Francisco, el Papa de la esperanza

El Papa Francisco, rodeado de jóvenes agustinos recoletos en Buenos Aires, Argentina.

El 13 de marzo de 20013 la fumata blanca vaticana auguraba el “mágnum gaudium nuntio vobis” de la elección del cardenal Jorge Mario Begoglio, arzobispo de Buenos Aires, como sucesor de Benedicto XVI, con el nombre de Francisco.

Su elección fue una sorpresa porque su nombre no estaba en las quinielas que corrían por los medios de comunicación. Para muchos, una agradable sorpresa no sólo por su persona (sencilla, austera y lejos de todo boato) de la que todo el mundo se hace lenguas sino también por el significado de la elección: primer Papa latinoamericano, primer Papa jesuita, primer Papa moderno de habla española y primer Papa llamado Francisco.

La iglesia ha apostado por un Papa hispano, no europeo, consciente de que América es un continente emergente en el que vive el 45 por ciento de la cristiandad. Por eso, al ser nombrado Papa, Francisco dijo, con cierto humor, que “los cardenales han ido a buscar al obispo de Roma al fin del mundo”.

La elección de un jesuita, refuerza el papel que tienen que jugar en la Iglesia actual las órdenes religiosas históricas que promovieron durante muchos siglos las letras y las ciencias sociales, cultivaron la teología en sus universidades y evangelizaron el Viejo y Nuevo Mundo.

El nombre papal de Francisco se enraíza en San Francisco de Asís, el “poverello”, y en San Francisco Javier, misionero jesuita español del siglo XVI conocido como “apóstol de las Indias”. Pobreza y evangelización, dos signos de identidad de un Papa del siglo XXI en el que millones de cristianos tenemos puestas muchas esperanzas.

Es sabido que el cardenal Bergoglio vivía pobremente, no en el palacio arzobispal sino en un sencillo apartamento, y viajaba en transporte público. Los “curas villeros” que trabajan en los barrios del cinturón de la pobreza de Buenos Aires le llamaban “el obispo de los pobres”.

El cardenal Bergoglio ha calificado a la pobreza de “inmoral, injusta e ilegítima”, señalando que “los derechos humanos se violan no solo por el terrorismo, la represión y los asesinatos, sino también por las estructuras económicas injustas que originan grandes desigualdades”. Estas palabras del Papa Francisco, siendo cardenal, siguen teniendo plena vigencia.

Hoy por hoy, Francisco es el “Papa de la Esperanza”.