Una persona, una historia
Emana algo de animal herido. Lo pienso nada más topármela en mitad del pasillo antes de acceder al estudio, vestida con ropas holgadas, sus negros mechones enredados y ese andar perezoso, como si arrastrara una dolencia de la que no puede hablar. Y eso que ella no para.
Lucía posee un verbo rápido y afilado. Dice las cosas a las claras y no siempre gustan. Nunca ha sido un personaje complaciente; he aquí la tarjeta de presentación de la Etxebarría, el glosario de tópicos que precede a una escritora de éxito y a contracorriente lo que, en su caso y milagrosamente, no parece reñido.
Confieso cierta simpatía por ella, quizá porque no se par...