Poco que celebrar en el Día de las Migraciones
viernes 18.dic.2009 por RTVE.es 0 Comentarios
HOY, 18 de diciembre, se celebra el Día Internacional de las Personas Migrantes, instituido por Naciones Unidas en el año 2000. Esta misma organización, precisamente, nos ha recordado hace unas semanas la importancia y el potencial que tiene la movilidad humana -las migraciones- para propiciar el desarrollo y bienestar, tanto de la persona que migra como para las sociedades de origen y de acogida.
La Confederación Española de Religiosos (CONFER) no ha querido dejar pasar esta oportunidad para hacer una nota explicando la situación que van a vivir los inmigrantes en nuestro país después de que se aprobase (el pasado 26 de noviembre) la Reforma de la Ley de Extranjería.
A continuación os pego su reflexión de denuncia y sus propuestas de justicia:
DECLARACIÓN DE CONFER
A pesar de los avances que reconocemos en la nueva Ley, consideramos que ésta tiene fundamentalmente un enfoque restrictivo como ya han puesto de manifiesto los numerosos informes y pronunciamientos de muchas organizaciones sociales y eclesiales que durante este tiempo han alimentado nuestra reflexión y que, desde CONFER, hemos tratado de hacer llegar a la Vida Religiosa. Destacamos, especialmente, el intenso trabajo de incidencia política y sensibilización realizado por Cáritas y la palabra evangélica del obispo presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones, don José Sánchez.
Nos preocupa la situación de las personas: de las que están en situación irregular y van a ver mucho más dificultado su acceso a los derechos básicos y a la futura regularización, de las que verán restringido su derecho de acceder a la educación y a la vivienda, de las que no podrán reagrupar a sus padres y ejercer el derecho a vivir en familia, de las mujeres víctimas de violencia de género que sigan teniendo miedo a denunciar por no ser expulsadas, de quienes son encerrados en un CIE (ahora por un periodo más largo) por una mera falta administrativa...
Nos preocupa también la visión de la inmigración que esta Ley y las actuales políticas gubernamentales pueden reforzar en nuestra sociedad. Las personas inmigrantes no son mera fuerza de trabajo, bienvenida simplemente como tal en tiempos de bonanza económica e incómoda y sobrante en tiempos de crisis, sino seres humanos que traen consigo toda su realidad familiar, cultural, religiosa... tan rica y tan limitada como la nuestra, y con quienes estamos llamados a construir un futuro en común.
Nos preocupa, por último, el tipo de sociedad que estamos construyendo. Creemos que la nueva Ley profundiza la institucionalización de la desigualdad en derechos básicos estableciendo diferencias entre las personas inmigrantes según su tiempo de residencia, entre ciudadanos y no-ciudadanos, entre ciudadanos de primera, segunda, tercera... Consideramos que el endurecimiento de las sanciones a prácticas de hospitalidad (ofrecer la posibilidad de empadronamiento, proporcionar una oferta de empleo...), además de privar del más mínimo apoyo social a las personas más vulnerables, deshace los vínculos humanos y ayuda a instalar en nuestras conciencias la idea de que es mejor no "pringarse" por el otro en necesidad. Nos preocupa, especialmente, que nuestra sociedad acabe dando por todo esto por "normal".
El compromiso de la Vida Religiosa con nuestros hermanos y hermanas inmigrantes es múltiple e intenso a través de la acogida, el acompañamiento, la denuncia y la defensa de los derechos, la construcción de una sociedad incluyente. La nueva Ley de Extranjería nos desafía a todos a profundizar este compromiso, no sólo a quienes están directamente implicados/as en el mundo de la inmigración sino también a quienes vivimos nuestro servicio en otros campos pero somos, en esta sociedad, cristianos y ciudadanos y nos sentimos impulsados desde el Evangelio a no pasar de largo ante nuestro prójimo y a transformar la realidad en la dirección del Reino.
Por eso os invitamos y nos invitamos a seguir trabajando, desde la vida cotidiana, que es un espacio político, donde se construye sociedad, donde contribuimos a reforzar lo que hay o a modificarlo:
- Por ofrecer otra imagen social de la inmigración y de las personas inmigrantes allí donde estemos, en nuestras comunidades, en nuestros barrios, en la tienda a donde vamos a comprar, en el autobús, en conversaciones... esforzándonos, con paciencia y tenacidad, en tender puentes entre nuevos y antiguos ciudadanos, personas de diversas procedencias y universos culturales.
- Por seguir encontrándonos con el otro diferente y estableciendo vínculos, relaciones de amistad y de reciprocidad con personas inmigrantes, rompiendo en nosotros mismos y con nuestra propia práctica, los tópicos que nos mueven a desconfiar y a mantenernos a distancia.
- Por generar espacios de convivencia y apoyo en la vida cotidiana, espacios donde nos encontremos en igualdad y como seres humanos. Estos espacios no son neutros. Son un signo profético, una forma de resistencia a la lógica del enfrentamiento y una visibilización de que otras relaciones son posibles.
- Por mantenernos en la denuncia pública y en la arriesgada solidaridad, ser memoria de lo que no podemos perder como conquistas en humanidad, como referencia y utopía de sociedad y como ideal evangélico.
ÁREA DE JUSTICIA Y SOLIDARIDAD
CONFER