En la tierra de Jesús

El jueves por la noche, después de doce horas de viaje (avión Madrid - Tel Aviv y autobús Tel Aviv - Tiberíades) llegamos a la tierra donde vivió Jesús hace dos mil años. El viernes amanecimos a orillas del Mar de Galilea, el gran lago de 21 kilómetros de largo y 11 kilómetros de ancho que abastece de agua potable a todo el país.
El equipo, en esta ocasión, va "incrustado" en una peregrinación junto a otras 15 personas (once sacerdotes y cuatro mujeres). Al frente del grupo está el director del Centro de Tierra Santa en Madrid, el incombustible padre franciscano Teodoro López, con más de 35 años de servicio a la Custodia de los Santos Lugares. Un auténtico pozo de sabiduría con una prodigiosa memoria y un profundo conocimiento del paisaje, el paisanaje y el pelaje.
El ritmo es vertiginoso. El viernes visitamos Canaá y la basílica de los franciscanos en el lugar donde Jesús realizó su primer milagro a petición de su madre. Grabamos varios grupos de matrimonios franceses y polacos renovando y recordando su matrimonio. Por supuesto, bebimos vino. La familia propietaria de una de las tiendas de recuerdos obsequió al padre Teodoro un par de botellas para que nos invitase "porque los curas compran muy poco". Así son los cristianos aquí. Generosos y realistas. Detallistas y buenos anfitriones. Maestros de la hospitalidad. Subiendo y bajando del autobús llegamos hasta Nazaret, la ciudad en la que Jesús vivió su infancia y juventud, donde fue al colegio, a la sinagoga, a jugar con los amigos. Donde su padre tenía el taller y su madre se encargaba de las labores del hogar. Y visitamos las ruinas que se conservan bajo la basílica de la Anunciación atendida por los franciscanos de la Custodia. Y otra vez al autobús para subir al Monte Carmelo. Y luego a Haifa. Y después corriendo por las calles laberínticas de Accra, para conseguir grabar la puesta de sol junto a la iglesia de San Juan Bautista, sobre la muralla de los Cruzados, en el lugar donde desembarcó San Pablo, donde llegó San Francisco de Asís, donde los cristianos sobreviven entre mezquitas y sinagogas.
El sábado hemos madrugado para grabar la salida del sol sobre el Mar de Galilea, el lago de Tiberíades. Impresionante.
El autobús nos ha dejado poco después en el monte de las Bienaventuranzas. Y hemos entendido que el lugar es perfecto para hablar a las multitudes. Es una pequeña ladera que cae hacia el lago con suavidad. Y mientras el grupo visitaba el templo de la multiplicación de los panes y los peces, "los de la tele" hemos abusado de Abed, el conductor, y nos hemos acercado al lago en busca de pescadores, de los que hoy siguen echando el copo y la red en el lugar donde lo echaban Pedro, Santiago y Juan. Pero no hemos tenido suerte. "Today is Sabath. No work" explicaba el bueno de Abed mientras nosotros insistíamos en que el sabath sólo es para los judíos observantes, y que no todos los pescadores de Tiberíades lo son. Al final hemos visto tres barquitos a lo lejos, entre la calima y la bruma. Algo servirá.
Y otra vez al autobús. Misa del grupo en la basílica de la roca de Pedro, donde Jesús le dijo a su amigo que dejaba en sus manos el futuro del grupo, que se fiaba de él, que sobre su nombre de piedra, de roca, de Cefas, de Pedro, edificaría su Iglesia. Y hemos visto un numeroso grupo de monjas coreanas, otros peregrinos españoles, algunos polacos, franceses, rumanos... y más autobuses. Y a las ruinas de Cafarnaún, la ciudad en la que Jesús vivió junto a Pedro y su suegra durante los años que predicó junto al lago.
La peregrinación ha continuado cruzando en barco el Mar de Jesús, doce kilómetros dice el aparatito que lleva nuestro cámara, Pascual, un medidor de altitudes, distancias, latitudes... el hombre de los datos. Durante 45 minutos hemos podido hacernos una idea de lo que es pescar en abundancia, caminar sobre las aguas, calmar una tempestad... aquí Jesús y sus amigos comenzaron a construir la historia más grande jamás contada.
Después de comer un pescadito como los que sacaban los apóstoles del Mar de Galilea, hemos subido al monte Tabor. Y no hemos llegado a transfigurarnos pero hemos vivido la magia de una puesta de sol absolutamente impresionante. Alguno de nuestros compañeros de peregrinación bromeaba porque "al sol no le podéis decir que repita la puesta". Y se lo hemos dejado claro: "Este programa tiene el mejor patrocinador de la tele. Si necesitamos una buena puesta de sol, nuestro esponsor nos la facilita".
Esta noche el grupo ha vuelto a Nazaret tras la cena para participar en la oración de las antorchas. Los de Pueblo de Dios nos hemos quedado visionando en el hotel. Y hemos invertido doce euros en esta conexión a internet para poder contaros cómo nos van las cosas.
Mañana saldremos hacia Jerusalén, al sur del país. Pero eso aún está por llegar.

*En la foto, grabando ruinas de casas de la época de Jesús, bajo la basílica de la Anunciación, en Nazaret

Comments

[Noemi dijo]

¡Espectacular esta entrada! Gracias por compartirla con nosotros. Me siento como si estuviera viajando con ustedes. Dios los bendiga y que el "Esponsor" los siga protegiendo.

[Santi Riesco dijo]

Noemi, muchas gracias por tus palabras.
Ya estamos de vuelta en Madrid. Sentimos no haber podido escribir mucho más, pero nos faltaban horas para seguir el ritmo de la peregrinación sin desatender nuestro principal objetivo: grabar para contarlo.
En cuanto tengamos preparadas las historias, te avisaremos, para que no te las pierdas.
Siempre puedes seguir nuestros pasos en la web del programa (vídeos, blog, fotos, redes sociales...)
www.rtve.es/pueblodedios

Gracias por seguirnos.