Un gran atractivo turístico
Los casi dos paradisíacos kilómetros cuadrados de Isla Curieuse, en el archipiélago de las Seychelles, fueron durante el siglo XIX y hasta bien entrado el siglo XX símbolo del rechazo social al instalarse en ellos una colonia de leprosos. Hoy ya no está permitida la ocupación estable de seres humanos en la isla aunque se ha convertido en lugar de visita recurrente para turistas atraídos por el mito de la isla desierta y del viaje en el tiempo.
Los restos del leprosario devuelven la isla al siglo XIX. Las tortugas gigantes que la pueblan la lanzan al Jurásico. En 1979 se introdujeron 250 especímenes de tortugas gigantes autóctonas del atolón de Aldabra para proteger la especie y el Gobierno de las Seychelles declaró la isla Parque Nacional. Así saldó la deuda contraída siglos atrás, cuando los marineros llevaron a la extinción a las tortugas en la isla porque constituían un gran aporte de carne fresca para viajes que duraban meses en alta mar.
Las tortugas de Aldabra son más afortunadas que Solitario George (pronto os hablaremos de él aquí), porque con él murió, hace unos días toda una especie, la Chelonoidis Abingdoni, nativa de las islas Galápagos.
Marta M. Mencía
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