Ariel, adiós...
Ariel encuentra a su Alfonsina en el mar…
Ariel Ramírez, la voz del nativismo argentino de corte clásico, fallecía el pasado 18 de febrero a la edad de 88 años, tras una vida de completa entrega a la difusión del acervo musical iberoamericano. En su carrera como pianista, compositor y pedagogo, Ramírez reivindicó sin descanso, el valor de las raíces folklóricas y populares, una herencia que después él recreaba alumbrando obras de envergadura compleja. Su condición de compositor académico, le permitió por tanto, trascender los límites del localismo para apelar a un mensaje universal.
Ariel Ramírez alcanzó la inmortalidad gracias a obras como la Misa Criolla, Navidad Nuestra o el ciclo de Mujeres Argentinas, al que pertenece Alfonsina y el Mar, uno de los títulos sagrados de la canción latinoamericana, inspirado en la figura de la poetisa Alfonsina Storni, quien se adentró en el Mar del Plata para no regresar jamás. De la misma manera en que ya no volverán ni Mercedes Sosa, la cantante mítica fallecida el pasado mes de octubre, ni su amigo Ariel Ramírez, quien nos dejaba hace tan sólo unos días.
Nacido en Santa Fe, en 1921, Ramírez se crió en una familia con inquietudes intelectuales; de hecho, su padre era maestro, periodista y escritor. En su ciudad natal comenzó sus estudios musicales alcanzando un nivel de pianista solista, al tiempo que se licenció como profesor de escuela. Radicado en Córdoba, con apenas veinte años, conoció al mismísimo Atahualpa Yupanqui, el oráculo de la música indígena, quien lo impulsó a viajar por las provincias de Tucumán, Salta y Jujuy, para poder investigar de primera mano, la cantera inagotable de la música folklórica.
Pero Ariel Ramírez era consciente de la necesidad de formarse al más alto nivel académico, para poder dar forma a esa materia prima que emanaba del pueblo. Así que a su conocimiento de la canción popular, los ritmos y las melodías de las diferentes regiones argentinas, había de integrar una sólida base armónica y compositiva. Es por ello, que acude al Conservatorio Nacional de Buenos Aires para asistir a las clases del maestro Luis Gianneo, uno de los pioneros en la reelaboración del material autóctono como lo demuestran las Danzas Argentinas que les ofrecemos en versión del Trío Arbós.
Con el bagaje aprendido en el conservatorio, Ramírez cruza el Atlántico y desde Roma viaja por diferentes países europeos llevando sus propias creaciones, así como parte del repertorio pianístico argentino, presentándose en auditorios de prestigio como la Academia de la Música de Viena, la Musikhalle de Hamburgo, el Wigmore Hall de Londres o la Radio Vaticano donde fue recibido tras su concierto por el Papa Pio XII. En 1951 se instala en Madrid, donde fue becado por el Instituto de Cultura Hispánica para emprender estudios sobre la música de tradición oral española. Al regresar a Sudamérica, primero se establece en Lima y después, vuelve a la Argentina donde funda la Compañía de Folklore Ariel Ramírez, al frente de la cual, recorre Iberoamérica durante más de dos décadas.
A mediados de los años sesenta, Ariel Ramírez afronta la tarea de integrar los ritmos, danzas, temas y melodías indígenas con la estructura de dos formas sacras de la tradición europea clásica, como son la cantata y la misa. Junto con afamada Navidad Nuestra, la obra que consagra a Ramírez en el ámbito internacional es la Misa Criolla, un canto de paz y compasión que escuchamos en la voz del tenor José Carreras junto al Grupo Huancara, la Coral Salve de Laredo y la Sociedad Coral de Bilbao a las órdenes de José Luis Ocejo y Gorka Sierra. A lo largo de los números canónicos de la misa, Ariel Ramírez daba forma a los siguientes aires folklóricos como son: comenzaba con un Kyrie que respetaba el patrón rítmico de la Vidala y después seguía con el Gloria que sonaba a Carnavalito y Yaraví; el Credo recordaba a una chacarera trunca, el Sanctus recreaba un carnaval cochabambino y para finalizar, un Sanctus Dei al estilo pampeano.
Esta grabación de la Misa Criolla tuvo lugar en la Iglesia de la Bien Aparecida, Santander, en 1987, casi veinte años después de la composición original. Con esta Misa, Ramírez emprendió numerosas giras por Europa que le llevó a dirigir esta obra hasta en el propio Vaticano. Entre los conciertos emblemáticos cabría destacar la presentación de la Misa Criolla en la Expo Sevilla 92, o el estreno en Londres con motivo del 125 aniversario del Royal Festival Hall, ocasión en la que Ramírez dirigió su Misa Criolla ante 3000 espectadores. Sin duda, este canto de esperanza y concordia entre los seres humanos es una de las obras religiosas del siglo XX iberoamericano más singulares, debido a la fusión entre las formas sacras de la tradición europea con los ritmos y las danzas de los indígenas andinos.
Según informa la prensa argentina, la última vez que ha sonado en directo esta Misa Criolla fue el pasado sábado, cuando antes de llegar al Salón de los Pasos Perdidos del Congreso Nacional, el féretro de Ariel Ramírez fue velado en plena calle Lavalle de Buenos Aires, frente a la sede de la Sociedad General de Autores (SADAIC), de la cual fue presidente en varias ocasiones. El silencio de la comitiva se rompió con algunos fragmentos de esta Misa Criolla y cómo no, de su Alfonsina y el Mar… Su hijo, el también pianista Facundo Ramírez, cree que el maestro hubiera querido ser recordado como “aquél que lo dio todo por la música folklórica de su país, Argentina”.
*En la imagen: Mercedes Sosa (cantante), Félix Luna (escritor) y Ariel Ramírez (compositor y pianista); intérprete y autores de la canción "Alfonsina y el Mar".
*Pueden volver a escuchar este monográfico en la edición del espacio América Mágica (22/02/10)