El presidente de la Conferencia Episcopal habla claro
miércoles 13.nov.2013 por Ricardo Olmedo 0 Comentarios
La cita fue en el viejo convento del siglo XVI que levantaron los dominicos en esta tierra de las Verapaces, donde los frailes trabajaron alejando la violencia militar, aprendiendo las lenguas indígenas, conociendo las costumbres y culturas, ayudados por indígenas , creando escuelas, mejorando cultivos, viviendas y los hábitos de vida.
La cita era con monseñor Rodolfo Valenzuela, obispo de Cobán, sucesor de personajes como Fray Bartolomé de las Casas o monseñor Gerardi. Valenzuela es presidente de la Conferencia Episcopal de Guatemala y nos concedió una entrevista para Pueblo de Dios. En el claustro del viejo convento habló claro, sorprendentemente claro. Por eso me animo a transcribir parte de aquella entrevista que luego emitiremos:
El caso Ríos Montt
Visto desde dentro, el conjunto del juicio a Rios Montt más bien ha creado esperanzas. Haber logrado sentar en el banquillo de los acusados a un exgeneral de esa categoría y con esas implicaciones en la violencia es un signo de que muchas cosas han cambiado. Y, aunque ha habido desilusión, yo más bien pienso que ha sido un signo tremendamente positivo. Aparte de que no es un caso cerrado, es un caso que aún está abierto.
Sobre la situación actual de Guatemala:
"La democracia como tal no acaba de cuajar. Hay mucha debilidad institucional en el país. Este es un país con muchas riquezas. Sin embargo, no hay unas políticas suficientemente bien organizadas y a largo plazo para el aprovechamiento correcto de los recursos. Tenemos unos gobiernos aún muy permeados de corrupción y de intereses particulares. Tenemos, por otra parte, una población que se ha polarizado bastante, de manera muy crítica, frente a las instituciones. A veces parece que se vuelve a retomar el discurso de los años ochenta, los años de mayor confrontación".
Recursos, economía, pobreza...
"Los recursos y posibilidades del país están siendo, sin duda, aprovechados por las élites de siempre. De hecho, la macroeconomía en Guatemala es una economía muy sana. Hay inversiones y a nivel macro no hay graves problemas. Sin embargo, la economía de la gente, la vida diaria de las poblaciones, la posibilidad de acceso a bienes básicos, es aún muy frágil"
"Hay unas élites bien situadas, con una economía basada en estos momentos en la explotación de recursos naturales fuertes: la palma africana para la producción de aceite, la minería que está causando serias dificultades, la caña de azúcar…grandes riquezas del país cuyos beneficios no llegan verdaderamente a la población".
Criminalización de las protestas
"En los años ochenta, con tanto nivel de represión, muchas voces fueron silenciadas y están en la memoria del pueblo guatemalteco, como el caso de monseñor Gerardi o los misioneros del Sagrado Corazón en el Quiché. Hoy la persecución o la violencia contra aquel que habla no es tan violenta. Hay mucho más control social, hay más presión internacional, los medios…Algo que se ganó con la democracia es la apertura del país al exterior. Y eso hace que las fuerzas represoras tengan mucho más cuidado. Sin embargo, podemos decir que hoy se dan otras tácticas para callar a aquellos que tratan de hacer conciencia o de incidir en la justicia. Por ejemplo, últimamente se ha dado mucho la criminalización de líderes populares que están en plan de organización popular, de concienciación y que son llevados a los tribunales acusados de crimen, de movilización violenta, de no acatar las leyes.
Transparencia y ayuda internacional
La solidaridad, y concretamente desde España, a través de Manos Unidas, es un apoyo muy apreciado. Y la Iglesia trata de que el manejo de los fondos y las ayudas sea lo más transparente posible. La Iglesia tiene aún una calidad moral y en buena parte se debe al manejo de muchos proyectos, de muchos fondos que verdaderamente se fiscalizan y se trata de que lleguen verdaderamente a la gente. Cosa que no ha pasado, desafortunadamente, con otro tipo de ayudas internacionales cuya fiscalización ha sido muy deficiente. Eso deja mucho que desear. Hay muchos fondos públicos que luego se invierten en aparatos burocráticos u organizativos tremendos.
Cercanos al pueblo
La Iglesia no es toda perfecta. Pero hay una conciencia muy fuerte de cercanía al pueblo de Dios y de solidaridad. La evangelización no puede ser algo meramente ahistórico y no podemos predicar nada más una salvación en el más allá. Estamos convencidos de que el anuncio de Jesús y su Reino comienzan acá. Y se dan signos, aunque no se tengan las capacidades totales de cambio de muchas estructuras de pecado. Son signos constantes de solidaridad con el pobre, con el pequeño, en Guatemala muy particularmente con el mundo indígena que ha sido secularmente excluido de las posibilidades de desarrollo en el país.
Sufriendo la violencia
Es el principal problema en el país. Estamos calificados dentro de países con unos niveles de violencia más altos que otros países que están en guerra. Y hay también muy poca eficiencia en los estamentos estatales para el control de esta violencia. Esto se ha visto agudizado por la presencia del narcotráfico. La cercanía con México y la guerra contra el narcotráfico ha venido a buscar aquí un refugio y un espacio menos controlado. Y eso va creando espacios de violencia. Aparte de que el principal caldo de cultivo de la violencia es la pobreza. La gente delinque por sobrevivir, aparte de todo el aparato criminal que se da.
Curar las heridas de la guerra
En esta diócesis se está haciendo a favor del reconocimiento y la identificación de las víctimas de los años del conflicto armado interno por medio de reconocer las osamentas a través de exámenes de adn y concluir procesos de identificación y de duelo que no se habían dado durante muchísimos años. Tenemos muchas esperanzas, sin embargo el proceso es muy lento. Los problemas inmediatos del país desvían la atención hacia cosas que van surgiendo. Y los problemas de fondo, cuestiones como la restauración del tejido social van muy lentamente. Por parte de la Iglesia y de muchas organizaciones en la sociedad civil hay una disponibilidad y una esperanza de que logremos un país verdaderamente reconciliado.
"Como decía monseñor Gerardi, primero hay que conocer la verdad. Todos estos juicios y estas investigaciones van haciendo que se conozcan los datos para luego poder saber a quién perdonar y qué procesos de reconciliación hay que hacer. Guatemala comenzó un proceso de reconciliación que, desafortunadamente, no siguió adelante. Valga la comparación con Sudáfrica. Los procesos posteriores al “apartheid” tuvieron una continuidad. Aquí hubo un primer momento muy fuerte pero faltó la continuidad. De modo que tenemos en eso una asignatura pendiente”
La voz y el papel de la Iglesia
"La Iglesia tiene aún una voz profética, una voz clara. Ya no son los años ochenta en los que la Iglesia era la única que tenía una voz puesto que no había otros espacios. Ahora se pueden decir muchas más cosas que en aquellos años ochenta. Pero la Iglesia sigue teniendo un respaldo moral. Sobre el terreno, todo el mundo reconoce que la Iglesia está hasta en las últimas aldeas y la organización eclesial y la fe siguen siendo algo muy fuerte en el país. De manera que no estamos ante una sociedad secularista o indiferente sino aún muy religiosa".