Los olvidados de la Historia han sido mi obsesión. He sentido emociones fanáticas y felices al descubrir personajes fenomenales a quienes, por pura pereza de este país de farándula y fútbol, se ha otorgado el menosprecio de la ignorancia. Leo la crónica fabulosa de la conquista de México, escrita por el soldado raso Bernal Díaz del Castillo, y sencilla y directamente alucino. Qué diferente y enriquecedor es acudir a las fuentes originales que narran los hechos, transcritos por quienes los protagonizaron. Lo que escribe este aventurero de Medina del Campo sobre los tiempos en que acompañó a Cortes con apenas cuatrocientos compañeros en el territorio del imperio azteca es tan estupefaciente que me cuesta dejar de leer.
Leo una relación de campaña tan apasionante como la expedición de aquellos 10.000 mercenarios griegos contra el rey Ciro de Persia. Perdóneme el lector este cultismo pero no se me ocurre mejor comparación. De todos modos, yo le recomiendo que se fíe de mí y se descargue un puñetero PDF de la Anábasis de Jenofonte y verá como uno puede disfrutar como cochino en charca con la prosa desnuda y descarnada escrita hace más de veinticuatro siglos. Lo digo muy en serio, la lectura no es para moñas. Es un privilegio de los seres humanos y hará tu vida más interesante, para ti y para los que te rodean.
En este texto de Bernal Díaz del Castillo encuentro valor, esfuerzo, hidalguía y una epopeya tan asombrosa y espectacular que parece mentira que seamos tan necios por olvidarla y no hacer decenas de películas. Ah, se me olvidaba. La conquista de América tiene mala prensa.
Dicen que la historia la escriben los vencedores. Es una frase tópica y típica que esconde algo de verdad y algo de mentira. La verdad es que todos los vencedores han tratado siempre de escribir su propio relato histórico pero también es mentira porque los perdedores han escrito su propia verdad, y en no pocas ocasiones éste relato de la heroica derrota ha sido el que ha prosperado.
América se puede considerar hoy el gran solar de la contradicción de los relatos históricos, entre el escrito por los vencedores y el escrito por los vencidos. Ojalá fuera así, porque me temo que en realidad lo que presenciamos no es un goyesco combate a garrotazos entre dos ignorancias ciegas, sino a un animoso púgil disfrazado de indígena (aunque en realidad sea de descendencia europea) fajándose contra su propia sombra, porque el otro combatiente, el español, está a otra cosa.
España, desde luego está a otra cosa. Está al fútbol, a la crisis, al consumismo, a la queja contra el sistema. La historia española en América a España, directamente, se la sopla. En la mayoría de los casos, los españoles ni la conocen ni les interesa ni ven en ella nada que les atraiga. Puro rollo. Y en los pocos casos en los que alguien tiene opinión sobre ella, casi siempre ha adoptado el discurso del hipotético vencido y da por bueno que sus propios antepasados fueron allí a matar y violar movidos por hambre de oro. Versión que aceptan sin conocer los hechos exactos ni buscar en las fuentes originales.
Pero a mí sí me interesa la historia de mi país, con sus luces y sus sombras. Me divierte conocerla y me apasiona recorrerla. No es patriotismo, es puro egoísmo de hedonista. Me lo paso como un enano leyendo viejas crónicas e imaginando a esos hombres afrontando esa geografía imposible. Otros prefieren los vídeojuegos con personajillos animados que disparan balas de píxels, pero para mí la historia épica de los barbudos de hace cinco siglos es más apasionante, más creíble. Cuando leo que un joven soldado de 26 años llamado Cristóbal de Olea salvó dos veces a Hernán Cortés de ser capturado y acabó muriendo por ello, me sorprende que su nombre ni siquiera está en la Wikipedia. Siento que estamos en deuda con ellos porque por lo menos sus paisanos merecerían saber quién fue ese valiente.
Y eso voy a hacer de nuevo. He tenido el privilegio de poder viajar durante ya siete años por todo el mundo para vivir en persona estas epopeyas, he visto con mis propios ojos los lugares donde la Historia se escribió y he conseguido que algunas personas la conozcan y disfruten con la intensidad y pasión que yo lo hago a través de mis escritos y películas. Han sido siete intensos años y para mí ha sido suficiente. Siento que he llegado al final de una muy fructífera etapa. He escrito varios libros de viajes, he filmado un montón de vídeos y me despido con una serie de televisión sobre la Historia de España en Sudamérica. Ha estado muy bien.
Es como para estar orgulloso, y lo estoy. Pero antes de abandonar el teatro, voy a bailar mi última danza de guerra. Me voy a México a hacer lo que me pide el cuerpo, la cabeza y el espíritu después de leer la Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España. Viajar en moto para ver con mis propios ojos lo que vio Bernal Díaz del Castillo y recordar esos nombres olvidados. Y lo contaremos aquí. Espero que ustedes lo disfruten tanto como pienso hacerlo yo.
Fantástico! Maravilloso! Y nosotros que lo podamos ver y disfrutar!!!
Publicado por: pepe | 10/29/2014 en 05:37 p.m.