Teatro de sombras chinas
Magia, ilusión, luz... son adjetivos que evocan al teatro de sombras chinas, que nació para deleite y entretenimiento de emperadores y, que hoy en día, sigue cautivando a todo aquel que tiene la oportunidad de conocerlo.
Esta particular forma de representación teatral nació en la isla de Java, en Indonesia, unos 5.000 años antes del nacimiento de Jesucristo. Pronto se popularizó en India y en China, donde su origen se remonta a la leyenda del emperador Wu Ti, quien logró mantener vivo el recuerdo de su mujer fallecida gracias al artista Sha Wong y al teatro de sombras. Sha Wong prometió al emperador devolverle a su mujer Wang, quien se aparecía toda las noches detrás de una gran lona. Así, cada velada, ambos recordaban su pasado juntos, hasta que un día el emperador decidió traspasar la tela para encontrarse con su amada y descubrió el engaño. Se desconoce el desenlace de esta historia, pero algunas teorías apuntan a que el cólera inundó al emperador y el artesano fue condenado a muerte.
Y es que a través de esta pantalla las figuras inertes recobran vida y se desenvuelven en escenarios majestuosos. Sobre ellos transcurren fabulosas historias, que trasladan al espectador a una dimensión dominada por la fantasía. La piel de buey es el material con el que se fabrican estas figuras. Las pinturas naturales y la mano de un artesano, ayudan a completar este magnífico trabajo.
Gracias a este oficio se ha mantenido la tradición milenaria del teatro de sombras en China. Sin embargo la decadencia de este arte popular ha caracterizado el comienzo del siglo XXI. El esfuerzo que requiere esta profesión, unido al creciente interés de las nuevas generaciones por las nuevas tecnologías, han provocado una gran crisis en este sector, y cada vez son menos los artesanos dedicados al oficio de envolver a los demás en sombras de ensueño.
Ana Santamaría.