Subiendo al sur
lunes 11.feb.2013 por Santiago Riesco 2 Comentarios
El domingo ha sido un día de viaje, de camino, de peregrinación. Hemos dejado Galilea, la tierra donde vivió Jesús, al norte de Israel, en una depresión geográfica, a 200 metros bajo el nivel del mar, y hemos puesto rumbo al sur para subir a Jerusalén, a 800 metros de altitud. Lo dicho, que hemos subido más de mil metros en poco más de 130 kilómetros.
Nos despedíamos del Lago de Tiberíades y la fertilidad del valle del Jordán a primerísima hora de la mañana. Aquí, como en las Escrituras, las jornadas van "desde que sale el sol hasta el ocaso". Enseguida pasábamos, casi sin darnos cuenta, a Palestina, y descendíamos junto al cauce del río Jordán en nuestro autobús hasta un lugar un tanto especial. Desde 1994 hasta hoy, los peregrinos que querían recordar el bautismo de Jesús, sólo podían llegar al río por la parte de Jordania, por la orilla este. Por fin, el gobierno de Israel ha decidido facilitar el acceso por su parte de la frontera, por el oeste, y ha limpiado de minas un paso para que los visitantes se acerquen al río también por este lado de la orilla. Y allí que fuimos. Hace apenas unos meses que se ha abierto esta posibilidad. Al ser un lugar fronterizo (el río) y poder cruzarse con relativa facilidad, hay un pequeño destacamento militar vigilando relajadamente con sus metralletas mientras los grupos de peregrinos cantan, rezan y reproducen el gesto con el que Juan el Bautista bautizó a Jesús. Por cierto, el mes pasado hubo unas inundaciones y el Jordán se desbordó subiendo casi tres metros de altura su cauce que, habitualmente, no pasa del metro y medio.
El mar Muerto ha sido nuestra siguiente parada. Muy breve porque ninguno de los peregrinos ha querido bañarse. Lo justo para hacer unas fotos, saborear su 30 por ciento de salinidad, ver cómo flotaba la gente exageradamente y tomarnos un refresco en la playa y que algunos hicieran acopio de cosméticos y cremas elaboradas con productos naturales procedentes de este singular mar en el que no hay ni un pez y que está en una depresión a 400 metros bajo el nivel del Mediterráneo. Bueno, 417 metros, porque sus aguas siguen descendiendo y retrocediendo.
El parque arqueológico de Qumrán y la ciudad de Jericó, en Palestina, con sus últimos yacimientos arqueológicos, fueron las últimas visitas antes de comer. La montaña de las tentaciones con un paisaje agreste, áspero, desértico y gastado por el paso del tiempo nos trasladó a una época de eremitas y cuevas, de los primeros monasterios.
El padre Teodoro, viendo el entusiasmo del grupo de peregrinos, decidió desviar un poco la ruta establecida para mostrarnos el monasterio ortodoxo griego de San Jorge. Un lugar increíble construido a modo de cornisa en una grieta de un valle. Espectacular.
Seguimos camino y antes de llegar a Jerusalén paramos en Betania, ciudad palestina, donde los franciscanos de la Custodia tienen una basílica en el lugar donde estaba la casa de los amigos de Jesús: Marta, María y Lázaro. Su templo está pegado a la mezquita y ésta, a su vez, pegada a la iglesia ortodoxa. La imagen es sugerente, pero la realidad no lo es tanto. Basta con escuchar una de las cinco oraciones que diariamente salen por los altavoces de la mezquita para comprobar que hay que tener nervios de acero y mucha paz franciscana en el corazón para no perder la paciencia. Nuestro grupo de peregrinos celebra la misa del domingo en una preciosa cripta construida junto al antiguo cementerio del pueblo de Betania, aquel en el que enterraron a Lázaro dos veces.
Llegamos a Jerusalén y nos alojamos en el hotel. Cena rápida y salida nocturna hacia Belén. Visitamos una cooperativa de cristianos y escuchamos historias increíbles que grabamos para nuestro reportaje. Prometo contarlas aquí en cuento tenga otro ratito.
*En la foto, el espectacular monasterio de San Jorge
Carlos dijo
Espectacular localización para una película...
Santi Riesco dijo
En cuanto tengamos un rato nos volvemos contigo y la rodamos, Carlos. Un abrazo, calvorota.
Ya estamos en casa. Nos vemos en el despacho nuevo.