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Los papeles manchados de Ángel

    jueves 5.mar.2015    por Ricardo Olmedo    1 Comentarios

ReunionLa colonia Montanaro está a media hora de camino. Si no llueve. El problema es que cuando salimos de Coronel Oviedo no comenzó a llover, no. De pronto pareció que el cielo tenía una deuda pendiente con esta tierra paraguaya y se abrió de capa ante un negro toro en forma de nube. Y eso no era agua. Eran las plagas de Egipto, todas juntas, en plan tormenta tropical. Y mientras, la colonia Montanaro que nos esperaba…si no llovía.

Cuando los coches de los maristas dejaron el asfalto y enfilaron el camino de tierra comenzó el baile. Pensamos que no llegábamos. A veces las ruedas giraban sobre el lodo rojizo tan en falso como si estuvieran acariciando las nubes. Vamos, el típico momento pueblodedios que nunca nos falta en los rodajes si queremos llegar a donde no llega casi nadie excepto cuatro misioneros y algún que otro voluntario oenegero.

En la colonia Montanaro, en uno de sus sectores, hay una veintena de familias que se han organizado, espabilándose para buscar salidas por aquí y por allá para despegarse de la pobreza que se agarra a estos campesinos como el barro a nuestras botas.  Han pedido ayuda para montar unos sencillos gallineros en los que criar las aves, alimentar a sus hijos y, de paso, que estos niños vayan asumiendo más responsabilidades en casa.

Acompaño a Ángel y a Javier, de la ong SED, que un buen día los maristas de España pusieron en marcha. Le cuentan a doña Blanca que la petición del gallinero ya está concedida, que no tardarán en llegar los fondos. Y doña Blanca sonríe, más por dentro que por fuera, porque todos los días las vecinas le preguntan cuándo van a venir los pollitos que han pedido a los maristas.

Doña Blanca también me cuenta las expectativas tan cortas de los niños de por aquí, que cuando llegan a sexto de primaria se acabó lo que se daba. Que no queda más remedio que emigrar para ganar un poquito de plata, volver, hacerse una casita en el terreno de papá y a meterse en la rueda de esta pobreza pegajosa y plomiza, como la tarde paraguaya.

Los papeles de Ángel se mancharon, entre la lluvia y el barro. Así tiene que ser, me dice él. Las ongs tienen que estar pie a tierra, sobre la tierra roja de Montanaro o sobre cualquier otra. Escuchando las necesidades reales de la gente y no inventando proyectos de desarrollo con parámetros occidentales y primermundistas.

Con esa idea volvimos. Danzando en nuestras cabezas como los coches de los maristas sobre el barrizal  de Montanaro. Lo importante es que lo pudimos contar, que los pollitos van a llegar y que los papeles de Ángel han vuelto firmados con las huellas rojas de esta tierra paraguaya.  

Ricardo Olmedo    5.mar.2015 22:38    

1 Comentarios

Buenas tardes desde Málaga, como prometi aquí estoy de nuevo.Ricardo te superas en cada cronica que escribes, no puede ser más real la leo y me parece que estoy ahí con vosotros. Besitos malagueños para todos.Cuidaros.

viernes 6 mar 2015, 16:11

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