Farenheit 451 en Osetia del Sur

Seguro que recuerdan Farenheit 451. La novela de Bradbury o la película de Truffaut. Aquellos bomberos que se dedicaban a quemar libros. O el pasaje del Quijote cuando van al fuego muchos libros de caballería. O las piras en el Berlín nazi de los años 30. O los autos de fe de la Santa Inquisición Todo para salvar las almas y llevar la paz y la tranquilidad a los espíritus. Que ya se sabe que la lectura disuelve las conciencias, arrebata el intelecto y acaba con la unanimidad, premisa indispensable para una sociedad feliz.

No sé si lo he expresado bien, pero a mí me parece la base del "pensamiento" autoritario.

La tradición de quemar libros no se ha extinguido en este siglo XXI.

Acaba de pasar en Tsinjavali, la capital de Osetia del Sur. Aquélla de la guerra de agosto del año pasado.

La cosa es que la Duma, el parlamento ruso, ha reunido libros para regalárselos al nuevo país, hasta ahora sólo reconocido por la propia Rusia, Nicaragua y Venezuela... Su destino las biliotecas públicas y los centros docentes del nuevo Estado independiente.

Pero el regalo ha creado un problema. No hay lugar suficiente para recibirlos. Solución, vaciar las estanterías que ya existen y colocarlos allí.

¿Y qué hacer con los libros desalojados? Pues, quemarlos. La idea ha sido del rector de la Universidad de Osetia del Sur, de cuyo nombre no quiero acordarme.

Así que el pasado 15 de septiembre, este martes, fueron retirados miles de libros "viejos" con los que se formó una enorme pira en una plaza cercana a la Universidad. Llegaron en camiones y fueron arrojados al fuego por soldados.

Lo más triste es que algunos comentarios en Internet aplauden, nunca mejor dicho, al calor de las llamas, la iniciativa del rector. Dicen que, total, la mayoría estaban escritos en georgiano...

Hay que reconocer que muchos otros se han mostrado indignados.

PD.- Que sí, que me acuerdo. Que el rector se llama Tymoraz Kokoev. Por si se lo encuentran en una conferencia sobre el futuro de la cultura, o el tratamiento científico de las bibliotecas...

El alcalde no quiere nieve

El alcalde de Moscú. Yuri Lushkov considera que es un engorro muy caro. Tendrá razón! Si es el alcalde...

La idea debió ocurrírsele este verano. Me lo imagino en su dacha o en la playa mirando un cielo despejado. Un cielo de fiesta. Fiesta, eureka, debió pensar.

Porque en Moscú cuando es fiesta y hay actividades en la calle, no dejan que la lluvia estropee las celebraciones. Unos aviones dispersan ciertos productos químicos que disuelven las nubes.

Lushkov debió pensar porqué no hacer lo mismo con las que nos traen nieve tantos y tantos días del invierno? Además que nos cuesta una pasta llenar calles y aceras de sal y otra retirar esas montañas de nieve.

Consultado el Departamento de Economía, ha dado la razón al alcalde. La limpieza es tres veces más cara que la dispersión.

Pero siempre alguien tiene que poner palos en las ruedas de las grandes ideas. En esta oportunidad han sido los responsables de Agricultura de la región de Moscú. Dicen que cuando dispersan las nubes sobre Moscú, se trasladan a los alrdedores, llueve más de lo normal y se crean problemas. Así que si ahora nos traen la nieve de la capital, será mucho peor.

Vaya tontería! ha debido pensar el alcalde. Con más humedad, mejores cosechas.

Así que ya podemos ir despidiéndonos de las imágenes del Kremlin o la Plaza Roja cubiertas de nieve. Una de las fotos preferidas de los turistas ya no se podrá hacer. Serán siempre como ésa que pueden ver.

¿O todavía sí? Porque desde Meteorología dicen que una cosa son las nubes de primavera y verano, y otra las "panzaburra" invernales cargadas de nieve. Éstas tienen un desarrollo mucho más lento. Se puede intentar, pero se volverán a formar y nevará sobre Moscú.

Vaya disgusto debe tener el alcalde! Pero ya se le ocurrirá algo. Ya verán. Porque Lushkov quiere pasar a la historia como Yuri I, el vencedor de la nieve. Emparentaría con otro ilustre Yuri. Yuri Dolgoruki, fundador de la ciudad, acontecimiento que por cierto, se conmemora este fin de semana... Tal vez, con previa intervención de los aviones de Lushkov.

