4 posts de octubre 2010

Rotondas

Fin de semana en La Mancha. En Madridejos hemos aprendido mucho sobre el cultivo y la elaboración del azafrán. ¡Es un proceso fascinante! El domingo, al final del programa, ya fuimos capaces de mondar algunas rosas sin cargarnos los estigmas. ¡Qué bien!

Hemos vivido dos días intensos. Cuando emitimos desde una localidad y nos alojamos en otra (como ha sido el caso) la cosa se complica. Y si además tenemos alguna actividad extra en la agenda, ni les cuento. El sábado por la tarde, despues de visitar el Museo del azafrán y de restaurarnos un poco, Nieves, José Mª, José Ramón y servidora salimos hacia el casino de Aranjuez donde se entregaban las Antenas de oro. Nos costó llegar y nos costó salir gracias a la deficiente, escasa, lamentable e indignante señalización de la A-4. Dimos decenas de vueltas en las rotondas buscando algun indicador que nos orientara y queriendo regresar a la autovía llegamos, por este orden, al hospital, a las urgencias y al tanatorio de Aranjuez. El responsable de tamaño despropósito (¿quién decide qué rótulos se ponen y dónde?) debería, como penitencia, pasarse la noche entera dando vueltas a una rotonda.

Íñigo recibió su Antena y nosotros le aplaudimos a rabiar. Dijo unas cuantas mentiras piadosas sobre mí (¡cómo se lo agradezco y cuánto me emocionó!), le entregué a Flo su estatuilla y salimos pitando. A pesar de ello el madrugón fue de órdago y el domingo tuve la sensación de que alguna de mis neuronas no acabó de conectarse.

Hoy escribo poco y a escondidas (mi querido traumatólogo Luis Orozco me ha prohibido escribir). El brazo me sigue doliendo...

¡Quisieraaaaaa ser!

Terminamos el programa del domingo cantando "Quisieraaaaa ser" a grito pelado. Para evitarnos las críticas de Íñigo tuvimos el detalle de quitarnos los microcascos. Así no castigamos más de lo necesario a nuestra audiencia.

Acabar el fin de semana con un momento festivo-musical se ha convertido en una costumbre. Nos encanta y creo que nos sirve de catarsis después de casi cinco horas de tensión: que el invitado no llega, que el ordenador se ha colgado, que hay que cambiar el orden de las secciones, que no aparece un guión o que no entra una sintonía. En fin, qué les voy a contar. Son intríngulis de nuestro trabajo que van incluidos en el sueldo pero que, a pesar de ello, provocan buenos sobresaltos. Esta semana lo he vivido con mi querido Juanjo Millás. Tengo la sensación de que los hombrecillos protagonistas de su última novela son amantes de las jugarretas y nos han gastado una buena. Aunque, más que a los hombrecillos, la culpa hay que echársela a un taxista que ignora que la Diagonal (eje de Barcelona) está cortada y que además desconoce rutas alternativas.

Ha sido una semana movida y emotiva. Hemos recogido dos premios en dos días. El jueves, en la sede del CSIC, la Federación española de directivas, ejecutivas, profesionales y empresarias (FEDEPE) nos entregó su galardón anual en el apartado de medios de comunicación. Lo agradecí de corazón porque el periodismo es una pasión que exige muchas renuncias (sobre todo si eres mujer) y lo habitual es que nadie lo reconozca. El viernes, en el Parador de Alcalá de Henares, la APEI-PRTI premió con un micrófono de los informadores nuestros primeros 1000 programas. Me gustó especialmente recibirlo de manos de un maestro como Jorge Arandes al que tanto admiro.

El sábado intentamos (Victoria, Viñas, Íñigo y yo) realizar un pequeño recorrido turístico por la ciudad pero con José Mª es imposible. Primero porque es la persona más popular de España, y segundo porque es el más disuasivo de los acompañanantes. Ya conocen su lema: vista una, vistas todas. ¡Cómo nos reímos!

