Regreso a Sur Sudán
domingo 9.ene.2011 por RTVE.es 0 Comentarios
Entraron las tropas gubernamentales en un poblado del sur que había ofrecido resistencia. Lo primero que hicieron fue preguntar por el responsable local de la comunidad cristiana, no por el misionero extranjero sino por el nativo, el hombre del lugar. Lo localizaron, lo trajeron a rastras y, delante de todos, en el centro del poblado, lo crucificaron. Para que sirviera de ejemplar escarmiento. Esto no pasó hace mil años sino durante la guerra entre el norte y el sur de Sudán, hace unos años...
Fuimos allá a finales de 2004, acababa de terminar la guerra, una interminable guerra que había asolado por completo el sur del país. En mis viajes haciendo reportajes para Pueblo de Dios no recuerdo una sensación de desolación como la de aquellos lugares sudaneses. Había que empezar de nuevo. No había quedado piedra sobre piedra.
Para llegar a la zona en la que grabamos tuvimos que hacerlo desde el norte de Kenia, volando en un avión que fletaba la diócesis de Rumbek, y en el que llevábamos de todo...por la sencilla razón de que no había de nada.
"Esto fue un genocidio", repetía una y otra vez Cesare Mazzolari, un misionero italiano nombrado obispo de aquel lugar y que no me explico cómo aún seguía vivo tras los espeluznantes años que había vivido. La presencia y la constancia de los misioneros durante los años de la guerra habría dado para un peliculón: "los antonov del Gobierno bombardeando las poblaciones, la gente huyendo y los misioneros levantando el pequeño dispensario, la escuelita, lo poco que tenían para acompañar a la población a un nuevo asentamiento. Así era nuestra vida". Me lo contaba Mazzolari en el patio de un colegio abarrotado de niños, junto a la misión, donde las criaturas podían comer caliente una vez al día.
En Mapourdit, el milagro tenía forma de hospital, un increíble centro sanitario muy humilde pero que era un oasis de sanidad en medio de aquella tierra de la tribu de los dinka.
En aquel viaje también entrevistamos a José Javier Parladé, misionero comboniano que lleva 40 años en Sudán, escéptico de que se pudiese llegar a una paz estable porque nos recordaba la crueldad de la guerra nacida cuando el Gobierno impuso la “sharía” o ley islámica en todo el país, incluido el sur, donde la población es mayoritariamente cristiana o animista. Los enfrentamientos estaban enraizados en décadas de enorme desproporción entre el desarrollo del norte, árabe e islamista, y las comunidades negras del sur. Esta desigualdad fue alimentada primero por las fuerzas coloniales británicas y después por los gobiernos de Jartum. Las fuerzas gubernamentales incluyeron como armas de guerra el hambre, los abusos sexuales y la esclavitud, a la que sometieron a miles de jóvenes sudaneses del sur.
En la pista de tierra que era el aeropuerto de Rumbek nos encontramos con John Garang, el líder del Movimiento para la liberación del sur de Sudán, al que poco después asesinaron simulando un accidente en el helicóptero en el que iba.
Ahora, cuando ha llegado la hora del referéndum, los del equipo recordamos a aquel pueblo sediento de paz, que vive horas cruciales de su historia. No lo tienen fácil.