PD.- Como decía uno de ustedes, el mercado Ismailovo ha sido reabierto. Durante estas semanas que he estado de vacaciones alguien se lo pensado mejor y ha anulado la orden de cierre. Habrá sido Yuri Lushkov?

Adiós a Ismailovo

El domingo pasado, 19 de julio, estuve en el mercado de Ismailovo. Hoy el Ayuntamiento de Moscú lo ha cerrado.

Era como la Plaza Roja o el Kremlin, un lugar obligatorio para los turistas. Abrió en los primeros años 90. Allí podían comprar recuerdos y regalos. Matrioskas con las caras que uno eligiera, artesanía, alfombras, bisutería y, sobre todo, objetos de la época soviética.

Era enorme. Ocupaba unas diez hectáreas y había miles y miles de puestos. Pero el domingo había muchos cerrados. Me extrañó porque hacía calor, con un sol que aquí sólo vemos muy de cuando en cuando, y éstos son días del año en los que la ciudad recibe más turistas.

Las autoridades dicen que tratan de atacar el contrabando. Dan datos. Entre el 11 y el 20 de julio en Ismailovo se han incautado casi 6.000 camiones con mercancías ilegales.

El cierre de Ismailovo no es el primero. Hace unos días fue cerrado el de Cherkisovsky. También por el mismo motivo. Contrabando.

Según datos de la Federación de Inmigrantes, el cerrojazo a Cherkisovsky ha supuesto mandar al paro a unas 100.000 personas, casi todas extranjeras. El contingente más grande, 80.000, chino. Hasta tal punto que el Gobierno de Pekín va a enviar a Rusia una delegación oficial para intentar solucionar estos "80.000 problemas".

Ismailovo era un laberinto de callejuelas de madera con varios niveles, que hace cuatro años sufrió un incendio. Pasear por allí era un delicia. Veías los carteles de la propaganda soviética, los uniformes militares, las imitaciones de los huevos Fabergé... A la entrada te recibían unos domadores con tres osos (esto último bastante criticable)... Escuchabas canciones folclóricas...Te podías parar a descansar tomándote una cerveza y un shaslik (brochetas de cocina caucásica)...

Y el Ayuntamiento de un plumazo lo ha eliminado. Seguramente tendrá razón y las cifras del contrabando eran "escandalosamente escandalosas", según frase futbolera del verano.

El cierre de estos enormes mercados se une a la cruzada municipal contra los puestos callejeros del que les hablaba hace unas semanas.

Seguramente el ayuntamiento tendrá razón, pero a muchos nos ha dejado sin uno de nuestros mejores entretenimientos del domingo por la mañana.

Habrá que buscar otros. Lo pensaré estas vacaciones que empiezo dentro de nada.

PD.- Si quieren saber más de lo que era Ismailovo, visiten en la red Cafetito ruso . Las fotos proceden de ahí. Más ilustrativas que las que yo tenía.

La estación de qué?

Ay, los símbolos!

Varias veces les he hablado de lo que queda del antiguo régimen soviético. Me refiero a la superficie, porque 80 años marcan el subconsciente y librarse de ello es tarea de generaciones. Algo que los españoles conocemos bastante bien. Me parece a mí.

Lo último que acaba de pasar. Los ferrocarriles rusos anunciaron ayer, 9 de julio, que la estación de ferrocarril de Leningrado cambiaba de nombre y recuperaba el antiguo. Pasaba a llamarse estación de Nicolás I. A las pocas horas volvía sobre sus pasos. Comunicaba que no lo cambiaba, todavía. Que era sólo una propuesta que están estudiando. Pero que ya verían...

No es que las masas se echaran a la calle para protestar. Con la que está cayendo, las masas tienen otras preocupaciones. Sólo se oyó la queja de los comunistas que, más o menos, es como quien oye llover. Por cierto, desde hace unas horas está cayendo un diluvio en Moscú.

Lo de esta estación y sus nombres tiene su historia. La inauguró el zar Nicolás I en 1849. Se llamaba estación de San Petersburgo. Fue el año en que emtró en servicio la primera línea de ferrocarril del país. Unía las dos ciudades más importantes del Imperio. Por cierto, en aquellos tiempos la capital era San Petersburgo.

Luego en 1855, la estación cambió de nombre por primera vez. Se la rebautizó como Nikolaevski, en homenje al emperador que acababa de fallecer y que, como les he contado, fue quien la inauguró. Aquel zar fue uno de los mayores autócratas de la historia rusa, tan plagada de dictadores.

