Reciclaje con fines benéficos
A simple vista el proceso puede resultar un poco complicado, pero es, sin duda, un claro ejemplo de cómo se puede compaginar la ayuda a los más necesitados con la protección del medio ambiente.
Voluntarios de la Fundación budista Tzy Chi recorren cada día las calles de Taipei en busca de botellas de plástico que reciclan y convierten en mantas de poliéster, prendas de vestir y calzado, gracias a la colaboración de empresas textiles. Una parte de estos artículos se destina directamente a las víctimas de aquellas zonas que hayan sufrido desastres naturales. El resto se vende en tiendas de Taiwán para obtener fondos con los que poder financiar proyectos benéficos, educativos y sanitarios.
Fundada en 1966 por la Maestra Cheng Yen, contó en un primer momento con la ayuda desinteresada de una treintena de amas de casa que ahorraban dos centavos de sus gastos diarios para ayudar a los más pobres. Hoy en día, gracias a la colaboración de cientos de personas que cada año han ido sumándose a esta iniciativa, los proyectos de la fundación son visibles en todo el mundo.
Solamente el año pasado, Tzy Chi convirtió 45 millones de botellas de plástico en casi trescientas mil mantas, camisetas, bufandas y todo tipo de ropa de abrigo. La mayoría de este material sirvió para ayudar a los damnificados del terremoto que sacudió a Haití el pasado mes de enero y, más recientemente, a las víctimas de las inundaciones en Pakistán.
MJ Vigo