"Mamá, ¿por qué mataste a mi padre?"
lunes 15.feb.2016 por Ricardo Olmedo 1 Comentarios
Tiene ocho años. Y su hermano, siete. Los dos vivían en una casa levantada por la mala fortuna y techada por la desgracia. En una familia desbaratada, en un hogar que no lo era, en un pozo oscuro de violencia doméstica. Hace unos meses los dos presenciaron en directo el último episodio del drama. La madre no pudo más y acabó con su marido. Delante de los niños. El mayor se le abalanzó con la pregunta que se hará siempre, de día y de noche, durante años: "mamá, ¿por qué mataste a mi padre?" La pregunta ya la tiene cosida a la piel, pegada en los pliegues del alma. Para siempre. Ahí quedó.
Ayer me lo encontré jugando con su hermano, la sonrisa blanca, la piel oscura, los ojos grandes de estos niños de India. Le conocí en la casa que las Hermanas de la Caridad de San Juan de Dios tienen en Kattappana, en el interior de Kerala. Es una casa donde acogen a víctimas de violencia intrafamiliar. Vamos, a mujeres machacadas por sus maridos, a jóvenes violadas por sus padres. Sí, como suena. Estas monjas, valientes y decididas, se lanzan a ejercer la hospitalidad envueltas en su sari blanco y verde, dulces en las formas, firmes en su entrega con los más pobres. Las he visto cuidar de ancianos abandonados, de enfermos en el hospital y de estas mujeres maltratadas.
Esta congregación fue fundada por un misionero alemán, el hermano Fortunatus Thanhäuser, de la Orden de San Juan de Dios, que vino a este rincón perdido de Kerala a finales de los sesenta. Murió hace 10 años y la gente, que le llamaba "el padre de los pobres", viene todos los días a rezar a su tumba y a pedirle favores. Y, a la vista de lo que cuentan, el bueno de Fortunatus sigue cumpliendo con los más pobres desde allá arriba.
Los Hermanos de San Juan de Dios han conseguido levantar en Kattappana un gran hospital, un centro de salud mental, una casa para ancianos, una facultad de enfermería y ahora van a abrir estudios de farmacia. Vamos, lo que se dice un gigantesco complejo sanitario donde nadie se va sin ser atendido por no tener unas rupias en el bolsillo. Esa entrega la palpamos los primeros días cuando estuvimos grabando en Velloor. Allí han hecho un centro de educación especial para quitarse el sombrero y se dejan la piel para acoger con cariño y profesionalidad a más de doscientas personas con discapacidad psíquica. Varios de ellos han sido adoptados por los frailes porque no tienen a nadie en el mundo...o como si no lo tuvieran.
En este viaje a las honduras de Kerala nos hemos propuesto contar estas historias marcadas por la solidaridad con mayúsculas. Esa en la que unos cuantos empeñan su vida para siempre. Para apoyar algunas de esas iniciativas, la Orden Hospitalaria creó en España la ongd Juan Ciudad. Estos años anteriores tuvo un papel muy importante en la lucha contra el ébola y sigue desarrollando proyectos gracias a los fondos públicos y privados que le llegan. Pues estas cosas merecen la pena que se cuenten. Y en ello estamos. Hasta la próxima.
Carlos dijo
Vibrante, brillante y esperanzador...
¡Ya tengo ganas de ver el reportaje!