El ébola y los idiotas
sábado 11.oct.2014 por Santiago Riesco 9 Comentarios
Lo primero que pensé fue que se tenían que quedar. Y no por miedos prefabricados, ni por el coste ridículo de la repatriación. Sentía, en lo más profundo de mi militancia cristiana, que lo suyo era quedarse entre los pobres hasta el final.
Y hasta me sentí orgulloso cuando supe que tres misioneros españoles habían decidido permanecer en mitad del ébola de Sierra Leona hasta el final: el javeriano Luis Pérez y los agustinos recoletos René González y José Luis Garayoa. Toledano, vallisoletano y navarro respectivamente.
Era agosto y apenas había información. Los dos que trajeron infectados eran de San Juan de Dios. Primero fue el padre Miguel, desde Liberia, con el que habíamos estado grabando un reportaje justo el año anterior. Los medios se volvieron locos y los telediarios se convirtieron en “Pueblo de Dios”.
Después vino el hermano Manuel, con el que también estuvimos rodando otro programa en Sierra Leona cinco años atrás. Y de nuevo nuestras imágenes copando el prime time informativo. Y el sentimiento equivocado de que no habían sido testigos de la buena noticia hasta el final.
Ahora que no se habla de otra cosa en el mundo occidental. Ahora que la prensa internacional dedica sus portadas al primer contagio en un país rico del norte que se creía inmortal. Ahora que la industria del miedo se frota las manos con una sobredimensionada enfermedad. Justo ahora me alegro de que vinieran Miguel y Manuel a morir entre nosotros con un virus de los pobres que aterroriza a los ricos.
Me entristece doblemente su pérdida, como personas y como misioneros, pero su muerte creo que ha dado fruto. El contagio de Teresa, otra voluntaria solidaria capaz de arriesgar su vida para salvar la de los demás, está sirviendo para que las sociedades empachadas y epulonas nos demos cuenta de que el mundo es cada vez más pequeño. De que lo que pasa en África repercute en Europa. De que no se pueden poner fronteras a la enfermedad, ni esconder impunemente la realidad. De que el hambre mata mucho más, de que el sida entre los pobres sigue siendo mortal, de que no podemos perder el norte y anteponer los derechos de un perro a los de miles de niños sacrificados por nuestra banalidad. De que la solución sólo pasa por la revolución pendiente de la fraternidad, por hacer realidad aquella sentencia profética de Luther King: “O vivimos todos juntos como hermanos, o morimos todos juntos como idiotas”.
Yanka dijo
Dios mío, cuantos millones de seres humanos que mueren de hambre en Africa y no pasa nada.... Tanta estupidez perrocentrista. Hemos pasado de ser antropocentristas a perrocentristas o canicentristas. Apaga y vámonos....
Yanka dijo
"Cada vez hay más misántropos que solo viven para y por sus mascotas". Yanka
(EL MEJOR AMIGO DEL PERRO ES OTRO PERRO)
Advierten que vínculo exagerado entre el amo y el animal puede ser perverso. Hablarles y vestirlas es una cosa, pero caer en una patología es otra. Las ciudades se están convirtiendo en PERROLANDIAS. Hemos pasado del antropocentrismo al CANICENTRISMO O PERROCENTRISMO. Los jardines, las aceras, las playas, los buses al servicio de los perros.
"En los hechos se puede considerar ya perverso un vínculo que busca desnaturalizar al otro de su ser fundamental", señaló el psicólogo y docente de la Universidad Andrés Bello, Adrián Baeza.
En el caso puntual del exagerado apego hacia los animales, señaló que humanizar una mascota tiene su contraparte, porque una persona producto de este tipo de relación puede terminar "deshumanizada".
LA SOLEDAD
Indicó que la soledad de algunas personas es la que favorece este tipo de conductas, porque la relación que se establece con los animales se basa en la necesidad de recibir algún tipo de gratificación de ellos por el cuidado que se les entrega, "atenciones que pueden excederse en personas tal vez algo solitarias que necesitan establecer un vínculo".
El tema está en el tipo de vínculo que se logra. "Generalmente se trata de uno que les de seguridad, que puedan manejar ellos mismos". En esta relación hay dos peligros, explicó el psicólogo. "Uno de ellas es esta "humanización" de la mascota, a la cual se trata como un bebé o un niño, que tiene sus cosas, su pieza, se le habla y se remeda una interacción humana con él".
La humanización de los animales, atribuirles sentido y derechos humanos, sustituir el trato humano y las relaciones sexuales como el simple abrazo o el contacto afectivo por el animal producido por un vacío emocional y misántropo
hernan dijo
Me parece humildemente que todos los extremos son malos, lo que demuestra la eutanacia de un perro en este tipo de enfermedad, en un país del " primer mundo" es la IGNORANCIA, y la falta de capacitación ante una enfermedad que hace 40 años esta instalada en el planeta. Es tan inecesaria la muerte de un animal como que se enferme un personal de la salud de una enfermedad que tiene un 80 % de mortalidad.
Santi Riesco dijo
Hernán, estamos de acuerdo. La ignorancia -que ayuda a propagar el miedo- y el egoísmo -que hace que sólo nos preocupe lo nuestro- son las peores de las enfermedades.
Pablo naranjo ciudad dijo
Cuando Dios creo al mundo puso a los animales y el resto de lo creado al servicio del hombre, incluidos los animales de compania (mal suena lo de mascota, que viene de mascara o mascaron que se ponia en la proa de los barcos para asustar al enemigo). Por ello, con todo el carino que se puede dispensar a un animal, nunca puede llegar a suplantar a una persona, ni tiene derechos que son propios de la persona. Otro criterio, con todo el respeto, resulta enfermizo o cuando menos erroneo
Javier B. dijo
Impresionante: "un virus de los pobres que aterroriza a los ricos"
Miguel A. dijo
¿quienes han antepuesto "los derechos de un perro a los de miles de niños sacrificados por nuestra banalidad"? como se dice en el artículo, ¿porqué mezclar las cosas y crear disputas espurias?, porqué cargar contra otras personas que seguramente están de acuerdo en ayudar a las verdaderas víctimas. Por lo demás me parece acertada la reflexión.
santi dijo
Javier B. hay otros muchos virus de los pobres como el hambre, el sida, la tuberculosis, la malaria, la fiebre amarilla, la lepra... pero no nos aterrorizan porque tenemos el modo de combatirlas. De ahí que los pobres se sigan muriendo de enfermedades que en nuestro entorno hace tiempo que conseguimos controlar.
santi dijo
Miguel A. todos hemos participado en un circo desmesurado alimentado por los medios de comunicación. Los que amamos a los animales quizá tengamos que reflexionar sobre este asunto. Yo creo que la persona es lo primero (sea de Liberia, de Indonesia, de Honduras o de Papúa Nueva Guinea) y que la vida de nuestro perro más amado, de mi Chispa, de mi Iris, de mi Kobe... no se puede comparar con la de un niño. Haya nacido donde haya nacido y tenga el dinero que tenga. Hablamos de sopesar la vida de un animal (con nombre y al que amamos porque es parte de nuestra familia) y la de una persona (que no conocemos y que vive a miles de kilómetros). Lo suyo es que no sean incompatibles las dos cosas. Y que no era necesario sacrificar un animal por desconocimiento y miedo sin el permiso de sus amos. Pero yo me refería a la cobertura mediática que se le ha dado al caso de Excalibur en comparación con la que se le ha dado a los 2.500 muertos de ébola.
Un abrazo. Y gracias por leerme.