Cristianos: Peligro de extinción

Los cristianos de Tierra Santa corren el peligro de desaparecer. Además de sufrir el conflicto entre Palestina e Israel, los cristianos tienen que soportar la presión que significa vivir en minoría en unos territorios donde judíos y musulmanes no podrían convivir sin el engrase que proporciona la presencia cristiana. Un auténtico bálsamo que, por desgracia, sufre una sangría migratoria más que alarmante. En ciudades como Belén, donde hasta hace unos años se podía hablar hasta de un tercio de población cristiana, hoy apenas suponen una décima parte de la población. Más alarmante es el caso de Jerusalén. La capital mundial del monoteísmo ha pasado en la última década de un 20 por ciento de población cristiana a menos de un dos por ciento. Un auténtico descalabro.

Para paliar este éxodo masivo de cristianos, la Custodia Franciscana de Tierra Santa ha puesto en marcha un ambicioso proyecto social de ayuda integral a las familias. Con la orientación de los párrocos que conocen a todos y cada uno de los católicos de su comunidad, intentan apoyarles en tres frentes: el trabajo, la vivienda y la educación de los hijos. 

Actualmente son más de 2.000 familias cristianas las que viven gracias a que la Custodia les ha contratado en alguno de sus servicios: cooperativas, tiendas, colegios, casas de espiritualidad, acogida de peregrinos, construcción y restauracion de viviendas... Porque para evitar que se vayan ya han construido varias urbanizaciones de nueva planta en lugares cercanos a los santuarios franciscanos como el de Betfagé, donde han levantado 72 viviendas muy sencillas, con dos habitaciones para las familias más jóvenes que vivían con sus padres en las casas del barrio cristiano, dentro de la Ciudad Vieja. Unas casas que también están siendo reformadas para mejorar su habitabilidad. Y no es una tarea fácil. Además del dinero para acometer los proyectos es necesaria mucha paciencia para superar las trabas administrativas del gobierno israelí. Un ejemplo. El barrio cristiano de Betfagé, entre Betania y Jerusalén, se tardó en construir casi 25 años si sumamos el tiempo de espera para el permiso de compra, el permiso de obra y las sucesivas interrupciones de las mismas. Los Franciscanos, que llevan más de ocho siglos en esta tierra, han sabido esperar.

Hemos estado con Luis Riera, uno de los ingenieros que la Custodia Franciscana de Tierra Santa tiene en su oficina técnica. Es un joven venezolano, de Maracaibo, que visita las casas deterioradas de la Ciudad Vieja y prepara proyectos para su posterior reforma. Hemos visto cómo se están cayendo las viviendas del siglo XVI y XVII de apenas 40 metros cuadrados en las que pueden vivir hasta ocho personas. 

Pero lo mejor es que lo veáis. Será a finales de diciembre, en torno a la Navidad, cuando emitamos el reportaje sobre las familias cristianas que aún estamos grabando en el lugar donde Jesús murió y resucitó. Una realidad poco conocida que necesita de los peregrinos para sobrevivir y que nunca podremos agradecer suficientemente a la Orden de los Hermanos Menores, a los hijos de san Francisco, a los Franciscanos.