Si no hay comida, no vamos a la escuela
jueves 29.sep.2011 por Ricardo Olmedo 0 Comentarios
Las hambrunas africanas no sólo son datos, lugares en el mapa y alguna noticia en el telediario. Hay multitud de "daños colaterales" dentro de esta enorme y brutal explosión de hambre en el Cuerno de África.
José Juan Verdejo es un misionero con el que nos encontramos en Uganda hace un par de años. Vive en la paupérrima región de Karamoja y nos cuenta alguna de las consecuencias de lo que está pasando: "Karamoja se ha visto también afectada en esta crisis por estar vecina a Kenia y al nuevo Sur Sudan, y ser una zona donde la agricultura aún es pobre. En la misión, gracias a Dios y al sistema de silos que hemos implantado para almacenar grano, la gente no ha muerto de hambre pues han ido teniendo su ración semanalmente. Pero claro, las zonas vecinas a la misión veían que aquí había alimento y han sido muchos los que se han unido a nuestra gente. Se ha repartido todo lo mejor que se ha podido.
Hemos tenido algún problema con las 17 escuelas de la zona que, a través de un programa conjunto del gobierno y el World Food Programme (Unicef), reciben una ayuda de alimentos cada mes para dar una comida diaria a los niños. Con la emergencia en los campos de refugiados del norte de Kenia han utilizado los alimentos que tenían para las escuelas en Karamoja. Conclusión: los niños cuando llegan a la escuela no van directos a clase, sino que primero van a la cocina, si no hay nada en el fuego, se dan media vuelta y se van a casa, y pasan la voz a los otros que van de camino. Las escuelas tienen que cerrar por falta de alumnos. Para evitar esto, hemos tenido que estar ahí moviéndonos en colaboración con los compañeros de otras misiones de la zona para conseguir alimentos en el sur del país donde la cosecha no ha sido mala".