Llegó la revolución. Y en 1923 la estación comenzó a llamarse de Octubre. La razón está clara. La idea surgió del "padre" del KGB, Félix Dzerzhinsky.

Duró muy poquito ese nombre. Un año después, en 1924, otro "bautizo". Leningradsky, de Leningrado. La antigua capital zarista también había sido cambiada de nombre, ahora era Leningrado. La que durante unos pocos años después de la revolución había sido conocida como Petrogrado. Quizá a la vuelta del verano ya no se llame así.

En mi opinión, esto de los cambios de nombre da para unas cuantas reflexiones sociologicas y psicológicas. No creen? Y desde luego, para conocer un poco más a los países, sus habitantes y sus dirigentes. Eso se lo dejo a ustedes.

PD.- La estación de marras se encuentra en una plaza junto con las de Kazán y Yaroslav. La plaza se llama de las Tres Estaciones. Allí también está la parada de metro de Komsomolskaya. Además salen numerosos autobuses a diferentes puntos del país.

Supongo que lo han observado en otros lugares, pero, por si no conocen Moscú, en esa plaza se celebra todos los días un auténtico "concilio de la marginalidad".

La escritora Liudmila Ulítskaya, en su novela Siceramente suyo, Shúrik, llama a esa plaza la cloaca. La acción transcurre en la época de Brezhnev... Imáginense como está ahora.

A Europa sin kioskos

Hace poco más de un mes se celebró el Festival de Eurovisión. Unos días antes habían desaparecido todos los kioskos en la zona de Olimpiski. Los del paso subterráneo y los de la calle. Los que vendían fruta y los de cigarrillos, los de droguería, mercería, libros, infusiones, cerveza, recuerdos... Todos. El alcalde Yuri Lushkov quería dar de la ciudad una imagen más moderna, vamos, más europea. Terminado el Festival, han vuelto.

Los kioskos son parte del paisaje urbano de Moscú. Han suplido la falta de locales comerciales. Durante muchas décadas aquí no se construían bajos para tiendas. Así que se instalaan en las aceras, en las plazas... Allí donde hubiera un lugar despejado, había un kiosko.

Como les digo, venden de casi todo. Tienen licencias para unos 500 productos, de ellos unos 300 alimenticios. Para muchos moscovitas constituyen su base para ir tirando. Más en estos tiempos de crisis.

Pero el Ayuntamiento tiene un plan y lo de Eurovisión parece que sólo fue un ensayo. Quiere eliminar la mayoría de los kioskos. Su idea es reducir su número en dos años. Pasaría de los 16.000 actuales a unos 3.000, en cifras aproximadas. Los que queden tendrán que adecentar su aspecto.

Las grandes cadenas y las pequeñas tiendas presionan. Para ellos se trata de eliminar un competidor. Hablan de condiciones sanitarias, de impuestos, de estética...

Y el ayuntamiento les escucha. El proyecto es permitir los que vendan periódicos, flores y billetes de transporte. Limitarán al máximo los de alimentos.

No sé como quedará la ciudad sin sus puestos callejeros. Cierto es que afean bastante la imagen de una ciudad ya destruida urbanísticamente de forma sistemática durante décadas. Y no menos cierto que han acompañado a varias generaciones de moscovitas, además de haberles ayudado a ir tirando.

Pero todo sea por Europa. Es lo que piensan en el Ayuntamiento.

Cómo está el tráfico!

Recuerdo un cuento de Julio Cortázar. Iba de un enorme atasco en una autopista francesa. El colapso alcanzaba tales magnitudes que los atrapados conductores llegaban a formar grupos para robar fruta y verdura de las granjas vecinas. Tenían que sobrevivir!

Las cosas en Moscú todavía no llegan a ese extremo. Todavía. hace un poco más de dos años el equipo de fútbol de Spartak se vio metido en uno de esos apocalípticos atascos. Iba a disputar un partido de "Champions" y su autobus quedó atrapado. Ni adelante, ni atrás, ni a un lado, ni a otro.

Jugadores, técnicos y auxiliares abandonaron el autobus. Cargaron con todo el material y tuvieron que utilizar el metro. Llegaron poco antes de que el árbitro ordenara empezar el partido. Spartak perdió frente a Inter de Milán.

Alguien me comentó entonces que la directiva de Spartak estaba contenta porque no pagó los billetes del suburbano.

