Regreso al futuro, de la alimentación
jueves 21.jul.2016 por Aitor Sánchez 0 Comentarios
Cada vez que nos imaginamos el futuro de la alimentación, lo hacemos con una imagen vistosa y cargada de productos maravillosos: tomates gigantes, barritas hiperconcentradas, sobres de astronauta capaces de cubrir todas nuestras necesidades nutricionales...
Este escenario suele estar plagado de cosas que no son alimentos, sino de "productos alimentarios". Esperamos por tanto que el futuro "traiga" soluciones que den respuesta a nuestros problemas de alimentación, innovaciones, ideas nuevas. Como si esas soluciones no estuvieran inventadas todavía, fuesen muy complicadas de adquirir o a día de hoy fuese imposible solucionarlo.
Esta es una de las conclusiones que abordó la charla TEDx de "El futuro de la alimentación, ¿seguro que es por aquí?" que os invito a visionar ahora:
Y es que las personas a veces sufrimos de esta amnesia temporal que nos aleja de la comida convencional. Pensamos erróneamente que los problemas alimentarios de este mundo necesitan grandes soluciones todavía por llegar, como si los problemas de desnutrición fuesen ajenos a los de la pobreza, o como si las enfermedades derivadas de la opulencia no tuviesen que ver con el extremo consumismo al que se nos incita.
Las etiquetas a menudo nos engañan,
El futuro de la alimentación no será inventar superalimentos, sino entender que nuestra relación con la alimentación tiene que ser diferente. Vivimos en un ambiente obesogénico, en el que el 90% de las opciones que podemos encontrar en un supermercado son ultraprocesadas, y en el que nuestra rutina diaria es prácticamente sinónimo de sedentarismo.
Enfocar un cambio en nuestra salud no empieza por comprar una leche enriquecida, un alimento ecológico o tomar más productos light. A veces, nuestro entorno tiene más impacto del que creemos: Aprender a cocinar, cambiar nuestro lugar de compra o poner en frutero de casa implica un impacto enorme en nuestra salud (aunque no sean tan guay ni tan moderno como un batido verde).
Porque aunque tengamos más productos alimentarios y más seguros, no significa que sean más saludables. Si no escogemos bien "estamos jodíos".