A pesar de eso, he descubierto Alcalá, he constatado una vez más la amabilidad del personal de Paradores y sí, lo reconozco, me he puesto morada de almendras garrapiñadas.

El cava i el codo

Estoy escribiendo con una sola mano. ¡Menuda proeza!

El viernes tuve un accidente laboral (o sea, me caí tontamente en el estudio) y me ha costado un codo. No es grave pero sí muy doloroso; y, como tantas cosas en la vida, tiene una parte buena y una parte mala. La mala es que me cuesta dormir, no puedo conducir y necesito ayuda para casi todo. Y la buena es corroborar que mis compañeros no sólo son excelentes profesionales sino además excelentes personas. (¡Cómo me han cuidado Victoria, Carles, David...!)

Con mi brazo en cabestrillo pero con la moral bien alta hemos celebrado una vez más (y ya van ocho) la vendimia del cava en la Plaza Mayor de Madrid. Como siempre, la organización por parte del Consejo Regulador del Cava resultó impecable (gracias, Gustavo y Mª Eugenia) y a pesar de la lluvia la carpa se llenó a rebosar. Soy consciente de que muchos escuchantes están ahí año tras año y, aunque ellos no se den cuenta, me conmueve reconocerlos. Verónica Forque madrugó para acompañarnos y nos regaló esa simpatía suya tan contagiosa.

El domingo, ya desde el estudio, tuve la suerte de conocer al eminente neurólogo portugués Antonio Damasio. Si digo que es un sabio no descubro nada pero es que además me pareció un señor encantador. Y eso, dada su relevancia, sí es noticia. La entrevista, al ser en directo con traducción simultánea, requería un esfuerzo de atención pero creo que valió la pena.

José María Íñigo y Joaquín Carbonell la liaron parda con el asunto de los calzoncillos con abertura o sin ella. Me temo que esto será como el famoso moquero de Labordeta: una polémica sin fin. Pero ¿y lo que nos vamos a reír?


Para comérselos

Imanol Arias y Juan Echanove son dos excelentes actores y, además, dos excelentes personas. Se han pasado unos meses recorriendo España para dar a conocer lo más peculiar de su cultura y su gastronomía y todo ese material se ha convertido en una serie televisiva: "Un país para comérselo". Hemos coincidido dos veces en los últimos días: en la radio (donde compartimos una cuchipanda modesta pero suculenta a media mañana del domingo) y en La 1 de TVE, en el programa de Boris Izaguirre que se estrenó el lunes. Hay gente "para comérsela".

Y hablando de gente estupenda, esta semana estoy contenta porque José María Íñigo ha ganado una Antena de oro. No voy a decir que lo merece porque sería una obviedad. És un comunicador tan extraordinario que los premios se quedan pequeños a la hora de reconocer su grandeza (que no su altura, ja, ja). Pero a menudo tengo la sensación de que no le hemos hecho justicia. Ha sido y es un hombre moderno. Muchas generaciones (entre ellas, la mía) descubrimos la magia de la televisión gracias a su trabajo. Y algo importantísimo: le ha dado dignidad a nuestra profesión.

Como se puede comprobar (y lo he dicho otras veces): le quierooooo. Ojalá podamos hacer juntos un largo camino...

Dos cosas más: no dejen, por favor, datos personales (direcciones o teléfonos) en esta bitácora porque eso nos impide publicar sus comentarios. Si quieren ponerse en contacto con el programa o con algún colaborador escríbannos a la dirección de correo electrónico: [email protected] y desde allí les podremos responder.

Y segunda: recuerden que el sábado tenemos una cita con los escuchantes madrileños en la Plaza Mayor para celebrar la vendimia del cava. Es un encuentro anual especialmente entrañable. ¡Les esperamos!

Pepa Fernández


Pepa Fernández es la directora del programa 'No es un día cualquiera', de Radio Nacional, que se emite los sábados y domingos por la mañana.
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