Moscú no es una ciudad para el tráfico. Han sido muchas décadas de poder soviético y de urbanismo abandonado. Los coches han llegado en los últimos quince años como llovidos del cielo y sin saber por donde moverse. Y cada año hay más.

El problema naturalmente se traslada al aparcamiento. Llegas a cualquier sitio; normalmente, tarde, y el cielo cae sobre tu cabeza proque no hay lugar en la tierra para tu coche.

Eso le pasa a casi todos los habitantes de esta ciudad. Pero en ésto, como en casi todo, siempre hahabido clases, subclases y categorías.

Les cuento algo que sucedió hace unos días en el centro de la ciudad. Eran las taurinas cinco de la tarde. Hora punta. Un todoterreno llega a unas oficinas públicas. El conductor ni busca, ni mira; se baja del vehículo y lo cierra, dejándolo en plena calle.



El recuadro de la flecha indica que se trata de una acreditación de un diputado de la Duma, el parlamento ruso.
Como pueden ver, sólo la cola de los trolebuses amenazaba llegar a Vladivostok.

Pasa el tiempo. Un policía se acerca al vehículo. Ve la credencial y decide que tiene que atender un caso urgente.
Los demás conducotres y, sobre todo, los pasajeros de los trolebuses se impacientan. Se indignan y deciden hacer algo. Por ejemplo, empujar el coche.

Pero que si quieres... El todoterreno es mucho todoterreno.
Ya son las seis de la tarde. Los claxonazos se empiezan a oir hasta en el mausoléo de Lenin.
Aparece una patrulla de Tráfico. Lo miran dan dos vueltas... Pero todo sigue igual.
Hasta que un conductor decide remolcarlo con su furgoneta.

Poco más tarde se sabe que la acreditación está a nombre del diputado de la mayoritaria Rusia Unida, Vladimir Pliguin. Preguntado por el asunto, dice:"Yo no sé nada. No estaba allí. El pase es mío, pero el coche, no. Lo usa mi ayudante". Éste es un hombre de 70 años que tampoco estaba allí. Quien conducía el todoterreno era su hijo, Yuri Zubarev. Cuando salió a la calle vino a decir eso de "tampoco es para tanto. No estaba tan mal aparcado. Dejaba pasar. Lo lamento, pero es que tenía que resolver un asunto muy importante aquí al lado". Zubarev hijo es jefe de Departamento en el Ministerio de Hacienda.

Lo dicho. Siempre ha habido clases, subclases...

Como epílogo, queda muy bien lo del hombre feliz. Aquél al que buscaba el poderoso rey para conseguir su camisa. Pero el hombre feliz no tenía camisa. No la necesitaba. Algo así pasa actualmente con los coches. El hombre feliz es el que no lo necesita. ¿No creen?


PD.- Debo agradecer las fotografías a los compañeros de Komsomolskaya Pravda. Gracias.

Fiesta en el "Aurora"

Muchos amigos me preguntan qué queda del comunismo en Rusia. Algunos se extrañan de la irresistible y vertiginosa ascensión del capitalismo en este país. Es más facil verlo que contarlo. Vamos, que una imagen vuelve a valer más que mil palabras. Pero, como en el caso que nos ocupa, no tenemos la imagen, tendrán que contentarse con lo que les cuento.

Los que ya tengan unos añitos recordarán al crucero "Aurora". Participó activamente en el principio de la Revolución de Octubre. Un cañonazo suyo desencadenó el asalto al Palacio de Invierno.

Se convirtió en un símbolo de los nuevos tiempos soviéticos. Actualmente se encuentra amarrado a un muelle en San Petersburgo y es un museo.

Aquellos nuevos tiempos son hoy viejos tiempos a olvidar. Al menos para la mayoría.

Acaba de saberse que hace unos días, la noche del 6 al 7 de junio, tuvo lugar una gran fiesta a bordo del "Aurora". La organizó el multimillonario Mijaíl Prójorov y no fue para homenajear a los revolucionarios. Más bien todo lo contrario. A ella asistieron la ministra de Desarrollo Económico, Elvira Nabiulina, y la gobernadora de San Peterburgo, Valentina Matvienko.

Según denuncian indignados los comunistas de la región de Leningrado (sigue llamádose así), aquéllo fue una orgía del poder y sus amigos oligarcas. Hubo chicas ligerísimas de ropa bailando y canciones más o menos procaces para sus oídos. Duró unas cuantas horas y, al final, algunos invitados se lanzaron al agua. Como habrán supuesto, sin ningún ánimo revolucionario, más bien inducidos por el alcohol o, ¿quién sabe?, por alguna dama o caballero.

