Pedro Rodríguez, la cultura del armario
viernes 5.feb.2016 por Rafael Muñoz 0 Comentarios
-Barcelona expone el legado del modisto-
Diseño de Pedro Rodríguez con el cuerpo bordado con perlas y cristal.
Sobre la pasarela, instalada en la Casa Llotja del Mar vemos las colecciones para el otoño e invierno de 2016 y 2017. Los modelos y las modelos llevan prenda de neopreno, tules plastificados y reinterpretaciones de la moda de los 60, 70 y 80. La música es estridente, las carreras por coger sitio y el flujo de invitados son una locura.
Justo encima, un piso más arriba, la calma es total. En el salón dorado el tiempo se detiene, con respeto, ante la obra de Pedro Rodríguez, uno de los grandes
Una veintena de vestidos del maestro se reúnen bajo el nombre de ‘Pedro Rodríguez: Cultura en el armario’ y se exponen para que el público y la prensa pueda ver de cerca el trabajo del valenciano, que montó su atelier en Barcelona en 1919 y diez años después ya era uno de los más valorados.
Tres detalles de los diseños de Pedro Rodríguez.
Rodríguez arrasó en los años 40 y 50, épocas doradas de la costura, pero la llegada del prêt-à-porter supuso, como para sus compañeros, un duro cambio. El modisto intento adaptarse a los nuevos tiempos y a las nuevas necesidades pero poco pudo hacer en unas décadas, los 60 y 70, marcadas por la revolución textil y la transformación de la moda.
En sus años gloriosos trabajó en París y vistió a elegantes actrices como Ava Gadner, Sofía Loren o Audrey Hepburn, y a mujeres como la duquesa de Alba o Barbara Hutton. Sus clientas en España nunca le fallaron y una de ellas, María Brillas, le fue siempre fiel.
Diseño en blanco con el cuerpo muy trabajado con bordados y aplicaciones,
La señora Brillas tuvo hasta 360 piezas de Pedro Rodríguez (fallecido en 1990), un baúl de lujo, arte y cultura que luego heredó su hija, Carmen Ensesa. Esta ha donado la mayoría al Museo del Diseño, que guarda además las colecciones del desaparecido Museo de la Indumentaria de Barcelona.
Pedro Rodríguez falleció en 1990. 14 años antes había guardado guardó sus dedales, agujas y tijeras y había cerrado sus tiendas de Barcelona, Madrid y San Sebastián. Echó el cerrojo a su negocio y a una forma única de entender el oficio.