El solitario final de nuestras sondas espaciales
lunes 22.jun.2015 por Jesús Hidalgo Bravo 6 Comentarios
El pasado domingo 14 de junio la Tierra recibía una llamada inesperada. El módulo Philae volvía a contactar con la Tierra tras siete meses de silencio a bordo del cometa, a millones de kilómetros de nosotros. Después de un accidentado aterrizaje, los científicos temían que la sonda hubiese quedado muda para siempre, tras caer en una zona de sombra, lo que hacía que sus paneles no recibieran suficiente luz solar para recargar sus baterías. Ahora le quedan unos ajetreados (y peligrosos) días en los que Philae nos mostrará un cometa como nunca lo habíamos visto antes, a medida que su órbita se acerca más al Sol.
Pero la realidad es que tras su celebrado despertar, no le queda mucha vida a la intrépida sonda. ¿De cuanto tiempo estamos hablando? Seguramente su tecnología quedará inutilizada tras sufrir daños catastróficos en su acercamiento al Sol. Si aun así, sobrevive, la órbita elíptica del cometa le alejará del cálido astro rey hacia las cercanías de Júpiter, hasta las oscuras y frías entrañas de nuestro Sistema Solar. La temperatura será tan gélida que si hay algo que funcione se acabará de estropeando. Aunque cada siete años Philae volverá a visitar las cálidas cercanías del Sol a lomos del cometa, su tecnología quedará dañada irremisiblemente y está condenada a vagar eternamente por el espacio, como un monumento a la curiosidad humana.
Hay otros muchos ejemplos de robots espaciales que, después de servir a la causa del conocimiento están condenados a pasar el resto de sus días en inhóspitos parajes de nuestro Sistema Solar. Para sus constructores humanos es difícil no encariñarse con ellas y sentir algo parecido a la pena cuando nos ponemos a pensar en sus solitarios finales.
Marte se lleva la palma
En la superficie de Marte descansan más de ocho toneladas de material terrestre. Y eso es sin contar objetos menores, como escudos térmicos o paracaídas. Excepto el pequeño rover (vehículo robótico de exploración) Opportunity y su primo mayor, el Curiosity, prácticamente todo los demás es inútil ya.
La vieja sonda soviética Mars 3 fue el primer objeto humano en aterrizar con éxito en el planeta rojo. El 2 de diciembre de 1971 se posó en su superficie. El control de tierra perdió el contacto poco después y nunca se supo exactamente qué fue de ella. Pero, a veces, los milagros ocurren y en abril de 2013 fueron localizados cerca del cráter Ptolemaeus unos restos que probablemente correspondan a los de la vieja sonda. Cerca de allí debe andar el pequeño astromóvil que portaba, el PROP-M, que quedó inoperativo a los pocos minutos de empezar a funcionar. Esta es la imagen que distribuyó la NASA.
Las sondas Viking, lanzadas en 1975, aportaron la mayor parte de la información sobre Marte de la que se dispuso hasta finales de la década de 1990, con la llegada de los primeros rovers marcianos. Funcionaron hasta finales de 1982, momento desde el que se perdió la conexión con ellas. Hoy descansan sobre las planicies Utopia Planitia y Chryse Planitia. Esta imagen fue tomada por la VikingI.
En 1997 se unió a la fiesta marciana la Mars Pathfinder. Aterrizó en el Ares Vallis desde donde el pequeño Sojourner se convirtió en el primer vehículo que merodeó por la superficie de Marte. Después de operar tres veces más de lo esperado el 27 de septiembre de 1997 se perdió contacto definitivo con él. Aquí lo tenemos cerca de la roca Yogui, que estuvo estudiando durante días.
En enero de 2004 llegaron los pequeños Spirit y Opportunity. Para sorpresa de los técnicos de la NASA, las sondas, que teóricamente estaban preparadas para tener una vida útil de 90 soles, lograron una impresionante adaptación al ambiente marciano. De hecho, Opportunity todavía sigue activo en en Meridiani Planum, donde ya completó la primera maratón extraterrestre recorriendo un poco más de 42 kilómetros. Un récord que será difícil de superar. Aquí lo vemos posando para la cámara. ¿Nos os recuerda un poco al robot de la película WALL-E?
Por contra su hermano Spirit quedó varado en el cráter Troy. El último contacto se produjo el 22 de marzo de 2010. Desde entonces permanece mudo en estado de hibernación, con una de sus ruedas atascada en una trampa de arena. Probablemente no pudo resistir el duro invierno marciano, con temperaturas de hasta -150 Cº. El polvo cubrió sus paneles solares y sin energía para calentar sus componentes, Spirit estaba condenada. En esta fotografía se aprecia la rueda atascada del pequeño Spirit.
