Europa 'mete sus narices' en Marte
lunes 14.mar.2016 por Jesús Hidalgo Bravo 0 Comentarios
Esta mañana medio mundo tiene su mirada puesta en el frío cosmódromo de Baikonur (Kazajistán), desde donde se acaba de lanzar con éxito el último ingenio humano para rastrear vida en Marte: la misión ExoMars.
El proyecto tiene a dos protagonistas: el orbitador TGO que analizará los gases de la atmósfera marciana para buscar signos de actividad biológica o geológica, y el demostrador tecnológico Schiaparelli, que aterrizará con paracaídas en el planeta rojo. La misión tendrá una continuación en 2018 con el envío de un rover a la superficie marciana.
Lanzada a bordo de un cohete Protón a las 10:31 (hora española), la nave Schiaparelli pondrá a prueba los escudos térmicos y paracaídas en preparación para futuros aterrizajes de otras sondas en Marte. Su misión será dar toda la información posible en seis minutos de descenso.
Un segundo componente principal, el rastreador de gas Orbiter o TGO, analizará la atmósfera del planeta, en búsqueda, en particular, de trazas de gas metano que, en la Tierra, es un residuo producido por organismos vivos. Como comenta a The Guardian el científico argentino de la ESA Jorge Vago, “para nosotros se trata de tener una nariz gigante en el cielo de Marte y vamos a utilizarlo para ‘olfatear’ la presencia de metano en Marte y determinar si está siendo producido por procesos biológicos”.
El metano es destruido por la radiación ultravioleta solo unos cientos de años después de su creación. De ahí que su presencia en el planeta rojo sugeriría, por tanto, la presencia de vida reciente por aquellos lares.
Ya el robot Curiosity encontró en 2014 rastros de metano en la atmósfera marciana, lo que acrecentó la curiosidad de los científicos. Sin embargo, muchos de ellos argumentaron que estos restos pueden haber sido creados por medios no biológicos, sino geológicos.
Aquí en la Tierra, la mayoría del metano se genera biológicamente pero también puede ser el resultado de procesos químicos bajo la superficie. Para diferenciar entre estos dos procesos, el detector de gases de ExoMars no solo analizará los niveles de metano con mayor detalle que cualquier misión anterior, sino que también estudiará otros gases que proporcionarán información sobre su origen.
“Si se encuentra menato en presencia de otros hidrocarburos complejos, como el propano o el etano, será un indicio de que hay procesos biológicos involucrados, según Manish Patel de la Open University. “Pero si nos encontramos el metano en presencia de gases como el dióxido de azufre, un producto químico asociado a la actividad volcánica en la Tierra, estaremos casi seguros de que se trata de metano que ha surgido de capas inferiores del suelo marciano y es un subproducto de procesos geológicos.
Se espera que ExoMars llegue al planeta rojo el próximo 19 de octubre, después de un viaje de 496 millones de kilómetros a través del espacio. Después, será seguido por una segunda misión Exomars: el lanzamiento de un rover previsto en en 2018, si los problemas presupuestarios de la agencia lo permiten.
En cualquier caso, la posibilidad de que Marte aún pueda tener condiciones favorables a la vida es la que abre la puerta a que ExoMars sea un primer paso en la futura puesta en marcha de una misión tripulada a Marte. Así lo ha expresado el exastronauta Pedro Duque a la Agencia Sinc: “TGO puede representar un antes y un después en este aspecto. La atención de todos los astronautas está puesta en esta misión. La medición de los gases de Marte se va a conseguir con varios órdenes de precisión mayor de lo que se ha logrado hasta ahora. Esto es importante para determinar si merece la pena ir”.
Pero lo que no es sencillo es dar una fecha aproximada de cuándo podríamos ver una misión de este tipo. “No es una cuestión de tiempo medido en años, sino de tiempo medido en cantidad de gente que podamos dedicar a ello”, explica Duque.
Imágenes: ESA