Las autoridades anuncian una investigación para esclarecer qué pasó a bordo del "Aurora" esa noche tan distante de la del 6 al 7 de noviembre de 1917. La Marina abochornada calla.

Quizás, esos amigos de los que les hablaba al principio se puedan hacer una idea de lo que va quedando del comunismo en Rusia.


PD.- Mijaíl Prójarov es uno de esos oligarcas que hicieron su fortuna a principios de los 90 con la implosión de la Unión Soviética. Su familia procede la nomenclatura del antiguo régimen. Él sirvió en el Ejército Rojo. Luego cambió y ahora lo suyo es el níquel y el oro.

Aunque afectado por la crisis, sigue siendo rico, muy rico. Cuarentón de muy buen ver, las crónicas de sociedad dicen que es irresistible y que las mujeres se le lanzan al cuello en cuanto lo ven.

En su currículum hay algunos escándalos. Hace unos años fue acusado de proxenetismo en la estación invernal de Courchevel, en los Alpes franceses.

De él también se dice que estuvo a punto de comparse la villa más cara del mundo. Pero llegó la crisis y echó marcha atrás.

La primavera. Vaya, vaya

Seguro que algunos de ustedes recuerdan una canción del verano que decía Vaya, vaya... Aquí no hay playa. Aquí tampoco, pero algo hay que hacer.

Así que los moscovitas cuando llega un día como el de hoy, toman todos los trastos de playa y se van a un parque.

Este año lo han podido hacer poco porque la primavera no ha acompañado. A un día decente, le sucedía una semana fresquita y lluviosa. Pero, desde hace dos o tres días, tenemos veintitantos grados y un sol luminoso desde la madrugada hasta que anochece. Y por estas tierras son muchas horas!

Este último domingo de mayo les he visto llegar al parque Vorontsovsky. Está al sur de la ciudad. Aparece en una película muy conocida por aquí, "Moscú no cree en las lágrimas". Ganó el Óscar a la mejor película extranjera en los setenta. En una escena se ve a un grupo de amigos pasando un día de campo...

El parque Vorontsovsky ha cambiado mucho, pero la costumbre permanece. Ves a familias enteras, niños, grupos de amigos, parejas acarameladas... Todos en bañador buscando el sol. Todos tumbados en toallas, esterillas, o mantas. Se llevan de todo menos la sombrilla. Comen, beben, se divierten...

En el parque hay zona de juegos infantiles, alquiler de bicicletas y un par de lagos minúsculos de aguas sucias y alquiler de barcas donde algunos pescadores intentan el más difícil todavía.

Este domingo ha sido uno de ésos para ensayar las vacaciones.

Aunque apenas hay papeleras, no se ven desperdicios por el suelo. Los moscovitas se los llevan hasta que encuentran donde depositarlos.

Otro rasgo de buena educación, nadie da la matraca con su música. Respetan los oídos de sus vecinos.

Así transcurre un festivo de casi verano. Cuando termina, siguen pensando en las vacaciones y lo cerca que está ya la playa. Vaya, vaya.


Agitado, pero no removido

...o era al revés la receta de James Bond para el dry martini. Sea como fuere y si Wikipedia no me engaña, 007 ha tomado vodka Smirnov o Smirnoff en 21 de sus 22 películas.

Lo que quizá no sepan muchos de ustedes es el origen de esta marca de vodka. Hay que remontarse a 1831, año en que nace Piotr Smirnov.


Porcedente del campo, muy pronto se instaló en Moscú junto a un tío suyo, que había comprado su propia libertad con lo que ganó haciendo vodka. El "aguita" ruso en el principio de la historia. Lo fabricaba, naturalmente, de forma clandestina, porque en aquel tiempo era un monopolio estatal.

Esclavos, vodka y monopolio están muy unidos en esta historia. Porque en 1861 el zar Alejandro II concede de forma nominal la libertad a los esclavos y también deroga el monopolio del vodka.

Ese año, el joven Piotr abre su primera tienda en el centro de Moscú. Ya saben qué vendía.

Las cosas no le pudieron ir mejor. En 10 años empleaba a la cuarta parte de los trabajadores del sector. Facturaba lo que hoy podríamos considerar 10 millones de euros.

Calculador, trabajador y astuto, Piotr consiguió ser nombrado proveedor oficial en la corte del zar Alejandro III.