Mucho más al norte, cerca del polo marciano, descansa la sonda Phoenix desde mayo de 2008. Enviada para buscar hielo y agua, sus paneles solares aguantaron dos años el invierno marciano. La NASA intentó el último contacto en 2010 sin encontrar respuesta alguna.
Para que unas pocas sondas tuvieran éxito, muchas otras fracasaron como por ejemplo la británica Beagle 2, lanzada en diciembre de 2003. Tras numerosos intentos de comunicación se dio por perdida meses después. Olvidada durante años, fue recientemente fotografiada por la cámara del orbitador Mars Reconnaissance Orbiter. Las imágenes muestran al aterrizador con sus paneles solares parcialmente desplegados, a seis kilómetros del punto previsto de aterrizaje, en la región de Isidis Planitia. Los científicos creen que es posible que la sonda haya estado recolectando datos y fotografías durante años sin tener posibilidad de enviarlas a nadie. A lo mejor algún día una futura misión tripulada a Marte pueda rescatarla y pueda, por fin, revelar sus secretos.
Todo parece indicar que todavía le queda mucha vida al Curiosity, el ingenio más sofisticado enviado a Marte por el momento. Aunque a velocidad de tortuga, ya ha recorrido unos 8 km en plena travesía hacia la base del monte Sharp en busca de indicios de vida marciana. Tiene una vida útil estimada de 14 años, aunque probablemente se alargue bastante más. En cualquier caso, el rover, del tamaño de un utilitario, está destinado acabar sus días como sus hermanos menores, cubierto de polvo y atascada en alguna duna. Por el momento, los daños en sus ruedas son el principal motivo de preocupación para la NASA.
Mundos más allá de Marte
Pero Marte no es el único lugar del sistema solar donde descansan nuestros sacrificados landers. La sonda Huygens, fabricada por la Agencia Espacial Europea, reposa en algún lugar bajo la densa y tóxica atmósfera de metano de Titán, el mayor de los satélites de Saturno. Después de un viaje de siete años y 3,5 billones de kilómetros, el 14 de enero de 2005, la sonda era lanzada en paracaídas sobre Titán, capturando imágenes nunca vistas de un mundo completamente alienígena, lleno de paisajes costeros, mares y ríos de hidrocarburos. Tras dos horas de descenso se posó sobre su superficie; 72 minutos después, el módulo de aterrizaje estaba muerto, su contacto con la tierra perdido y su batería agotada. Quizá cuando, dentro de unos años, volvamos a Titán tengamos alguna remota posibilidad de observar a Huygens en su eterno sueño sobre su superficie. Su aspecto actual debe ser algo parecido a esto:
La superficie de la Luna también está plagada de dispositivos humanos: desde el primer aterrizaje con éxito, el Soviet Luna 9 en 1966, a los módulos de aterrizaje del Apolo o el último rover mandado por China. Uno de los vehículos exploradores más antiguos, el Lunokhod 1, de cuatro décadas de antigüedad fue dado por perdido en 1970 después de unos meses de funcionamiento, en los que recorrió 10 km y transmitió unas 20.000 imágenes. Fue localizado por la Lunar Reconnaissance Orbiter en 2010 y hoy sabemos que descansa en el cráter Le Monnier, del Mar de la Serenidad, a 180 kilómetros al norte del asentamiento del Apollo 17. Hoy en día todavía los astrónomos usan su viejo retroreflector láser para medir la distancia entre la Tierra y la Luna. Ese puntito blanco que señala la flecha es la posición exacta donde se encuentra.
Son solo unos ejemplos de dispositivos que significaron millones de dólares de inversión y años de investigación para ponerlos a prueba en peligrosos viajes a los mismos límites de nuestro conocimiento. Aunque ellos no lo sepan, allá donde acaben reposando para siempre, la humanidad les debe eterno reconocimiento.
Imágenes: NASA/ESA
Remo Fernández Carro dijo
¡Qué estupendo blog! Casi se le saltan a uno las lágrimas pensando en la suerte de estos pequeños exploradores, abandonados. Como decía Julio Cortázar de "...esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca."
Carlos dijo
Y las de Venus¿ seguirán allí o se habrán fundido por las altas temperaturas¿
luz dijo
.....y qué decir de las Voyager.... 😉
andres dijo
La curiosity no usa paneles solares. Ella tiene energía nuclear
Cesar dijo
Hay la ciencia...Ya se podría destinar más dinero a ella...
Astar dijo
Una vez me dijo un amigo: el "cacao" está en Venus y no en Marte...puede que tuviera razón, aunque evidentemente en ambos planetas no hay ni rastro de vida... Por cierto, recomiendo la saga "Venus prime".