Desierto olímpico
Los Juegos Olímpicos de Pekín superaron las expectativas con un despliegue fastuoso. Sin embargo, cuatro años después todo aquel color de la inauguración tiende más a blanco y negro.
Las olimpiadas son siempre sinónimo de prosperidad y hoy cientos de personas siguen disfrutando de las redes de comunicación implementadas o construidas para la ocasión. Pero no es menos verdad que hay muchos edificios que ahora solo ven pasar el tiempo y que se alimentan de las arcas públicas sin otro provecho que el de ser el recuerdo de lo que fueron.
Es fácil traer a la memoria el estadio con forma de nido y también el cubo para los deportes acuáticos. Son tan simbólicos que en 2011 los visitaron 4,61 millones de personas. Afortunadamente los dos edificios han sido aprovechados: el nido para competiciones deportivas y eventos culturales y el cubo es un parque acuático abierto al público. A pesar de ello no son tan rentables como pudiera parecer, el primero, al ritmo actual, tardaría tres décadas en recuperar la inversión y, al parecer, el segundo cambia el agua de su interior todos los días con el derroche que supone. Pero si queda algo que sin duda no es rentable es el campo de beisbol que hoy es simplemente una llanura cubierta de maleza en medio de una zona residencial cercana a varios centros comerciales.
Los expertos creen que los gestores del proyecto olímpico no supieron ver su potencial a largo plazo porque de haber sido así estos hubieran experimentado un desarrollo mucho más sostenible. En general, pocos centros deportivos construidos ex proceso para las Olimpiadas han sabido reinventarse para no generar pérdidas.
Los grandes eventos necistan grandes superficies que se llenan con construcciones de magnitudes imposibles que quedan como testigos de lo efímero de la fama. Precisamente hace 20 años que se inauguró la Expo de Sevilla de 1992. En el telediario hemos contado como está ahora. Podéis verlo en el Telediario Matinal del día 20 de abril de 2012 (minuto 22:23).
Luis Jiménez
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