LIO HABEMUS
Ya está liada la mundial, o sea, en el mundial hay lío, arbitral, se entiende. Los colegiados de los partidos Argentina-México y Alemania-Inglaterra la han hecho buena con sus erróneas decisiones en jugadas puntuales pero que resultaron ser decisivas de cara al gol. Un fuera de juego argentino propició el primer gol de Tévez para la albiceleste, y luego, un golazo del inglés Lampard no subió al marcador porque el colegiado o sus asistentes no se enteraron de que el balón había rebasado en casi un metro la línea de gol. Y claro, esto no ha hecho si no reabrir la caja de los truenos en torno al debate de la aplicación de las nuevas tecnologías en el fútbol.
Lo del fuera de juego todavía tiene un pase. Estamos hartos de ver en la Liga española cómo en este sentido las equivocaciones favorecen tanto a unos como a otros. Es decir, goles anulados por fueras de juego inexistentes o goles que suben al marcador marcados en flagrante posición antirreglamentaria. Bueno, ahí la discusión da para mucho, porque se suelen equilibrar los aciertos con los errores y, al final, la mayoría quedan tan contentos.
Lo que para mí tiene menos pase, es lo del balón que rebasa la línea de gol y el árbitro no lo da como bueno…o sí. La historia se remonta, nada menos, que al año 1966, en el Mundial de Inglaterra. Final de la Copa del Mundo entre la propia selección inglesa y Alemania. Un balón que tras dar en el larguero bota en la línea de gol y el colegiado que concede el tanto…Al final, triunfo de los ingleses por 4-2 y la Copa del Mundo que se queda en poder del país organizador.
Y luego, Mundial de México de 1986. Partido de la primera fase entre Brasil y España. Potente disparo de Michel desde la frontal del área y gol que el árbitro, un tal Bambridge, australiano, no concede porque no vio que el balón había entrado casi un metro en la portería brasileña. ¡Cuánto se habrá acordado el hoy técnico del Getafe de su gol a Brasil viendo el partido de octavos entre Alemania e Inglaterra el otro día!
La FIFA ha sido históricamente reacia a introducir cambios en el reglamento. Es más, hay reglas cuya aplicación se estudian primero en las categorías inferiores o en competiciones menores para después terminar de aprobarlas, si les convencen, para todos los partidos. Esto del balón que rebasa la línea de gol no es nada nuevo. Hace ya varios años, un grupo de ingenieros españoles entre los que se encontraba Agustín Domínguez, hijo del que fuera Secretario de la Federación Española de Fútbol en tiempos de Pablo Porta, ya me enseñó un sistema que mediante un pequeño “chip” colocado en el interior del balón podía transmitir una señal en cuanto el balón rebasara completamente la línea de gol. Era tan sencillo como efectivo…pero ignoro el motivo por el que no se llegó a poner en práctica.
Desde hace ya unos cuantos años, muchos otros deportes han ido incorporando las nuevas tecnologías para mejorar la calidad de los arbitrajes. El fútbol americano, el baloncesto, el tenis y su ojo de halcón…No es hacer de menos, por supuesto, la labor arbitral, cuyo criterio debe ser el que prevalezca, pero hay que rendirse a la evidencia para no tener que lamentarlo después.
El propio presidente de la FIFA, el suizo Joseph Blatter, ha tenido que pedir perdón públicamente a las delegaciones de México e Inglaterra por los errores cometidos en sus partidos ante Argentina y Alemania, respectivamente, y ha anunciado la reapertura del debate sobre la utilización de las nuevas tecnologías para ayudar a los árbitros a tomar sus decisiones en un próximo congreso de la FIFA en Cardiff en el mes de julio.
De momento, aquí en Sudáfrica se valora como positiva la actuación de los colegiados. Lo ha dicho el responsable arbitral de la FIFA, el español José Mª García Aranda, que reconoce los errores de sus subordinados, pero que también valora como positivo lo visto hasta ahora en los más de 50 partido que se llevan pitados. De todas formas aun con la aplicación de tecnologías y demás utilidades para mejorar la calidad arbitral, lo que se trata también es de que el fútbol no pierda ese pequeño componente de polémica que rodea a cada encuentro y que lo hace ser diferente al resto de los deportes. O de qué se hablaría durante toda la semana en las tertulias, oficinas o bares de nuestro país… ¿De la crisis económica? Mejor nos quedamos con el fútbol. ¿No os parece?