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Alguien se coló en el nido (¡qué cuco!)

Día 21 de Agosto, quedan cuatro para que finalicen los Juegos de la 29ª Olimpiada en Beijing, y el hormiguero que se apelotona en estación de Metro más próxima al Anillo Olímpico adquiere hoy dimensiones épicas. ¿La razón? Más de 3 millones de visitantes de las provincias chinas a las instalaciones olímpicas. Cifra que atemoriza y que hace largo cualquier trámite, incluso el de comer en uno de los Mc Donald's más grandes del mundo, el del Anillo Olímpico.

Al salir de comer nos encontramos a una marabunta de chinos rodeando el pabellón de China Mobile. Gritan, ríen, corren en busca de una foto de, imaginamos, uno de los ídolos locales, quizá un gimnasta, un lanzador o un esgrimista. Preguntamos a una de ellas que, con acento oriental, nos explica a quién debemos todo el revuelo: "Samalanch". El presidente honorífico del COI, que goza de gran éxito en la Villa , con un club de fans que no tiene nada que envidiarle al de otros deportistas.

Una vez pasa el coche oficial nos dirigimos de nuevo al Estadio Nacional, preparado para las citas atléticas del día 21. Una jornada que figuraba en letras de oro en el calendario chino, la elegida para que la guinda del pastel coronara la tarta de los Juegos: Liu Xiang revalidando el título olímpico ante el mundo entero en la final de los 110 metros vallas. El resto es historia conocida: el príncipe lesionado no toma la salida y brotan las lágrimas en el Estadio, será uno de los momentos históricos de Beijing 2008, con su consiguiente polémica alrededor, que también está reflejada en la Villa .


Pese a ello, las entradas son imposibles de conseguir, llegaron a pedirnos 600 euros en la reventa . Tengo dos entradas válidas, pero somos 4 personas. Esta mañana me sobraron dos de balonmano. Decidimos probar suerte en el control de seguridad del Nido de Pájaro . La táctica es clara: "enmascarar" las dos entradas falsas entre las buenas, e intentar que cuelen e intentar atravesar la maraña de seguridad que constituye el Estadio.

Elegimos la fila de vallas más concurrida, para que se esmeren lo menos posible. Uno de nosotros se queda rezagado mientras el resto avanza firme y, cuando la voluntaria de turno lo pide, señalamos al último hombre, que blande las entradas firmemente. Cruzamos la línea, estamos dentro, y seguimos andando tranquilamente, sin mirar atrás. Nadie viene a por nosotros, nadie nos grita, ni nos agarra por el pescuezo. Giramos una curva y llamamos al cuarto hombre. "Estoy en la puerta M3". Nos lo encontramos. ¿Qué pasó? Obviamente, la chinita de turno comprobó que las entradas no eran las buenas, pero quedó tan sorprendida de que siguiéramos andando que no reaccionó a tiempo. El último hombre, con las entradas en la mano, accedió por otra de las puertas.


El Estadio Nacional, aún así, vivió un lleno histórico, aunque la jornada de ayer no lo fuera tanto, en parte por la eliminación de Reina , por el pésimo papel de Wariner y por la batalla que no se vivió entre China y el resto del mundo en los 110 metros vallas. Después de la anécdota, me queda pensar en que, si es tan fácil acceder sin entrada a una instalación, por qué siguen estando tan vacías .

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