Novelistas en la industria cinematográfica (Asier Ávila)
No hace mucho, sentado en el balcón, leía algunos textos dónde Faulkner hablaba de su etapa cómo guionista en Hollywood y cómo sufría el acoso de productores y otros directivos para realizar constantes cambios en sus guiones. Esto me hizo pensar en el papel del novelista en la industria cinematográfica. El cine es un arte joven, casi un bebé comparado con la literatura, y ha necesitado su tiempo para crecer y convertirse en un ente independiente. Así que si echamos la vista atrás hasta la década de los cuarenta, por poner una fecha, y volamos hasta Los Ángeles, para estar cerca de Hollywood, encontraremos una industria que apenas recién nacida ya provocaba una espectacular adicción en las masas. Entonces se rodaban cientos de películas al mes y eso requería tener una estructura industrial. Es decir, una cadena de montaje artística dónde el guionista era la pieza clave. Muchos de esos guionistas eran novelistas que acudieron a la llamada del cine para ganar dinero fácil y rápido. Esto duró hasta que nació la figura del guionista profesional, tal y cómo se conoce hoy en día. Entonces los novelistas volvieron a sus libros.
No hace mucho, tirado en el sofá y de madrugada, veía “La Dalia Azul”, dirigida por el genial director alemán Fritz Lang. El guión venía firmado por el creador de “La dama del lago”, Raymond Chandler. El ejemplo de Chandler es perfecto para el tema que pretendo exponer y se encuentra resumido en “La Dalia Azul” que se convirtió en guión a partir de una novela inacabada. En este guión, Raymond Chandler deja a la altura del betún la industria cinematográfica, cito textualmente: "El negocio del cine es el único negocio en el cual pueden cometerse todos los errores posibles y seguir haciendo dinero... Es el mundo del espectáculo. Hay algo barato en todo ello". Aunque por lo visto el señor Chandler tenía, solo para él, un equipo de secretarias, tres chóferes, un médico y una importante reserva de whisky. Acabó fatal pero eso engrandece su leyenda.
No hace mucho, caminando sin rumbo por la ciudad, encontré por casualidad un cine dónde reponían “El sueño eterno” de H. Hawks y entré. El guión estaba basado en una novela de Raymond Chandler pero estaba firmado por el ganador del nobel e inmenso novelista William Faulkner. Es una película de una complejidad narrativa impresionante y mantiene el pulso con el paso de los años. Normal, pensé, teniendo en cuenta quién estaba detrás. Pero cerraré el plano en la figura de Faulkner. Por aquellas fechas Faulkner tenía graves problemas económicos y aceptó a regañadientes la propuesta de Hollywood. No le gustaba trabajar de esa manera pero era dinero fácil. Cuando ganó el nobel dijo: "Nada puede perjudicar la obra de un hombre si éste es un escritor de primera, nada podrá ayudarlo mucho. El problema no existe si el escritor no es de primera, porque ya habrá vendido su alma por una piscina". El dinero, el sempiterno tema del dinero. Francis S. Fitzgerald trabajó como guionista para pagar las facturas de los sanatorios dónde fue ingresada su esposa. El señor Hemingway criticaba con altivez la industria pero estrechaba la mano a cualquiera que quisiera usar sus novelas, siempre que en esa “mano cualquiera” hubiera un sobre lleno de billetes.
No hace mucho, mientras desayunaba en mi bar favorito, leía a Norman Mailer y me acordé de una película que dirigió llamada “Maidstone”. Tengo un vago recuerdo de ella, es la historia de un director de cine protagonizada por el propio Mailer. Es una película experimental, improvisada y con un enorme escena final dónde Mailer se pelea con su hermano. Supuestamente esa escena es real. Véanla aquí. Entonces pensé en los novelistas que también han dado el salto a la dirección cinematográfica. Paul Auster lo ha intentado con resultados desiguales. Me gustaron mucho “Smoke”, soy fan de “Blue in the Face” y “Lulu on the Bridge” pero la última “La vida interior de Martin Frost” es demasiado desmadejada en su propuesta y no llega a ninguna parte. El escritor francés Michel Houellebecq dirigió hace un par de años la adaptación de su novela “Posibilidad de una isla” e hizo un trabajo excelente. En España, el escritor Ray Loriga ha dirigido varias películas con no demasiado éxito, la verdad es que sus novelas son mucho mejores que sus películas, y David Trueba compagina su carrera como novelista con la de director de títulos como “La buena vida” o “Soldados de Salamina”.
No hace mucho tiempo, un día lluvioso de diciembre, fui al cine a ver “Dónde viven los monstruos”, me encantó, de hecho la volví a ver ayer, de nuevo. Película dirigida por Spike Jonze y guionizada por el escritor norteamericano Dave Eggers a partir de un cuento infantil de Maurice Sendak. Eggers, autor de novelas maravillosas como “Qué es qué” o “Ahora sabréis lo que es correr”, también ha hecho el guión de la última de Sam Mendes, “Away we go”. Y podría seguir recordando pero este texto se haría eterno.
