Tras “mi metabolismo es lento” o, “soy de hueso ancho”, toca culpar a la microbiota de nuestro exceso de grasa corporal
El estudio de la microbiota humana, y en concreto la microbiota intestinal, está aportando mucha luz sobre la relación de la misma en la salud y la enfermedad que desconocíamos. Con respecto a la alimentación, nos ha dado un motivo más para cuidarla, vista la relación de lo que ingerimos y el estilo de vida que llevamos en la conformación de esta población de microorganismos intestinales que tanto influyen al parecer en nuestro organismo en general.
Los profesionales de la salud, más concretamente aquellos dedicados al campo de la nutrición con sed de nuevas respuestas sobre como influye la alimentación en nuestra salud, hablamos de la relación de la microbiota con esta como el nuevo gran descubrimiento de nuestros días, sin embargo, desde el año 400 A.C. Hipócrates ya daba importancia al tracto gastrointestinal (TGI):
“la muerte está en los intestinos”
“la mala digestión es la raíz de todo mal”
Hasta hace unos años teníamos algo olvidado a nuestro intestino, no ha sido hasta las últimas décadas, cuando se ha comenzado a hablar de la existencia de la microbiota intestinal con tanto interés, definiéndola como una serie de microorganismos no patógenos que habitan el intestino de los seres humanos y que cumplen roles tanto en el mantenimiento y promoción de la salud como en el desencadenar y generar enfermedades (Masís e Ivancovich, 2013).
Nuestro intestino desempeña funciones muy importantes no solo en términos digestivos como veremos. Podríamos simplificar diciendo de nuestro intestino que tiene dos funciones principales, una de nutrición (el principal trabajo se realiza en el intestino delgado ) y otra de defensa. Los alimentos pasan al intestino grueso permaneciendo hasta dos y tres días. Ahí se producen una series de reacciones con importantes consecuencias para todo nuestro organismo. La importancia de este y de todo lo que se produce en él hace que tenga repercusión en otros órganos, sistemas e incluso ser clave en el desarrollo de enfermedades.
Se siguen escuchando los términos “flora intestinal” o “bacterias intestinales”, pero considero más correcto que se denomine de forma correcta a la microbiota intestinal, por ello quisiera antes de avanzar mostrar la diferencia entre los dos términos más escuchados últimamente que se suelen confundir:
MicrobioTa: aquel conjunto de comunidades microbianas que colonizan un nicho ecológico, como es el caso de la
microbiota intestinal, cuyo nicho es el intestino. En su mayoría, las especies microbianas que colonizan el intestino son bacterias, pero es un error hablar solo de bacterias intestinales pues podemos encontrar también hongos, levaduras e incluso virus.
MicrobioMa: todos los genes de todas estas especies microbianas que viven asociadas a nuestro organismo. Tenemos en realidad más genes microbianos que genes humanos. Esto hace que estos genes en su conjunto, el microbioma, codifiquen diferentes proteínas, por tanto definen multitud de funciones influyendo en todo el organismo si está alterada nuestra microbiota.
El estilo de vida materno y el momento del nacimiento son ya claves en la conformación de la microbiota del niño, siguiendo la línea temporal, la primera alimentación que reciba el recién nacido influirá enormemente, este es un momento crítico, me parece importante resaltar esto para resaltar la gran ventaja de la lactancia materna en este sentido.
La leche materna (LM) contiene oligosacáridos, los cuales actúan como prebióticos, que tienen un rol primordial en promover el crecimiento de bífidobacterias y Bacteroides, bacterias esenciales en el período de ablactación, ya que permiten estabilidad y adaptabilidad del TGI durante esta etapa ( Marcobal y cols., 2012; Collado y cols., 2012).
Los niños que tienen hermanos mayores tienen un perfil más beneficioso de microbiota. Esto ha demostrado tener un efecto protector principalmente en patologías como piel atópia. Debido a que las alergias han sido ligadas en diferentes estudios con una composición aberrante de la microbiota intestinal, se ha sugerido que este efecto protector sea en parte atribuible al perfil de microbiota más beneficioso que presentan los niños con hermanos, en la llamada “teoría de la higiene” (Penders y cols., 2006).
En países desarrollados se ha observado un aumento de la prevalencia de las enfermedades alérgicas, en probable relación con un incremento de la protección de los niños frente a microorganismos (hipótesis de higiene excesiva) dando lugar a cambios en su microbiota, así como al aumento del uso y abuso de antibióticos. Diferentes estudios han puesto de manifiesto la relación existente entre microbiota colonia y desarrollo de alergias, especialmente en el eczema y la alergia a alimentos (Martin y cols., 2010).
La microbiota se mantiene relativamente estable durante la niñez, sufre mínimas modificaciones en la pubertad y en la vida adulta alcanza su mayor diversidad y complejidad. Cada individuo llega a una composición homeostática estable que depende principalmente de la genética y los estilos de vida. Los factores dietéticos modifican la composición de la microbiota, se ha visto que una dieta occidentalizada alta en proteína y grasas animales presenta una mayor proporción de bacterias menos beneficiosas comparada con una dieta predominantemente vegetariana rica en carbohidratos, fibra y proteína vegetal.
