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Monsieur Ernest, bajo el mango

    jueves 6.feb.2014    por Ricardo Olmedo    1 Comentarios

IMG_6528A primera hora de la tarde, el calor seca hasta las ideas en esta época del harmatán. Es también el tiempo en que comienzan a crecer los mangos, colgados como verdes piedras de estos grandes y monumentales árboles. Bajo uno de ellos estamos. En casa de la familia de Joseline, de 15 años y alumna del colegio de los maristas. Su padre murió y vive con la madre y los abuelos. El patriarca de la familia, monseiur Ernest, enjuto como su bastón, permanece dignamente sentado a la sombra. 

Joseline puede estudiar porque en el colegio se hicieron cargo de su situación. La familia no sabía cómo sacar de aquí y de allá unos cuantos francos. El hermano Vincent se dio cuenta del asunto y metió a Joseline en el largo listado de chicos y chicas que reciben una beca que llega de España gracias a la ong SED. Como ella, un millar y medio de niños y jóvenes tienen acceso a la educación con esta idea tan clásica como eficaz de las becas. 

Sin moverse de su silla, el escuálido monsieur me concede una entrevista. Se quita solemne sus gafas de pasta negra y cristal gordo que esconden unos ojos apagados por las cataratas. Pero los abre, expresivos, cuando le pregunto por su nieta y sus estudios. Y sonríe. Da gracias a Dios y a todos por esa oportunidad, que es la de toda la familia. Y entonces, veo que este hombre sin edad -porque no la sabe- se emociona cuando habla de su infancia. Estuvo unas semanas en el colegio pero su padre se lo pensó dos veces y más pronto que tarde lo sacó de allí para que trabajara en el campo. Se acabó la aventura casi antes de empezar.

Luego hablamos de este país, de la ilusión de tantos de vivir en paz, de borrar para siempre la sombra amenazadora de guerras y rebeliones.  "¿Sabe usted cómo se arregla eso?. Con educación", me dice el anciano Ernest. Seguro que está pensando en su nieta Joseline. Como yo. Mientras esa esperanza crece, bajo el gran mango del patio la madre y la abuela preparan una salsa de cacahuetes para la breve cena de esta noche. Escuálida cena, como la mano que monsieur Ernest me estrecha con afecto cuando me despido de él. 

Ricardo Olmedo    6.feb.2014 22:08    

1 Comentarios

Hola equipo el viaje llega a su etapa final, os echaré de menos.
Gracias por hacerme "viajar"por ese pais tan maravilloso y tan duro a la vez, espero seguir viajando con vosotros por muchos países.
Ricardo , la crónica de hoy enternecedora, los mayores son muy sabios.Feliz viaje de vuelta, un abrazo fuerte para todos, ahora a descansar y reflexionar sobre todo lo vivido.
Hasta pronto.

viernes 7 feb 2014, 16:25

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