No hace mucho pensaba en cuánto me gustan las películas en las que no se habla demasiado como por ejemplo la maravillosa “El hombre sin pasado” de Aki Kaurismaki. Lo bueno del cine es que a veces sobran las palabras.
PAZ dijo
Dices que lo bueno del cine es que a veces sobran las palabras. Creo que las palabras de un buen guión dirigen las imágenes que nos emocionarán como antes nos conmovieron las palabras de un buen libro. Todo este lío es para decir que imágenes y palabras forman parte del mismo lenguaje.
En mi opinión unas van de la mano de las otras. Cuando vemos una imagen en una película aunque no exista sonido alguno racionalizamos la secuencia con palabras. Ocurre lo mismo cuando leemos pero a la inversa. Imaginamos la lectura.
Cuando encontramos una creación artística que nos arrebata (ya sea cuadro, libro, película o canción...) todos los sentidos se alborotan.
Opino que en el cine nunca sobran las palabras. Aún cuando encontremos silencios siempre hay palabras, de igual forma que en una secuencia en la oscuridad absoluta (incluso en un fundido en negro) existen imágenes.
Lo maravilloso del cine es que aúna esas imágenes y esas palabras (y la ausencia de unas y otras) para entretenernos, aterrorizarnos, enseñarnos, emocionarnos, admirarnos, descubrirnos, reconocernos, perdonarnos...
En el cine no es que sobren las palabras...Es que el buen guionista sabe colocarlas. O esconderlas.
09 mar 2010
Alberto Luna dijo
Curiosamente anoche leía uno de los cuentos que incluye el libro "Young Sánchez y otros cuentos" de Ignacio Aldecoa (muy recomendable) de la colección de Clásicos Españoles que salió con un periódico hace varios años. El caso es que cada párrafo lo iniciaba con la misma expresión, "Hacía calor, ..."[...] "Hacía calor,..." . Me ha llamado la atención abrir el blog justo hoy, al día siguiente, y ver que has utilizado el mismo recurso.
Por otro parte me gustaría que me contestaras a una pregunta, eres nocturno Óscar??? Hace poco que descubrí el blog y no se si has hablado de ello antes, pero me da la senación de que eso de irte al sobre antes de las 11 no va contigo....
Enhorabuena por el programa, es un gustazo verlo.
17 mar 2010
rozemberg dijo
No estaba tan borracho como para no
sentir que había hecho pedazos su casa, que dentro de él nada estaba en su sitio
pero que al mismo tiempo -era cierto, era maravillosamente cierto-, en el suelo o
el techo, debajo de la cama o flotando en una palangana había estrellas y pedazos
de eternidad, poemas como soles y enormes caras de mujeres y de gatos donde
ardía la furia de sus especies, en la mezcla de basura y placas de jade de su
lengua donde las palabras se trenzaban noche y día en furiosas batallas de
hormigas contra escolopendras, la blasfemia coexistía con la pura mención de las
esencias, la clara imagen con el peor lunfardo. El desorden triunfaba y corría por
los cuartos con el pelo colgando en mechones astrosos, los ojos de vidrio, las
manos llenas de barajas que no casaban, mensajes donde faltaban las firmas y los
encabezamientos, y sobre las mesas se enfriaban platos de sopa, el suelo estaba
lleno de pantalones tirados, de manzanas podridas, de vendas manchadas. Y
todo eso de golpe crecía y era una música atroz, era más que el silencio afelpado
de las casas en orden de sus parientes intachables, en mitad de la confusión
donde el pasado era incapaz de encontrar un botón de camisa y el presente se
afeitaba con pedazos de vidrio a falta de una navaja enterrada en alguna maceta,
en mitad de un tiempo que se abría como una veleta a cualquier viento, un
hombre respiraba hasta no poder más, se sentía vivir hasta el delirio en el acto
mismo de contemplar la confusión que lo rodeaba y preguntarse si algo de eso
tenía sentido.
17 may 2010
rozemberg dijo
perdón, que no aclaré, no vayan a pensar que algo de tanta altura es mío, el trozo que les envío de es de rayuela-cortázar.
17 may 2010
Juanma dijo
A ver, La dalia azul no la dirigió Fritz Lang sino George Marshall con Alan Ladd y William Bendix... la confusión puede vernir porque Lang dirigió The blue Gardenia con Anne Baxter y Richard Conte.
Saludos.
15 jul 2010
Carlos dijo
El cine con pocas palabras es difícil de hacer, pero siempre nos sorprenden películas como "Donde habitan los monstruos", que en pocas palabras nos dice mucho.
Y otros con unos diálogos sobrebios como "Casablanca" nos deja con un buen sabor de boca.
17 jun 2011
gatito dijo
Y excelente película "dónde viven los monstruos" Mara Torres le tiene en el blog una entrevista a Spkie Jonze.
17 jun 2011
gatito dijo
exclente exposicion Oscar y hay tantos libros donde encontrarlas que cada cual busque yo recomiendo las 100 mejores peliculas del cine de Kobal, pero se me quedarían muchos más en el tintero así que lo mejor es meterse en una libería y buscar.Saludos.
17 jun 2011