Gran "lío" misionero en Puyo
lunes 25.may.2015 por Ricardo Olmedo 1 Comentarios
Viajar a Puyo, saliendo de Quito es poner rumbo al oriente ecuatoriano dejando las alturas de la sierra, dejando a un lado la serena frialdad del Cotopaxi, la caliente presencia del Tungurahua. Viajar a Puyo es recorrer unos valles asombrosos que, poco a poco, lentamente pero sin descanso nos van bajando hacia la selva. Viajar a Puyo es contemplar de pronto el río Pastaza abriéndose camino, ensanchando tierras, diciendo “aquí estoy yo”, que es lo que dicen estos ríos en cuanto se dan cuenta que su vocación amazónica ha comenzado y ya no tiene vuelta atrás porque les espera el Atlántico.
Puyo significa en lengua nativa “neblina”. Y así, envuelta en la ídem, se despierta todos los días esta ciudad tan cercana aún a la sierra que las nubes de la selva se quedan por aquí y es muy frecuenta que llueva. No fue una excepción el día que llegamos a Puyo. Nubes que encapotaban por completo el cielo y ratos de agua nos acompañaron en nuestro primer día de rodaje. Rodaje intenso porque nos estaban esperando casi 800 misioneros. Sí, han leído bien: 800.
Resulta que el Vicariato de Puyo había convocado para estos días el retiro de las santas misiones populares, una nueva movida evangelizadora que tiene su origen en Brasil, sistematizada por el italiano Luis Mosconi. Las santas misiones se han extendido por un centenar de diócesis brasileñas y por varios lugares de Latinoamérica. En Ecuador, el Vicariato de Puyo es el primero que adopta este sistema que pretende sencillamente hacer de cada creyente un misionero en su lugar de vida y de trabajo.
El mogollón que nos encontramos en Puyo era para contarlo. Y lo hemos grabado porque vinieron de todos los rincones del Vicariato, hasta de las profundidades de la selva llegaron una treintena de nativos achuar que tardaron tres días en surcar los ríos en canoa para llegar al encuentro. En cabeza de todo esto, el obispo Rafael Cob, un burgalés que vino aquí hace casi treinta años y sigue enamorado de esta realidad misionera.
Acabamos la tarde en el seminario menor, pasando un buen rato con una docena de chavales, algunos de los cuales continuarán en Quito a partir del año que viene su formación para ser sacerdotes. Julio, Lucho, Andrés y los demás son el futuro de una Iglesia que tiene muy claro que, o es misionera, o no es.
jose suarez huerta dijo
Hola Ricardo.
Un abrazo desde Málaga, que tengáis muy buen viaje. Aunque esta vez Juan no os acompañe os sigo igualmente. Besos malagueños para todos.