en un periódico andaluz, en la que se preguntaba a la gente qué le parecía que el ayuntamiento invirtiera 300.000 euros en financiar los actos del Día del Orgullo Gay. La encuesta, manipuladora y malintencionada, logró que un 82% de la población se posicionase en contra. Claro, con ese enunciado, hasta yo estoy en contra; si hay que ajustarse el cinturón, nos lo ajustamos todos. Así que espero que ese periódico también consulte si hay que financiar el desfile de las Fuerzas Armadas o si en esta época de crisis nos parece bien que cada jugador de la Selección Española cobre 600.000 euros si ganan el mundial.

Les voy a confesar algo, antes de irme de vacaciones. En este programa, no habitualmente, las cosas como son, pero de vez en cuando me encuentro con mensajes en el contestador en el que se me insulta con un lenguaje académico tipo “palomo cojo” o “es que no hay más presentadores en RNE que tienen que poner ustedes a ese maricón…”. Que yo sea un “palomo cojo” no es un problema; que usted coja el teléfono, marque el número del programa y deje ese mensaje en nuestro contestador, con rabia en la voz, eso sí es un problema. Lo que no tengo muy claro, señor, es si su problema tiene solución. Feliz Orgullo Gay a todos y todas.

El final de "Las aventuras de Enrique y Ana"

Queridos amiguitos:


Los que habéis seguido "Las aventuras de Enrique y Ana" en La Transversal, el serial radiofónico más gore desde "Lucecita", recordaréis que todo empezó al poco tiempo de la separación del dúo infantil. A partir de ese momento, miles de aventuras, viajes en el tiempo, posesiones y giros de guión más cercanos a una coreografía de MQB que al manual de Robert McKee poblaron sus apariciones. Pues bien, ha llegado el momento de poner punto y final a esta historia. Son 100 capítulos en los que los personajes han evolucionado incluso más allá de lo que esperaba su propio autor. Ahora, sólo esperamos que, como sucede con las grandes series, esperéis impacientes el final y, acto seguido, os decepcionéis. Una serie que acaba y no decepciona es como tener pareja sin defectos, aunque sean "algo pequeñito...uo uo uo".

Hay un ser que habita al otro lado de La Transversal, Emilio Julián, que estaba investigando para convertir el serial en una viñeta de animación para que forme parte también de nuestro canal Carne de Videoclub. Quién sabe...puede que "Las Aventuras de Enrique y Ana" regresen convertidas en serie de dibujos animados, rollo "South Park". En cualquier caso, nos emociona que no queráis que se acabe porque eso significa que hemos logrado que dos seres tan oscuros se hayan convertido en entrañables para vosotros y eso es lo mejor que le puede pasar a un guionista.

Os queremos

Los seres que habitan La Transversal

Presentación del 21 de junio

Me gusta la pasión. Es emocionante, nos enloquece y nos revoluciona los sentimientos como si estuviésemos centrifugando las 24 horas. La cuestión es, ¿qué nos puede llevar a ese estado de éxtasis? Pues desde un show de los Chippendales o una noche con Scarlett Johansson hasta un gol de la selección española. Incluso creo que el gol podría anular todo lo anterior. La pasión por el fútbol es algo que despierta mi antropólogo dormilón. Asisto a ese frenesí como si siempre fuese la primera vez. Y mira que se repiten comportamientos y cánticos pero oye, es como los estrenos de Almodóvar, que siempre son iguales, siempre van los mismos, pero no puedes evitar interesarte. Yo vivo en una calle peculiar porque se dan cita diferentes bares, que reúnen una clientela de diferente nacionalidad, y todos retransmiten los partidos del Mundial y los anuncian en la puerta, como si fueran la especialidad de la casa, junto a las patatas bravas y a las croquetas de camarones. La especie humana tiende a disfrutar más de un gol si está en el bar que en el domicilio particular, pero vamos, eso, como visitar asiduamente al proctólogo, es cuestión de gustos. Tengo, en la misma calle, un bar que reúne a muchos aficionados británicos, otros que convocan a españoles, otro que se llena de italianos y otro lleno de africanos que ven cualquier partido. El miércoles pasado, la calle fue un ¡uyyyy! constante. A mí esa pasión me encanta. Lo que sucede es que, como toda buena pasión, nos ciega, nos obnubila, nos hace primarios y, en el caso del fútbol, tremendamente patrióticos. El miércoles pasado la única esperanza que tenía este país nuestro de superar toda su racha de malas noticias era el triunfo de la selección. De hecho, creo que los más interesados en que ganasen eran los miembros del Gobierno, que a la misma hora que España jugaba contra Suiza, ellos aprobaban la reforma laboral a decretazo limpio. Sólo los goles de la roja nos harían olvidar los balonazos de los rojos. Disculpen el juego de palabras pero es que me lo han puesto a huevo…Esa pasión convertida en opio para el pueblo acabó siendo aspirina sin efecto placebo. Y encima, en Madrid, el cielo que cubría la ciudad no era de un 16 de junio sino, más bien, de un 19 de marzo. En mi calle, nadie coreó el nombre de España. Y mi calle es muy de celebrarlo todo y muy alto. España nos contradice, nos ilusiona y nos decepciona por igual. Y eso sólo lo puede lograr la pasión. Por mi parte, como el fútbol me importa un pimiento y estoy del Waka Waka de Shakira hasta el mismísimo waka waka, estoy pensando en estimular mi pasión con otros mecanismos. Se aceptan ideas.

La Transversal con La Roja (versión buena)

La Transversal con La Roja

La Transversal


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