¿Dónde está tu hermano?
viernes 31.ene.2014 por Ricardo Olmedo 2 Comentarios
La pregunta viene de lejos. Titular en las primeras páginas de la sección de sucesos de la Biblia. Ya saben: Dios interroga a Caín sobre el paradero de su hermano Abel. Feo asunto que acabó mal.
La pregunta atraviesa los siglos y llega hasta aquí, a un rincón perdido en la Presquile, una pequeña península a orillas del lago de Kossou. Javier Salazar, hermano marista, estaba el verano pasado trabajando con su grupo de voluntarios en el poblado de Ayau Sokpa. El antes de volver a España se le presenta una urgencia aterradora. Una madre acaba de dar a luz a una niña pero aún le queda otra criatura dentro. Y no hay forma de que salga el segundo, del que ya asoma un brazo. Esa mujer sangrando y en un ay. Javier que agarra el coche y sale pitando para el hospital. Cada bache, cada curva, cada frenazo era un gemido de dolor que a Javier le dolía casi lo mismo que a la parturienta. Tras un viaje que se le hizo eterno, dejó a la mujer en el hospital.
Me cuenta todo esto en otro poblado, en Kongó, mientras a lo lejos suenan los tamtanes perezosos que nos recibieron junto a las máscaras y los jefes tribales. La entrevista se la hago junto a una choza en la que un par de mujeres muelen la mandioca. El ritmo de los largos palos de madera sobre los inmensos cuencos marcan el tres por cuatro de la vida africana. Madera, madres, mujeres.
Javier lleva veinte años trayendo a grupos de voluntarios a Costa de Marfil. Médicos, educadores, estudiantes que lo mismo operan y enseñan que levantan con sus manos pequeños ambulatorios y salones multiusos. Estoy ante un misionero a tiempo parcial y a corazón completo. Enganchado por África y por las lecciones de humanidad que le han dado sus gentes. ¿Dónde está tu hermano? Javier responde que, entre otros sitios, seguro que en África, en esta esquina caliente y primitiva de Costa de Marfil.
Hablamos de la solidaridad. Concepto manoseado por muchos. Sobado. Mercantilizado incluso. Y Javier aclara que hay que usar el término injertándolo al de fraternidad. Que así se ven las cosas de otra manera. Que así se puede contestar a esa pregunta que los vientos llevan siglos susurrándonos.
A la pequeña Helene nadie le pregunta dónde está su hermano: el niño que aún llevaba en su seno aquella mujer cuando Javier la llevó al hospital. Hoy, meses después, la madre le ha dicho que el niño nació muerto. El valor de Javier, los dolores de esa mujer, la angustia de la familia valieron de algo. De mucho. Hay una mujer viva cuidando de una niña preciosa que cuando sonríe te cosquillea el alma.
La historia no acaba bien del todo. Como la vida misma. Pero doy fe de que en este rincón de África se escucha con mucha fuerza la pregunta que viene intacta desde el principio de los tiempos: ¿dónde está tu hermano?
jose suarez dijo
Hola equipo me echabais de menos eh? Pues aqui estoy aunque sea para desearos buenas noches, que conste que he leido tu cronica Ricardo y que yo tambien te he echado de menos estos dias, cuentas como nadie las historias desgarradoras de esos paises desprotegidos por todos y que hacen que nos toquen lo mas profundo del corazón. Gracias a todos esos voluntarios que de forma desinteresada ayudan a paliar un poco tanto sufrimiento.Bueno os dejo por hoy y amenazo con volver mañana jaja besos malagueños para ese fantastico equipo dela familia Cabrera Suarez y uno muy especial para my niño Juan.Hasta mañana.
Idoya dijo
Se siente mucha tristeza ante estas historias tan duras que suceden en esos lugares olvidados por todos. La vida sigue y es mejor una madre vida. Menos mal que estáis ahí para contárnoslo.