Alcohol y Bebidas energéticas. Malos compañeros de fiesta.
martes 29.nov.2016 por Aitor Sánchez 1 Comentarios
Las bebidas energéticas centran su marketing en adolescentes con un mensaje concreto y agresivo para ellos. Y como se enfatizan estas otras propiedades inherentes a ellas, como es “la fuerza”, “el vigor” el “te da alas”… no valoramos en conjunto la bebida viendo que puede ser incluso peligrosa si se consume en exceso.
La publicidad hacia los jóvenes muchas veces están enfocada a hacerles ver como sustancias como el alcohol o el azúcar, se relacionan a diversión, a éxito a aventura. Incitan a consumir a los jóvenes buscando ese halo, con sustancias que no solo no son saludables, sino que en exceso pueden ser peligrosas, como es el combinar una bebida energética con el consumo de alcohol, práctica muy habitual entre los jóvenes.
Esto a nivel fisiológico es como pisar el acelerador y el freno del coche a la vez. Estás tomando un estimulante como la bomba de cafeína de la bebida energética, con un neurodepresor como es el alcohol. Los jóvenes tienen sensación de estar activos, y no perciben tanto los efectos del alcohol hasta que le da todo el bajón de golpe.
El problema de este patrón de consumo es que se “busca” de manera consciente esa falsa resistencia para poder consumir más alcohol durante la noche.
¿Es nuevo lo de buscar el efecto del alcohol o se lleva haciendo siempre?
Parece ser que la tendencia se ha incrementado recientemente. Es una de las realidades que ha cambiado en el consumo de alcohol en nuestro país. La motivación de consumo ha cambiado, el alcohol ya no es solo la excusa social del encuentro, sino que se busca tener sus efectos.
Y por otro lado tenemos algunas realidades concretas como que cada vez se inicia antes el consumo, y sobre todo que tenemos más episodios de borracheras agudas, poniendo más en peligro la salud de los jóvenes.
¿Qué riesgos tiene para la salud de los jóvenes esta conducta?
Va más allá de una resaca, cosa que no se percibe como un riesgo real por parte de las familias y la sociedad. Por supuesto, hay que considerar que existe el riesgo agudo de tener un accidente, un coma etílico, una pelea… cosa que tenemos bastante clara.
No podemos esperar síntomas como cirrosis o hepatitis de un consumidor adulto crónico. Pero también sí que hay trastornos y afecciones a su propio desarrollo, puesto que están en una edad muy vulnerable entre otras cosas al neurodesarrollo.
Y no solo eso hay que comprender también que el mundo del alcohol no es solo un entorno de consumo de sustancia, sino que conlleva normalmente una exposición a riesgos físicos como peleas, rupturas, abusos y accidentes.
Por eso desde la salud busca principalmente atajarlo desde tres vertientes:
- Retrasar la edad de inicio del consumo
- Reducir el número de consumidores
- Minimizar el abuso porque afecta mucho a su desarrollo.
¿Qué consecuencias podría tener este consumo?
El problema se ve sobre todo en las intoxicaciones concretas, es decir, en un ciego o una borrachera, donde las altas dosis de alcohol pueden causar ciertas regiones cerebrales, una alteración en los procesos cognitivos (memoria y aprendizaje) y esa conducta le predispone a seguir consumiendo en el futuro ésta u otras sustancias adictivas y le puede afectar en su rendimiento escolar.
Hay un riesgo importante en la plasticidad neuronal, pudiendo afectar al neurodesarrollo. Trastornos en desarrollos hormonales e incluso en el crecimiento.
No hay que olvidar que estamos hablando de una sustancia tóxica consumida en una edad crítica para una persona en desarrollo.
¿Están las familias o la sociedad está lo suficientemente concienciada
También hay una percepción muy alejada de la realidad. Con una distancia enorme entre lo que sucede, y entre los pensamientos de los progenitores. Las familias creen que sus hijos consumen menos cantidad y menos veces de lo que sucede en realidad, pero con una predicción desastrosa.
En España por ejemplo duplicamos la media mundial de consumo de alcohol, pero aquí el alcohol solo provoca alarma social, y por tanto acción política (porque ahora ya se está hablando de buscar soluciones), cuando hay una repercusión en seguridad, como los accidentes de tráfico, un coma etílico o destrozos.
Cuando pensamos en una adicción al alcohol a nuestra mente nos viene alguien muy afectado, que vomita o va solo por la calle hecho un cristo. A ese perfil solo corresponde un 0,3%-0,4% de la población, que obviamente es un problemón. Pero por salud… parece secundario.
En España se estima que cerca de 2 millones de personas toman alcohol en exceso de manera regular, pero no las identificamos.
¿Se puede hacer que los chavales quieran tener un ocio más saludable?
Es muy complicado, porque a esa edad las motivaciones están muy alejadas de la salud. El abordaje para los adolescentes basados en “esto no es sano” no funcionan realmente bien porque no es una de sus prioridades.
Como sociedad tenemos que hacer un balance para que los chavales pudieran ver que una noche de borrachera te anula el fin de semana, y te pierdes posibilidades como salir a hacer senderismo, cine, juegos de mesa, deporte o actividades culturales.
Lo que no podemos transmitir es que un macrobotellón es lo más divertido del mundo, y que hacer una salida en bici con tus amigos es aburrido.
Si esto no cambia, los jóvenes acaban exigiendo las prioridades que ellos creen mejor. Y por eso terminan proponiendo que abran un botellódromo en su ciudad antes que tener pistas deportivas sin vallar o gratuitas.
Eduardo dijo
El ocio de los jóvenes es un reflejo de el ocio de la sociedad en su conjunto. Un ocio que gira entorno al consumo de alcohol en grupo; alcohol que no falta en ninguna celebración que se precie.
El cambio cultural puede ver desde los jóvenes, pero sería mas fácil si los adultos dieran mejor ejemplo.