Pero no todo fue miel sobre hojuelas en su trayectoria. Fue acusado de fomentar la fatal atración de los rusos por el vodka. Nada menos que tuvo en su contra a Chéjov y Tolstoi.

¿Qué hizo Piotr? Pues una campaña de imagen de la época. Destinó importantes sumas a obras de caridad y a ganarse apoyos entre los poderosos.

Pero la sombra del retorno del monopolio era cada vez más acentuada. Incluso se hablaba de una ley seca.

Ante esa situación, tomó una decisión: trasladar la marca a otro país.

El caso es que cuando Piotr Smirnov murió era un auténtico oligarca, uno de los hombres más ricos de Rusia.

Luego pasó lo que suele pasar en estos casos. Sus hijos derrocharon la fortuna paterna. El negocio iba cada vez peor y además volvio a imponerse el monopolio estatal.

Más tarde llegaría la revolución bolchevique y los nietos de Piotr huyeron a Occidente.

La historia continuó con varios episodios hasta que hace unos tres años se llegó a un acuerdo para explotar la tan conocida marca.

Si quieren más detalles, hay un libro. Se titula "El rey del vodka" y lo ha escrito Linda Himelstein. No sé si hay traducción al español. Pueden encontrarlo en inglés.

PD.- Smirnov o Smirnoff. Depende de la traslación que se haga desde el alfabeto cirílico al latino. A mí me parece más correcta la primera, pero seguro que algún experto en filología eslava puede aclarar mucho mejor la cuestión

Ay, Eurovisión!

Debo reconocerlo. No soy "eurovisionero". Ni me acuerdo cuál fue el último que ví. Que me disculpen los fans del festival, pero a mí me parece que Eurovisión es una cosa del pasado. De aquellos tiempos cuando en casa sólo la radio o la tele nos ofrecían música, cuando apenas había "tocatas", ni industria discográfica. Cuando a los conciertos se les llamaba recitales y había uno de Pascuas a Ramos... Vamos, de aquella tele en blanco y negro.

Ahora con todas las posibilidades musicales que existen, no entiendo que pueda ser interesante que después de un grupo tecno-pop, aparezca un chico cantando una balada, luego una señora perpetrando el foloclore de su país y, a continuación, un grupo grunge. No lo entiendo. Si quiero ver algo que me interese musicalmente, voy a un conicerto de gente que me guste... (Uff!, me empiezan a zumbar los oidos).

Bueno, es mi opinión, y no tiene que porqué coincidir con la de ustedes. Espero sus comentarios...

Yo creo que ahora se trata de demostrar la capacidad organizativa del país que acoge el festival. Tal vez, de hacer un poco de propaganda turística y, eso sí, promoción en su propio país para el representante local.

En Moscú se ha montado todo el tinglado en el Estadio Olímpico del año 80. Han creado un escenario circular espectacular. Rodeado de pantallas electrónicas, juegos de luces increíbles y bolas de discoteca de alta tecnología.

La publicidad no va a la zaga. Miles y miles de carteles. Todos con la cara de la misma chica, la Miss Mundo Eksenia Sujinova ataviada con tops con la bandera de cada país. Se le cambia el pelo y el maquillaje y ahí está. Esta es la foto con la que representa a España.

Luego están las cifras que se manejan. Más de 2.000 periodistas de todo el mundo estamos acreditados. Se espera la visita varios miles de "eurovisioneros", etc, etc...

Por cierto, los hoteleros de Moscú pensaban en hacer su pequeño agosto en el año de la crisis. Habían subido sus precios entre un 20 y un 30 por 100 para estos días. Ha tenido que intervenir la Administración para poner coto a su ambición. No se conocen todavía los resultados de su interención.

Volviendo al Festival, he leído que las casas de apuestas dan favorito al representante de Noruega, Alexander Rybak. No he encontrado a cuanto se paga el triunfo de Soraya. Lo buscaré con más detenimiento.

El año pasado cuando ganó Dima Bilán, la locura se desató en todo el país. Lo tuvimos hasta en la sopa. Me recordó a aquel triunfo del 68 de Massiel con "La, la, la". En Londres y con la canción británica en segundo lugar... Otra victoria contra la pérfida Albión. Como el gol de Zarra en el Mundial del 50...

Carlos Salvador


Creo que llego con retraso. Es algo que me pasa con frecuencia. Creo que debía haber explicado el título del blog al inicio. Pero, bueno, más vale tarde que...
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