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Suesa: razones de un reportaje

    viernes 14.nov.2014    por Ricardo Olmedo    0 Comentarios

Vidriera SuesaSoy monja. Y además, se me nota. Me refiero a monja “contemplativa”, una mujer integrada en una comunidad religiosa de vida contemplativa. Un poco pretencioso suena el adjetivo pero, más o menos, así nos definen. Lo prefiero a que me digan que soy “monja (¡monjita!) de clausura”. ¡Qué horror! Como si la clausura fuese lo que define o determina mi vida. Y, además, soy feliz, y encima, tengo la certeza de que, a lo largo de mi vida, podré realizarme como persona, como mujer y como monja.”
Así comenzaba aquel artículo. Me llegó hace unos años, escrito desde el monasterio de Suesa, en Cantabria. Ahí se quedó. Y digo que se quedó porque no se fue, tal y como se van tantas palabras perecederas que me llegan cada día. En algún lugar se quedó. Pero yo seguí a lo mío: dando vueltas por el mundo contando lo que hace la gente llena de fe y de esperanza para mejorar ese mismo mundo que le ha tocado en suerte.
Hace unos meses volvía de recorrer el sur de Chad, dando tumbos por esos caminos africanos de siempre, sudando la gota gorda de siempre, espantando mosquitos portadores de la malaria de siempre. Poco antes había estado en el norte de Costa de Marfil, entre los pueblos baulé y senufo. Tierra dura, machacada por la escasez, memoria de guerra reciente, tragedia, úlcera de Buruli… y más gente dejándose la piel por los demás. En pocos meses iba a salir otra vez. En este caso a Nicaragua, a la Centroamérica profunda, historias de campesinos luchando contra el hambre. 
Y el director del programa va y me dice: hay que hacer un reportaje por España. Y de repente me acuerdo – no sé porqué- de aquella mujer y monja feliz. Allí, sin moverse de ese monasterio, pero con la misma fe y la misma esperanza de la gente con la que había estado por esos pueblos de Dios.
Volví a por el artículo. También hablaba de fertilidad, de entrega, de eficacia, de servicio a los demás, de la dignidad de la mujer…¡y lo hacía con mucho desparpajo!. Estaba claro y decidido: tenía que intentar ir. Las llamé. Y me abrieron sus puertas, como a tantos que vienen buscando…y terminan encontrando. A estas alturas, intuyo que no sólo buscaba un reportaje sustancioso para mi programa...
Resultó cierto lo del artículo, lo de la monja feliz digo. Me encontré a mujeres convencidas de lo que hacen y de cómo lo hacen: espiritualidad, silencio, oración, encuentro, acogida…con nuevas formas, en nuevos tiempos, para la misma esencia de ayer, de hoy y de siempre.

Monasterio sin rejas, mujeres libres que necesitan retirarse, no encerrarse. Conectadas, muy conectadas, consigo mismas, con el mundo y con Quien las llamó a esa vida. Trintarias, es decir, al servicio de la liberación de quienes se acercan buscando la auténtica libertad, la única que nos va a dejar vivir en este siglo XXI que nos aturde con nuevas esclavitudes. 

El reportaje ya está listo. Casi media hora intensa. Poco para contar todo. Suficiente para vislumbrar algo. Solo pretendí asomarme. Quien quiera más, ya sabe dónde están.

 

Ricardo Olmedo   14.nov.2014 10:50    

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