
He estado este fin de semana en el Congreso de Seguridad Alimentaria de Canarias, y uno de los temas que hemos tratado ha sido el de las alergias y me parece interesante que hablemos de ello:
¿ESTÁ HABIENDO MÁS ALERGIAS EN LA ACTUALIDAD?
Sí, las está habiendo. También se ha doblado prácticamente en la última década el número de casos de anafilaxis, con lo cual también estamos hablando de más gravedad en los síntomas.
Es muy complicado hacer una estadística mundial, porque los métodos de diagnóstico son bastante diferentes según continentes, pero más o menos podemos afirmar que hay una prevalencia de entre 5-10% en población infantil, y entre el 1-3% de adultos.
¿NO PUEDE SER TAMBIÉN QUE LA MODA DE QUITARSE ALIMENTOS HAGA QUE A MÁS GENTE QUE LE SIENTAN MAL MÁS COSAS?
Eso también, suceden los dos fenómenos: más alergias reales, y también más creencia de que haya alimentos que nos sienten mal.
Entre 1/3 y la mitad de la población refiere que algún alimento le sienta mal y que intenta evitarlo. Además de manera en la que no sería necesaria.
No obstante, y aunque hay mucha “tontería”, el aumento es real, no solo en número de personas alérgicas, sino también en número de alimentos al que somos alérgicos, y alimentos a los que somos sensibles. No es solo una moda.
¿Y SE SABE A QUÉ PUEDE DEBERSE TODO ESTO?
Una de las causas es una dieta poco saludable, una dieta occidentalizada. El típico perfil de dieta con alto contenido en azúcar, sal, productos refinados se está desmarcando como un factor de riesgo de aparición de alergias.
Se empezó a sospechar de ello por datos poblacionales: porque los niños asiáticos o africanos, cuando se mueven a un ambiente occidentalizado aumentan su riesgo de sufrir alergias.
Una de las potenciales explicaciones es que afecta a nuestros procesos autoinmunes, nuestro cuerpo se sensibiliza más, en parte a que a través de un intestino más permeable, estamos más expuestos a más alérgenos y por tanto desarrollar más alergias.
Si la dieta es saludable desde pequeños, no afecta tanto al intestino, la microbiota que tenemos es estable y robusta. Hay menos posibilidad de que esas sensibilizaciones ocurran.
¿QUÉ REPERCUSIÓN TIENE TODO ESTO? ¿ES UN GRAN PROBLEMA DE SALUD PÚBLICA?
Lo es, porque además también pone en riesgo cada vez a más personas. Y también es un gasto importante. El elevado coste que suponen las alergias a muchos niveles: alimentario, sanitario, social… hace que se esté buscando tanto reducir nuevos casos, como encontrar “curas”, con una desensibilización o mejora de la tolerancia.
Esto también nos da una segunda alerta, y es que en países asiáticos o africanos, también se prevé una mayor incidencia de alergias conforme ese país va adoptando hábitos de consumo más occidentales.
Así que la predicción es que siga incluso creciendo.
¿QUÉ RECOMENDACIONES DAMOS ENTONCES PARA EVITAR ESTE AUMENTO? ¿EL ETIQUETADO PUEDE AYUDAR A ELLO?
Pues ha sucedido una paradoja muy reciente con el tema del etiquetado preventivo: como sabemos, en las etiquetas de los alimentos, si un productor no puede garantizar la ausencia de un alérgeno tiene que declararlo. Es el caso de “puede contener trazas de…” (huevo, frutos secos, cacahuete, lácteos…). Esto sucede en fábricas, donde no tienen líneas de producción diferentes.
Imagina que haces chocolates, pero en tu fábrica tienes también producción de turrón, o de otros dulces. Al tener otros proveedores hay fabricantes que deciden no jugársela.
¿ENTONCES LO PONEN UN POCO PARA LAVARSE LAS MANOS?
Eso es. El problema es que se está haciendo un abuso del etiquetado preventivo. De manera que se pone de manera injustificada en muchos productos. Es un exceso. Si ha pasado una avellana por tu fábrica mucha gente no se calienta la cabeza y directamente lo declara. ¿Qué sucede por tanto?
Que mucha gente alérgica, conocedora de esta práctica, a veces hace caso omiso a algunos “puede contener trazas de…” que son raros. Por ejemplo, un chocolate que pueda tener “huevo”, cosa que es extraña, pero que se encuentra. Dice: “bah, esto lo ponen para prevenir” y se pone en riesgo a las personas.
¿ENTONCES QUE RECOMENDACIÓN DAMOS?
Sobre todo esta situación está causada por una mala práctica de las empresas, y una desconfianza del consumidor. Lo lógico sería hacer una normativa que no por ser tan, tan estricta acabe convirtiéndose en peligrosa, dado que se restringen tantos alimentos para el alérgico que acaba siendo laxo.