La casa de Aisha
Así era la casa de Aisha, la hija del coronel Muamar Gadafi. Apodada la Claudia Schiffer de África y abogada de profesión (formó parte del equipo de letrados que defendió al exdictador iraquí Sadam Husseim antes de ser ejecutado), Aisha vivió en el lujo y en la opulencia como el resto de su familia gracias a los 43 años de dictadura de su padre.
Su casa, inmersa en el gran complejo presidencial de Gadafi, se ha convertido en una de las mayores atracciones de los habitantes de Trípoli tras la entrada de los rebeldes a la capital libia. Aun habiendo sido expoliada durante los primeros días, su mansión conserva intacta su piscina cubierta de proporciones insuales, los baños con jacuzzi, alfombras persas, y cuadros. Tras años desconociendo que se escondía tras lo muros de la fortaleza gadafista, ahora los habitantes de la ciudad llevan a sus hijos a disfrutar del complejo.
Parece que la ignoracia a la que Gadafi condenó a su pueblo, no era ajena a su familia, o así muestra la decoración kitsch de la mansión, que alcanza su mayor expresión con el banco-estatuta que preside el recibidor de la mansión de Aisha, quien se convierte en una gigante sirena dorada para acoger la espera de sus huéspedes. Aisha, que se ha exiliado en Argelia junto con dos de sus hermanos y sus hijos, probablemente jamás volverá a disfrutar su casa. Eso, aunque no le guste a la abogada Aisha, el pueblo libio por fin la puede disfrutar.
Javier Olano
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