Hasta el sofrito y más allá
Aunque siempre que se debate sobre alimentación aparece el nombre de determinados alimentos, casi nunca se nombran otros aspectos de la misma que son igualmente relevantes. Las técnicas de cocción, por ejemplo, son uno de los grandes olvidados.
Por ello, hoy hablaremos de una de las más populares de nuestro territorio: el sofrito.
Freír y sofreír, ¿son lo mismo?
Lo primero que debemos tener claro, es que la fritura y el sofrito son técnicas de cocción diferentes. No son pocas las veces, que si se pregunta sobre la utilización de sofritos en la cocina, se escuchan respuestas como: “No, no. Yo no frío nada.”
El sofrito, es una técnica de cocción que se ha usado tradicionalmente en países de la cuenca mediterránea, como España, Portugal e Italia. Se caracteriza por utilizar durante su elaboración vegetales típicos de dicha situación geográfica. En el caso de la península, los grandes protagonistas del mismo son: el tomate, la cebolla, el pimiento y el ajo. Todos ellos condimentados, en la mayoría de ocasiones, con especias varias y cocinados con un buen aceite de oliva virgen.
Por lo tanto, aquí podemos remarcar la primera diferencia que encontramos con la fritura: El principal componente del sofrito son los vegetales, no los aceites.
Otra importante diferencia entre el sofrito y la fritura, es que el primero puede servirnos además, como una salsa para condimentar otros platos.
Por otro lado y en lo que refiere a su preparación, mientras que durante la fritura cocinamos el alimento en abundante aceite y con ello sería suficiente para consumirlo, el sofrito suele realizarse como técnica de cocción previa a otras. Algunos ejemplos de ello los podemos encontrar en el típico sofrito de tomate que se realiza previo a la paella o para las lentejas.
El sofrito, además, se cocina durante un tiempo más prolongado y a un fuego más bajo, mientras que las frituras se hacen a temperaturas elevadas y durante espacios de tiempo reducidos.
Por lo tanto como podéis apreciar, no son lo mismo. Pero…
Sofritos, ¿por qué incluirlos?
Si nos preguntamos acerca de “¿qué puede aportarnos un sofrito?”, encontramos que los potenciales beneficios, son varios:
En primer lugar, el hecho de sofreír implica cocinar. Sí, no vamos a ganar una estrella Michelin haciendo sofritos de tomate, pero meterse en la cocina seguramente sea uno de los puntos más importantes que deberíamos cuidar de nuestra alimentación. A veces nos centramos en qué comemos y olvidamos muchas otras cosas que importan. Una de ellas es cómo y quién cocina.
Para ello, basta con observar uno de los factores que ha cambiado más nuestra alimentación durante las últimas décadas: el lugar de las comidas. Con el paso de los años, hemos ido dejando de lado las comidas en casa, para comenzar a alimentarnos de lo que nos ofrecen establecimientos externos, como cadenas de comida rápida y restaurantes, cuya oferta deja mucho que desear.
Por lo tanto, no parece tan mala idea volver a los fogones y cocinar un buen sofrito, puede ser un genial punto de partida.
Otro aspecto positivo de sofreír, es una mayor inclusión de vegetales en nuestros platos. Tanto las hortalizas como las frutas y verduras, deben ser la base de nuestra alimentación y por ello, debemos intentar incluirlas en la mayor cantidad y con la mayor frecuencia posible. Añadir un par de veces semanales un sofrito, nos ayudará a ello.
De hecho, algunas investigaciones recientes están estudiando como el cocinado de ciertos vegetales, tal y como ocurre en el sofrito, podría mejorar la aparición y absorción de ciertos compuestos antioxidantes, haciendo así esta preparación, todavía más interesante.
Otro punto a tener en cuenta, es que aunque tradicionalmente se ha considerado el comer sano como comer soso, que añadamos elaboraciones como ésta, nos brinda un abanico de posibilidades mucho más amplio y variado. La incorporación de sofritos en nuestra dieta por tanto, nos aportará más sabor a nuestros platos, a la vez que nos será de ayuda para reducir el consumo de otras salsas, para nada saludables o de sal añadida.
Todo ello sumado, hará nuestra alimentación más atractiva, apetitosa y saludable, lo cual nos facilitará mantenerla en el tiempo y que con ello, consigamos una mayor adherencia a largo plazo.
Con todo ello, cabe preguntarse: ¿Sofrito? ¿Por qué no?
Alex Oncina Cánovas es Dietista-Nutricionista, Máster en Salud Pública y miembro de la Unidad de Epidemiología de la Nutrición de la UMH, así como de la asociación científica Dietética Sin Patrocinadores.