En mi infancia el amigo de los animales fue Félix Rodriguez de la Fuente. Apareció, como aparecen las cosas en esa edad, sin esperarlo, sin que nadie lo anunciara. De repente se colaba en nuestras pantallas de televisión en blanco y negro los domings por la tarde creo recordar.
Félix nos enseñó muchas cosas. Vimos por primera vez especies que ni en las películas de Tarzán. Nos descubrió que todas estaban allí por una razón, que todas eran necesarias, que sin unas no existirían las otras. Nos alertó sobre el peligro que suponía la reducción de los bosques para la supervivencia de todos.
Se hizo famoso, muy famoso. No había humorista que no imitara su voz. Y polémico. Defendía al lobo, frente a la tradición y los intereses de los ganaderos.
Recuerdo una de sus apariciones en la tele. He olvidado el título del programa, sólo que era un día de entresemana por la noche. Lo terminó con una culebra moviendose entre sus manos. La bicha, la tentación del paraíso terrenal, la representación más genuina del mal... Rodriguez de la Fuente nos acababa de explicar que sólo era una especie más. Decía que, "a poco que ustedes hayan paseado por el campo la han tenido muy cerca. Lo que sucede es que no la han visto. Ella a ustedes sí." Y terminó con un ruego, "si, por casualidad se encuentran con alguna en sus paseos; no la maten, dejénla que siga su camino. También son necesarias".
Parece que hoy me está pudiendo la nosalgia por el tiempo ido. Porque lo que quería contarles que aquí en Rusia tambièn tenemos un amigo de los animales muy famoso. Es, nada más y menos, que el primer ministro, Vladimir Putin.
Hace un par de cumpleaños le regalaron un cachorro de tigre, que él donó a una reserva de cuyo nombre no quiso dar razón.
La semana pasada se le pudo ver en el norte del norte ruso colaborando con los científicos que estudian el oso blanco. Putin vestido de rojo ayudaba a pesar y medir a un enorme ejemplar sedado. Luego él mismo le atornillaba un collar transmisor para conocer sus rutas de migración.
El primer ministro explicaba que es imprescindible ayudar a la superviviencia de esa especie de la que quedan unos pocos miles de ejemplares.
El 3 de mayo, festivo este año en el país, el primer ministro se desplazó al sur del sur de Rusia. Fue a la zona de Sochi (ya saben Juegos Olímpicos de Invierno de 2014) para poner en libertad a una hembra de leopardo.
Putin le decía unas palabras cariñosas y le animaba a tener una larga y prolífica vidad. La han traido desde Irán con otra compañera. Tratan de repoblar partes del Caúcaso con una especie que desapereció de la región hace más de 50 años. La iniciativa cuenta también con dos machos. Esperan que se vayan reproduciendo. Aunque, con ojos de profano, parece muy poca cosa para conseguirlo.
En los escudos de varias repúblicas del Caúcaso aparece el leopardo como animal identificativo de la zona.
El primer ministro en su larga carrera política, ahora, y como espía, antes, se las ha visto con todo tipo de "especies animales". Tiburones de las finanzas, halcones de la política, palomas pacificadoras, buitres oportunistas, serpientes agazapadas, topos infiltrados, pájaros informadores, gorilas de seguridad, elefantes imprudentes, cotorras indiscretas, tigres de papel, mulos obstinados y no sé cuantos más.
Él, que es un animal de la política, parece que se siente más a gusto con los primeros. Aunque, tal vez sea una cuestión de imagen, para subir a lo más alto del Kremlin como un águila de extraordinaria visión. Tal vez.