"Estambul, la ciudad del regreso, donde siempre se vuelve. Esta es mi cuarta vez aquí. En cada ocasión llegué por un camino diferente. Siempre me he quedado más de una semana. Estambul, un país en sí mismo, diferente a Turquía. Un país que huele a kebab, a zumo de naranja, a azúcar derritiéndose, a perfume, a basura y a cerveza, donde los velos se alternan con las minifaldas y las chicas beben, fuman y van a las mezquitas a rezar. Estambul, patria de todos y propiedad exclusiva de nadie.
La conocí en 2009 tras atravesar Ucrania y Rusia, sufrir lo indecible en la desolación de Kazajistán, después de recorrer la Ruta de la Seda y admirarme ante las mezquitas de Samarkanda y beber arena en el reseco mar de Aral, tras cruzar el Caspio en un asqueroso paquebote que me depositó agotado en Bakú, y después de recorrer Georgia con las tropas rusas a pocos kilómetros de mi recorrido, ingresé en Turquía y de pronto me pareció haber regresado a Occidente.
Un día de julio de 2009 crucé el puente del Bósforo y me planté de nuevo en Europa, en la Europa mestiza, contradictoria, viva, excesiva, ruidosa y atractiva de Estambul. Quedé admirado por el enjambre de estímulos, por la espesa madeja de gentes, regateos, vasos de té, dulces y kebabs. Inmediatamente me supe en casa y me enamoré".
Rescato hoy párrafos del libro Operación Ararat porque amo Turquía y amo Estambul. Después de España, lo considero el mejor país del mundo. Quien conoce a los turcos sabe de lo que hablo. Cada vez que se produce un atentado en Europa asisto a las condolencias generalizadas, cuando sucede en Turquía parece que sucediera lejos, que le suceda a "otros". Sin embargo, no es así. Turquía es el punto de unión entre una Europa cada vez menos cohesionada y un Oriente Medio completamente desestabilizado. Turquía, con sus deficiencias, es una democracia madura, estable y próspera. Y su estabilidad es absolutamente vital para nosotros, de modo que lo que les suceda a los turcos, no les sucede a otros. Para mí desde luego que no, ni en mi propio interés sociopolítico ni mucho menos en lo afectivo.
Así mostramos en Diario de un Nómada esa maravillosa capital de la convivencia que los fanáticos quieren dinamitar.
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Turquía es un destino único, es una pena lo que está ocurriendo y que mucha gente esté dejando de visitar esta ciudad tan maravillosa.
Publicado por: Antonio Rodríguez | 08/04/2016 en 08:53 p.m.
Tuve la oportunidad de Viajar el año pasado, y 100 veces volvería a repetir.
Publicado por: Estambul destino único | 08/04/2016 en 08:54 p.m.