En la tercera edad se da una última modificación asociada a los cambios hormonales, inmunológicos y fisiológicos. Se ha demostrado que el proceso de envejecimiento está asociado a una clara disminución en la diversidad de la microbiota en general, pero el patrón de esta es altamente individualizado.
Existen ya a día de hoy muchos estudios que han vinculado nuestro modo de vida a la composición de la microbiota intestinal. Factores como el estrés crónico, una mala alimentación rica en alimentos procesados, y ser más sedentarios, entre otros, podrían estar relacionados con la variedad de especies microbianas presentes en nuestros intestinos (Masís e Ivancovich, 2013).
Y centrándonos ahora en el tema de la obesidad, como os decía en el título, me temo que ha empezado a culparse a este conjunto de microorganismos de algo que realmente es mucho más complejo.
La asociación entre microbiota intestinal y obesidad nace de observaciones de estudios en ratones germ-free (cuyo intestino es estéril) versus ratones normales. En una serie de experimentos, (Backhed et al) compararon distintos parámetros entre estos dos grupos de ratones. Pudieron observar que los ratones normales presentaron un 47% más de tejido adiposo, que los ratones germ-free, ajustadas por ingesta calórica.
El estudio de Farías decía ya en 2011, que el mejor tratamiento no quirúrgico para la obesidad corresponde a cambios de estilo de vida, alimentación saludable y ejercicio físico, para lograr un óptimo funcionamiento biológico de las reservas energéticas y prevenir un balance energético positivo. La relación establecida entre la obesidad, el metabolismo, la inmunidad y la microbiota intestinal, ha hecho que el uso de estrategias dietéticas destinadas a modular la composición de la microbiota se ha propuesto como medio para controlar los trastornos metabólicos de forma más eficaz.
Por tanto, os resumo diciendo que: sí, tenemos evidencia clara del rol de la microbiota intestinal en nuestro estado de salud y su relación concreta con el desarrollo de obesidad y gestión de los nutrientes. Sin embargo, lo que tenemos a nuestro alcance para su prevención y tratamiento continúan siendo las recomendaciones dietéticas y de actividad física tan repetidas. Algunos consejos al respecto que quisiera daros son:
- Bebe agua, tanto para calmar tu sed como acompañamiento o en situaciones sociales, puedes en ellas añadir rodajas de limón u otra fruta, consumir infusiones o un café, evitando alcohol, zumos y refrescos.
- Basa tu alimentación en verdura, hortalizas y frutas frescas y de temporada, locales y si opción ecológicas. Con esto no me refiero a que simplemente “los incluyas”, no como acompañamiento o guarnición, no en algunas comidas, te recomiendo que sean la base, que estén presentes en todas tus comidas e incluso de algunas pueden ser los únicos componentes.
- Configura tus platos con alimentos lo menos procesados posible. Ya tenemos la base del punto anterior, el resto de alimentos intenta que sean de calidad. Aceite de oliva virgen extra para cocinar y aliñar, frutos secos naturales, legumbres, huevos, carnes y pescado no procesado o mínimamente procesados.
- No realices un número determinado de comidas porque así esté establecido, distribuye las comidas según se ajusten a tus circunstancias, dando más valor a la composición de estas ingestas que a los horarios estrictos. Prueba a realizar ayunos cuando mejor te venga.
- Realiza actividad física diaria, inclúyela en tu rutina y no como algo excepcional. Camina al aire libre, toma el sol, pasa tiempo en la naturaleza.
- Respeta tus ritmos circadianos, duerme, descansa, mantén horario de sueño y descanso con el que encuentres que no despiertas cansado, añade horas de sueño de calidad a tu rutina.
- Relaciónate con los demás, cuida las relaciones sociales, rodéate de personas que enriquezcan tu vida, cuiden su salud y den valor a un estilo de vida saludable, si no es así, transmíteles tu experiencia mejorando tus hábitos y ayúdales a que así lo hagan.
- Andrea Masís Borge, Gabriela Ivancovich Escoto. Generalidades de la microbiota intestinal y su rol en algunas patologías. Revista Clínica de la Escuela de Medicina UCR – HSJD Año 2013 Vol 3 No XII.
- Martin R, Nauta AJ, Ben Amor K, Knippels LMJ, Knol J, Garssen J. Early life: gut microbiota and immune development in infancy. Beneficial Microbes 2010; 1: 367-382.
- Penders J. Factors Influencing the Composition of the Intestinal Microbiota in Early Infancy. Pediatrcis. 2006;118:511–521.
- Ottman N Smidt H de Vos WM Belzer C. The function of our microbiota: who is out there and what do they do? Frontera in cellular and infection microbiology. 2012;2:1-11.
- Collado MC Cernada M Bäuerl C Vento M Pérez G. Microbial ecology and host microbiota interactions during early life stages. Gut microbes. 2012;3(4):352-365.
- Farias MM, Cuevas AM, Rodriguez F. Set-point theory and obesity. Metab Syndr Relat Disor 2011;9:85-9.
- Farías N María Magdalena, Silva B Catalina, Rozowski N Jaime. MICROBIOTA INTESTINAL: ROL EN OBESIDAD. Rev. chil. nutr. [Internet]. 2011 Jun [citado 2017 Ago 22] ; 38( 2 ): 228-233.
Paloma Quintana es Dietista-Nutricionista y Lda. en Ciencia y Tecnología de los alimentos. Máster oficial en Nutrición Humana.
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