Vuelta al cole: un año fuera de casa
"Vuelta al cole" sinónimo de aventura, ajetreo, estrés...
Aventura por encontrar los libros exigidos en el centro comercial de turno, ajetreo por tener los cuadernos, cuadernillos, sacapuntas y demás utensilios listos en la mochila de los más pequeños el primer día de clase; estrés por planchar el uniforme, hacer bien las trenzas, preparar el desayuno, ajustar las sillas de los niños en el coche... y sobre todo, hacer cuadrar las cuentas.
La frenética vuelta al cole en los países occidentales se antoja como una chiquillería si se compara con el trayecto que deben realizar estos estudiantes de la región de Xingjiang al noroeste de China. Podría tratarse de una película al más puro estilo de Indiana Jones, pero estos pequeños héroes se juegan la vida para poder llegar a clase.
Cada comienzo de curso los niños que viven en las cordilleras de esta región de China en la frontera con Kazajistán, emprenden un viaje de tres días. Arriba dejan a sus padres, en su mayoría pastores y hombres de campo, que habitan en una parte inhóspita del país donde no llegan carreteras, caminos o senderos. No volverán a verlos hasta que termine el curso; casi un año después.
El ejército se encarga de ayudar a estos pequeños "mochileros" a serpentear las gargantas que se encontrarán a su paso, ya que es un trayecto que no cuenta con un sólo kilómetro de pista forestal o sendero transitable. Atravesar barrancos, surcar desfiladeros, o cruzar ríos a pie son algunas de los riesgos que corren estos estudiantes para poder volver a reunirse con sus compañeros de los que se despidieron hace unos meses.
Para ellos la aventura no es este periplo, sino la de seguir aprendiendo.
Ana Santamaría.
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