Entradas a precio de oro (olímpico)
Tras un emocionante partido de waterpolo ante Australia (con momentos inolvidables entre la afición española y el príncipe Felipe ) estuve hablando con los aficionados españoles, entre los que estaba una protagonista de este blog, Yoana y su familia (por cierto, Paloma , al final consiguieron entradas). Allí conocí a Luis y Cristina, que me enseñan orgullosos su bandera española. Es una rojigualda que, sin embargo, tiene una historia bellísima: no pudieron comprarla en ninguna tienda, así que se acercaron a un taller, donde les fue confeccionada en quince minutos. Nos han dejado una foto muy interesante en su perfil de la Villa . Otros aficionados me comentaron que, si quería ver el España - China de baloncesto, debería intentar acercarme al pabellón Wukesong y que en la reventa podría conseguir entradas por unos 50 ó 60 euros para ver las andanzas de Navarro y compañía.
Decidí acercarme al pabellón y en sus inmediaciones me encontré con Álex , él sí que tenía entrada, y me propongo atacar a la manera occidental. Los reventas nos asaltan y las primeras cifras son de 500 euros, pero, conforme se acerca la hora del partido, el precio baja hasta los 150 ó 200 euros por butaca. Decido imponerme un límite sensato de 100 euros (10 veces más del valor facial del billete) y confío en que cerca del salto inicial los chinos aflojaran. Pobre de mi, la reventa no tiene nada que ver con la que he visto en Occidente, ni con lo que siempre me contaron del regateo en este país.
Los chinos no te atacan, ni parecen interesados u obsesionados por venderte la entrada. No hablan inglés, y apuntan en el teléfono móvil el número que piden por la entrada. Cuando haces ademán de irte, no te persiguen, ni te lanzan una nueva oferta. En mi caso, un joven intérprete intermedia entre los grupos para conseguir llegar a acuerdo, imagino que comisionado por los reventas, que rodean, algo de lejos, el Wukesong Arena (por temor a un control policial que, realmente, es mero paripé).
El partido empieza. Lanzo mi última tentativa. 2000 yuan, 2 entradas. 3000 yuan, me sigue diciendo mi interlocutor, que se ríe. Le hago gestos de que me da igual, que voy a verlo al hotel o a un bar. Amenazo con irme y le vuelvo a decir desde lejos: "2". Él me enseña 3 dedos y se ríe. "3". Me marcho. No me persigue, el partido ha comenzado, esas entradas están perdiendo valor cada minuto que pasa y le estoy ofreciendo una buena cantidad de dinero para la economía china. No me lo explico, así que pregunto a unos chinos que hablan español con acento navarro. Me explican la filosofía china: "Su orgullo no le permite venderte la entrada por menos dinero del que cree que vale esa entrada. Hoy juega Gasol contra Yao Ming, que aquí es un semi dios. Prefiere comerse la entrada a darla por menos dinero de lo que él considera que vale. ¿Lo entiendes?
No, amigo, no lo entiendo, pienso mientras vuelvo al hotel.
PD - Álex vuelve del partido contentísimo y me enseña un vídeo muy interesante del despliegue y la organización del torneo de baloncesto. Además, ha disfrutado de una victoria de España. Yo pienso en los 3 dedos del reventa chino y me encojo de hombros. Otra vez será.