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Una hora a oscuras para salvar el planeta

En el año 2007 el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) apagó las luces de la Ópera de Sidney durante una hora para llamar la atención del (mal)trato al que sometemos al planeta. Los australianos se unieron a la buena causa y también sumieron sus casas en la oscuridad por 60 minutos. Se trataba de una iniciativa local, algo que no se iba a volver a repetir, pero la repercusión internacional del evento lo ha transformado en una cita anual que se extiende por todo el mundo.

La Torre Eiffel, la Sagrada Familia, la Torre de Pisa o la Gran Muralla China son solo un pequeño ejemplo de importantes monumentos que, desde entonces, dejan de brillar bajo los focos durante una hora al año. Construcciones más modestas, como pueden ser sus casas o la mía, deciden acompañarles en esta hora de luto lumínico por el planeta.

El pasado 31 de marzo unos 1.800 millones de personas de 6.500 ciudades situadas en 147 países diferentes  apagaron la luz para encender el planeta en un símbolo entrañable pero que, por si solo, se queda corto. Estamos seguros de que la Tierra sonríe ante este grito oscuro de apoyo moral, pero también lo estamos de que no es suficiente. Todos conocemos los pequeños gestos que ahorran energía; el primer paso ha sido apagar la luz, de nosotros depende que no sea el último.

Beatriz Esparcia

6 Comentarios

menos mal que quedan buenas personas , y muchas, que saben ponerse en lugar de ambas partes para obtener lo bueno.

Lo digo por todos.Un saludo.

Gracias Valentín, a ver si entre todos conseguimos algo. Un saludo

Parece una idea luminosa,....pero, no sigo los consejos dictados desdé el espectáculo ostentoso, prefiero y soy más partidaria educando desde pequeños, a no derrochar, cuidart,el planeta todos los días, las 24 horas al año. Esta iniciativa fijo (como otras) es de diseño para el ideólogo, se sienta como dios. Televisando su poder, todos seguimos como borregos apagando edificios y monumentos.

Yo creo que ésta medida es una soberana chorrada, para autocomplacencia y disfrute de espectaculo, poco más. Por qué no se apagan definitivamente las luces de los fastuosos edificios y la iluminación pública excesiva y derrochadora? Ahí tendríamos una medida bien efectiva. A quién queremos convencer con éstas medidas? Seguro que al volver a encender después de esa hora, el consumo por el pico al arrancar, incluso supera lo ahorrado . Parece que nos cuesta salir de la pura apariencia.

Joseba y Cirko, gracias por seguirnos y compartir vuestro punto de vista.

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